La gente en Melilla está que trina con la obligación de pagar cinco euros y pico a Correos por cada paquete que se reciba en casa o en la oficina. Hay vídeos en Tik Tok llamando al boicot, a no recoger los envíos para que le cueste dinero a la empresa pública devolverlos. También hay una petición en el portal Change.org, que ya ha reunido 500 firmas, reclamando la eliminación de este nuevo impuesto.
Quienes protestan dicen que estamos ante un pago inadmisible del que todos hablamos, pero que sigue sin ser tema de debate en la Asamblea. Hay un abismo entre lo que preocupa a la gente en la calle y lo que finalmente llega al Parlamento autonómico.
Hay que buscar una solución que no pase por obligar a la gente a desistir de comprar por Internet. No podemos descabalgarnos del comercio online en plena era informática. ¿Cómo es posible que tengamos ventajas fiscales para atraer empresas tecnológicas a Melilla y que traer un simple paquete a la ciudad tenga un recargo de cinco eurazos?
Como en todo conflicto, siempre hay un perdedor. No faltan voces alteradas que acusan al comercio local de estar detrás de este impuesto. Quien asegura no tener nada que ver con el asunto es la Administración. Hace unos días, la consejera de Hacienda, Dunia Almansouri, dijo directamente que ese impuesto no es cosa de la Ciudad, desmintiendo de esta forma al PP, que asegura que Correos cobra por hacer ese trabajo de recaudación para la Ciudad.
Nos gustaría saber por tanto, la opinión de Correos, aunque en su página web, la empresa pública deja claro que no ejercen ninguna actividad de representante aduanero en Melilla y que toda la operativa corre a cargo de Aduana y la Administración local.
Para salir de dudas hemos solicitado una entrevista a Correos y estamos a la espera de que en algún momento nos contesten, aunque sea para decir que no. Sería interesante y además de didáctico, escuchar su explicación de por qué hay que abonar este impuesto en efectivo. El cash desaparece del mundo entero y en Melilla resucita. Vamos al revés del mundo.
Es un incordio más que afecta a ciudadanos como Gonzalo, un melillense que hizo varios pedidos antes de que llegaran los sablazos en los envíos de Correos. El último aviso que recibió le decía que ya faltaba menos para la entrega de su paquete: 87 días.
Cuando por fin llegó el primero de los envíos, la repartidora de Correos le llamó y le preguntó si estaba en casa y si tenía sueltos 6 euros en efectivo para pagar los impuestos.
Él le dijo que no, que tenía la tarjeta y la cartera le contestó que si no tenía cash, se llevaba el paquete.
Sobre el tema se ha especulado hasta el infinito y más allá, pero a día de hoy, nada ha podido calmar el cabreo de los melillenses, que suman una traba más a las infinitas que ya tenemos por estos lares, como el caso de las infinitas tiendas españolas que no hacen envíos a Melilla. Ni que fuéramos el desierto de Arizona.
¿Y qué pasa con esto? Que resulta que el comercio local se ha convertido en diana de acusaciones de quienes aseguran que compran por Internet lo que no encuentran en Melilla o si lo encuentran, lo tienen que pagar a veces con márgenes bastante amplios.
Lo primero es como la pescadilla que se muerde la cola. El comercio local no tiene determinados artículos en stock con poca demanda, porque se venden poco y por tanto, la gente que los necesita no tiene otra opción que comprarlo fuera.
Sobre lo del precio, se imponen las reglas del mercado: mandan la oferta y la demanda. Si usted prefiere pagar 2 euros por un producto que le venden a 3 al instante en Melilla, a cambio de esperar tres meses por el envío, es su decisión.
Ahora mismo, con el sablazo de Correos obviamente sale rentable comprar en Melilla. Pero en esto hay que andarse con cuidado porque a los clientes no les puedes imponer nada. Ellos mandan. Si la gente se niega a comprar en la ciudad, nos hundimos todos. Supongo que a estas alturas ya lo sabemos.
Por tanto, creo que urge que las autoridades den más explicaciones hasta que quede meridianamente claro el asunto de Correos. En Melilla estamos teniendo problemas con la importación desde que el verano pasado entró en vigor la normativa europea que obliga a pagar el IVA de importación de todas las compras online que se realicen fuera de la UE o en las ciudades autónomas y Canarias.
Hemos notado, sobre todo, la eliminación de la exención del IVA en productos que cuestan menos de 22 euros. Los que hemos pasado por la tortura de hacer un DUA, nos hemos quedado sin ganas de volver a comprar por Internet.
Digamos que este no es el mejor momento para defender que sigamos fuera del IVA. Al final, en el día a día, no notamos las ventajas del IPSI. Todo está tanto o más caro que en la península porque allí, al haber más oferta, los precios se autocontrolan mejor.
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