El consejero de Comercio, Miguel Marín, ha destacado la necesidad de traer de vuelta la Cámara de Comercio a Melilla.
En declaraciones a los medios, ha recordado que desde la Ciudad Autónoma se viene trabajando en los últimos tiempos de forma conjunta con empresarios y autónomos de Melilla para presentar el proyecto a la Secretaría del Estado de Cámaras de Comercio.
Un proyecto, dijo, que ha de ser lo suficientemente atractivo para que desde el Estado central se apruebe la implantación de una Cámara en la ciudad.
Además, Melilla cuenta, según Marín, con el apoyo de la Cámara de Comercio de España y con el del tejido económico y productivo de la ciudad.
Marín recordó la labor que llevan a cabo estas organizaciones en favor del desarrollo económico de las autonomías donde están implantadas. El consejero también calificó de "extraordinario" el trabajo que hacen en cuanto a la gestión de los Fondos Europeos, para los que actúan de intermediación y que luego se destinan al tejido económico y productivo de cada región de España.
"Entendemos que Melilla debe beneficiarse de la situación que se da en todas las autonomías donde las cámaras de comercio están implantadas".
Por su parte, el presidente de la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME), Enrique Alcoba, ha mostrado el apoyo de la patronal de la ciudad al retorno de la Cámara de Comercio.
Alcoba ha sostenido que diversos asuntos como la gestión de los Fondos Europeos deben pasar por una institución oficial de este tipo, dependiente del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa; una vez que ni la Confederación ni las asociaciones de comerciantes de la ciudad pueden intermediar en dichas ayudas.
"Apoyaremos las gestiones que sean necesarias para que vuelva una institución que nunca debió irse".
La Cámara de Comercio de Melilla bajó la persiana en el año 2016. Era una situación prácticamente de quiebra económica a la que se había llegado por gastar más de lo que se podía en aquellos momentos.
Se pretendía remodelar el edificio cuando la situación, económicamente hablando, no era muy boyante después de que el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hubiera suprimido unos años antes la obligatoriedad de que las empresas pagaran una cuota a la Cámara y pasó a ser algo voluntario, con lo que los ingresos disminuyeron considerablemente.
Un millón de euros era un dinero que la Cámara no se podía permitir, por mucho que la Administración sufragara la mitad. Y la remodelación del edificio llevó a la ruina a la entidad, que desapareció después de haber existido durante 100 años en Melilla.
No obstante, la Ciudad Autónoma acabó asumiendo la deuda e instaló allí la sede de la Consejería de Cultura para no perder un edificio de tanto valor.
Tanto el Ejecutivo local como la CEME se han mostrado de acuerdo en manifestar que es necesario pasar página para mirar al futuro y evitar que se repitan situaciones similares.
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