La desembocadura del Río de Oro, en Melilla, ha vuelto a presentar un llamativo color rosado, un fenómeno que en el pasado ha generado preocupación entre expertos y asociaciones ecologistas. La organización Guelaya ha alertado de esta nueva incidencia y señala que podría estar vinculada a una explosión bacteriana, un proceso que ya se ha registrado en anteriores ocasiones.
La coloración inusual del agua ha sido objeto de estudio en otras ocasiones, y las causas suelen estar relacionadas con la proliferación de microorganismos que encuentran en la zona las condiciones propicias para su crecimiento descontrolado. La acumulación de residuos y la falta de una renovación adecuada del agua han sido señaladas en el pasado como factores clave en este tipo de episodios.
No es la primera vez que la desembocadura del río experimenta este fenómeno. En 2022, el agua también adquirió un tono rosado, lo que llevó a diversos estudios que apuntaban a un posible crecimiento descontrolado de bacterias del género Halobacterium o Chromatiaceae, microorganismos que prosperan en aguas con alto contenido de materia orgánica y condiciones anaeróbicas.
El Río de Oro es un cauce artificial que atraviesa Melilla y desemboca en el mar Mediterráneo. A lo largo de los años, este río ha enfrentado problemas de contaminación debido a vertidos incontrolados y la acumulación de residuos en su cauce. A pesar de los esfuerzos de limpieza realizados por la administración local, la calidad del agua sigue siendo un tema de preocupación tanto para los ciudadanos como para las organizaciones medioambientales.
En diversas ocasiones, Guelaya y otros colectivos han denunciado la falta de medidas efectivas para mejorar la situación del Río de Oro. La presencia de aguas estancadas, residuos y la ausencia de un sistema de depuración eficiente contribuyen a que episodios como este vuelvan a repetirse.
Aunque las autoridades aún no han ofrecido una explicación oficial sobre el nuevo episodio de coloración rosada, los antecedentes sugieren que podría deberse a una combinación de factores. La proliferación de ciertas bacterias es una de las hipótesis más probables, ya que algunas especies producen pigmentos rojizos o rosados cuando se desarrollan en ambientes con baja concentración de oxígeno.
Este fenómeno también ha sido observado en otros ecosistemas acuáticos donde se dan condiciones similares. Por ejemplo, lagos salinos y humedales con alto contenido de materia orgánica han presentado episodios de coloración rojiza debido a la actividad de microorganismos especializados en ambientes extremos.
Otra posible causa es la presencia de sustancias químicas derivadas de vertidos urbanos o industriales que alteran la composición del agua. Aunque en el pasado se han realizado análisis para identificar contaminantes en el Río de Oro, aún no se han implementado soluciones definitivas para evitar que la calidad del agua continúe deteriorándose.
La Consejería de Medio Ambiente ha sido informada de la situación y, según fuentes consultadas, se encuentra evaluando lo ocurrido para determinar las medidas a tomar. En el pasado, cuando se registraron episodios similares, la administración llevó a cabo análisis para identificar la composición del agua y establecer las posibles causas del fenómeno.
Uno de los desafíos en la gestión del Río de Oro es la falta de un sistema de depuración adecuado que evite la acumulación de materia orgánica en el agua. La presencia de residuos y sedimentos en la desembocadura contribuye a que las condiciones sean propicias para la proliferación de microorganismos que alteran el color del agua.
En respuesta a incidentes anteriores, Medio Ambiente ha llevado a cabo tareas de limpieza y mantenimiento en la desembocadura del río, pero hasta ahora estos esfuerzos no han sido suficientes para prevenir la recurrencia de episodios como el actual.
Desde Guelaya han insistido en la necesidad de implementar un plan de seguimiento continuo del estado del agua en la desembocadura del Río de Oro. La organización ha solicitado estudios periódicos que permitan detectar cambios en la composición del agua y actuar de manera preventiva antes de que se produzcan episodios de contaminación más graves.
Además, han reiterado su petición de una solución estructural que garantice una mejor calidad del agua a largo plazo. La implementación de sistemas de depuración y el control de vertidos en la cuenca del río son medidas que podrían reducir significativamente los riesgos de contaminación y mejorar el estado del ecosistema fluvial.
La aparición del color rosado en la desembocadura del Río de Oro vuelve a poner en evidencia la vulnerabilidad de este ecosistema y la necesidad de tomar medidas más eficaces para su conservación. Aunque la causa exacta del fenómeno aún no ha sido confirmada, todo apunta a un problema recurrente vinculado a la contaminación y la proliferación de microorganismos.
La respuesta de las autoridades en los próximos días será clave para determinar el impacto de este nuevo episodio y definir posibles soluciones para evitar que vuelva a repetirse en el futuro. Mientras tanto, los ecologistas continúan alertando sobre la importancia de actuar con rapidez para proteger el medio ambiente y garantizar la calidad del agua en la ciudad.
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