Un nuevo inmueble modernista ha caído, esta vez en la calle Martínez Campos. Da igual el estado del edificio o el valor de su ornamentación. Nada se conserva, cuando no interesa. Será sustituido por una nueva caja cuadrada de nulo valor estético, que estará deteriorada en apenas diez años, cuando estos edificios han aguantado casi 100.
Nunca antes se había visto nada semejante en Melilla, en donde ya nada parece respetarse y ya casi nadie parece interesarse por nada. Día tras día se derriba un edificio tras otro en las calles de la ciudad, dando igual que el edificio sea histórico o de carácter modernista. La posición del edificio es lo de menos, tanto si está dentro del “cacareado” Triángulo del Modernismo, como si está en el Tesorillo, en el Barrio de El Real o en el del Polígono. Todos caen como fichas de dominó y a este paso, la recreación de Enrique Nieto va a tener cada vez menos edificios que enseñar, la avenida y poco más, pero tampoco creo que estén interesados en conservar ni siquiera eso.
Mi única intención es ya mostrar que la de protección del patrimonio en Melilla es sólo eso, mentira y propaganda. Es pura fachada y no precisamente modernista. Cayó el Cine Nacional cuando un dictamen y un informe elaborado a instancias de la Consejería de Cultura aconsejaba conservar lo poco que quedaba.
Cayó el edifico situado en la calle Miguel Zazo pese a estar varios años manteniendo su fachada y ahora ha caído este edificio de la calle Martínez Campos. Antes había caído un edificio del Tesorillo, del arquitecto Francisco Hernánz (El Faro 02/11/2009), pese a que databa de 1930 y con una extraña demolición en dos fases, con dos constructoras distintas. Consumado el derribo, curiosamente el edificio queda en estado de solar varios meses o años.
La explicación es muy sencilla. Todo es puro negocio y especulación. Se tira ahora un edificio de dos o tres plantas y se espera a que el nuevo PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) dictamine la nueva edificabilidad y así se tendrán dos o tres plantas de beneficio puro. El negocio actual, es ya el del aumento de edificabilidad, pues la expansión está llegando ya a su límite, salvo que cualquier día se promueva la ampliación del de la propia Melilla en 5 o 6 kms2
Es tan sencillo como eso y para llegar a esta situación da igual la importancia arquitectónica del edificio y si se encuentra en zona arqueológica da lo mismo, pues en Melilla no se cumple con la obligación de excavación previa que dictamina La Ley de Patrimonio Histórico. Como mucho se realizan unos sondeos, nunca excavaciones.
Esa situación que se ve en Almería o Málaga, Murcia –la Murcia árabe está entera debajo de la ciudad moderna–, o cualquier otra ciudad española, en donde los solares pueden estar uno o dos años en período de excavación, no se producirá nunca en esta ciudad. Aquí solo prevalece el negocio y el enriquecimiento y en cuanto menos tiempo mejor, como dijera el ex ministro Solchaga, santo patrón de la economía del pelotazo.
¿Dónde queda la cultura, la historia de la ciudad?, ¿Qué decirle a alguien cuando lea la novela Metropol?. Nada, no hay nada que decir. Todo es un inmenso solar asolado.
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