Las líneas 5 y 6 que sufrieron sendos ataques el sábado operaron ayer con normalidad.
Después de que el pasado sábado dos autobuses de la COA sufrieran dos ataques a su paso por Mariguari y Cabrerizas que obligó a la empresa a suspender temporalmente el servicio, la Cooperativa Ómnibus de Autobuses (COA) se ha planteado suspender el servicio en estos barrios de manera permanente hasta que cesen los ataques con piedras o ladrillos. En la jornada de ayer, no obstante, las dos líneas operaron con normalidad, según un portavoz de la empresa.
El problema de los ataques vandálicos a los autobuses de la COA se está convirtiendo en algo habitual, lamentan desde la empresa, por lo que se ven obligados a barajar diferentes opciones, como la suspensión permanente de las líneas conflictivas, es decir, la que presta servicio entre el centro de la ciudad y los barrios de Cabrerizas y La Cañada de Hidúm.
El objetivo de todo ello no es ‘castigar’ a los vecinos de estas barriadas, sino proteger a los trabajadores de la COA, viajeros y viandantes que pueden verse seriamente perjudicados en uno de estos ataques.
Sin detenidos
Por el momento y dados los numerosos casos de agresión a los autobuses de la COA, “aún no nos consta que haya habido detenidos”. Ello no quiere decir que la empresa no ponga las denuncias correspondientes. Pero lo que puede empezar siendo una ‘gamberrada por diversión’ puede acabar provocando un incidente con trágicas consecuencias para terceras personas y su coste ‘penal’.
Para la empresa melillense, estos ataques han dejado de ser, a todas luces, una simple gamberrada, después del violento ataque que sufrió un conductor de la COA en La Cañada el pasado 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Los apedreamientos a los autobuses ese día se han institucionalizado, y cada vez se tornan más violentos, por lo que, sumado a las cuatro agresiones que sufrieron los vehículos de la COA en una semana, de los que dio cuenta El Faro en su edición de este domingo pasado, ha terminado por obligar a los responsables de la empresa a pensar en soluciones.
Éstas estarían encaminadas, principalmente, a proteger a viajeros y trabajadores de las trágicas consecuencias de un ladrillazo.
El ejemplo en Sevilla
La suspensión permanente del servicio de la COA en las líneas que cubren las rutas en los barrios más conflictivos, ya fue una determinación que se tomó en Sevilla en el polémico barrio de las 3.000 viviendas. El portavoz de la empresa melillense recuerda que años después se volvió a restaurar el servicio con el compromiso de los vecinos de que los ‘gamberros’ no iban a atacar los autobuses.
La COA confía en que en Melilla no se llegue a tomar una decisión tan drástica y que los propios vecinos disuadan a los ‘gamberros’ de tirar más piedras o ladrillos o atacar con catanas a sus vehículos.
Miles de euros en pérdidas por cada agresión a un bus
Cada cristal fracturado por un ladrillazo o pedrada le cuesta a la COA entre 3.000 y 3.500 euros, que, sumado a las pérdidas por la suspensión del servicio aumentan la factura final a unos 4.000 euros. Ello unido al déficit de explotación que sufre la empresa, obliga a ésta a “mirar el céntimo” para poder seguir ofreciendo el servicio a los melillenses.
Es fácil calcular, pues, el gasto adicional que tendrá la empresa con las cuatro últimas agresiones sufridas la pasada semana: Ascenderá a 16.000 euros.
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