La fiscal y la acusación particular destacaron que la mujer, durante la relación de nueve meses con el acusado, sufrió agresiones físicas y psicológicas, vivía atemorizada y anulada como persona.
El Juzgado de lo Penal 1 celebró ayer el juicio contra un joven melillense que fue denunciado por su ex pareja por maltrato habitual y lesiones. La fiscal y la acusación particular coincidieron en destacar que el caso de la joven, que cuando ocurrieron los hechos tenía 19 años, encaja en un caso de violencia de género “de libro”. Sin embargo, la defensa del acusado sostuvo que la joven, a pesar de asegurar que su novio la agredía con cierta violencia, “nunca” fue al médico para tratar sus heridas u otras lesiones. Y añadió que a pesar de haber testigos de los supuestos maltratos y vejaciones, éstos “nunca” acudieron a las autoridades policiales a denunciar el caso. Es más, el abogado defensor destacó que la víctima denunció a su cliente sólo para “contentar” a su madre, quien, tras finalizar la relación le insistió en poner en conocimiento de la Policía los hechos.
El noviazgo comenzó en el verano de 2010 y tanto el acusado como la víctima reconocieron que éste fue intenso, pues pocos meses después de conocerse comenzaron a vivir juntos. El acusado aseguró que la relación con la denunciante ha sido la mejor de su vida hasta el momento, impresión que contrasta diametralmente con la ofrecida por la víctima, quien aseguró en su declaración tras un biombo, que desde el principio la relación fue “tormentosa”.
Agresiones con testigos
La víctima relató varios episodios de violencia en los que había incluso testigos. Uno de esos capítulos transcurrió en los aparcamientos del Puerto Deportivo Noray. Otra pareja amiga de la víctima y su agresor presenciaron una pelea que, al llegar al apartamento donde vivían, desembocó en una agresión física.
La joven estudiaba en Málaga en aquellos tiempos y compartía piso con otras estudiantes. Allí también denunciante y denunciado protagonizaron supuestamente otro episodio violento. Pero los testigos de ambos episodios violentos no denunciaron, según dijeron, por deseo de la propia víctima, quien “no estaba receptiva a ser ayudada”.
Mientras que la defensa solicitó la absolución de su cliente, la fiscal y la acusación particular solicitaron una condena de tres años de prisión por un delito de maltrato habitual y nueve meses más por cada una de las lesiones. El caso quedó visto para sentencia.
Anulada como persona y con miedo a denunciar
Parte de los testigos que declararon ayer eran amigos de la joven. Explicaron que desde el momento en el que inició su relación con el acusado, ésta cambió. “Siempre estaban juntos”, aseguró una de las amigas. Una compañera de piso de la víctima dijo que “de repente” ésta se mudó a otra vivienda con su novio y desde entonces “en clase no se sentaba con nosotras ni nos hablaba y cuando terminaba la clase se iba corriendo”. A pesar de las agresiones verbales y físicas que la joven supuestamente sufría, ésta no quería dejar a su novio. Solamente la intervención familiar consiguió separar a ambos jóvenes. La madre de la víctima explicó que su hija cambió desde que inició la relación con el acusado. Una vez finalizada, animó a su hija a denunciar, aunque en principio ella no quería. “Estaba muerta de miedo, se le cayó el pelo y tuvo trastornos alimentarios”, explicó la progenitora.
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