El evento celebrado en el Palacio de la Asamblea contó con la participación de todo los grupos políticos y una nutrida representación de la sociedad melillense.
La cena de gala de ‘Melillense del Año’, en sus orígenes concebida de manera informal y hoy en día uno de los actos más protocolarios de cuantos organiza nuestra Ciudad Autónoma, se convirtió, en la noche del pasado miércoles, en todo un reconocimiento público a la trayectoria humana y profesional del ginecólogo Moisés Chocrón que, arropado por su esposa e hijos y numerosos amigos y demás familiares, ha pasado a convertirse en el ‘Melillense del Año 2010’.
La cita concitó a una nutrida representación de la sociedad melillense representada por el presidente de la Ciudad, el delegado del Gobierno y el comandante general, y contó también con el apoyo de todos los grupos políticos de la Asamblea, que en el caso del socialista acudió casi al completo y en el de CpM mediante la representación de la diputada local María Jesús Ruiz Luna.
Bien servida por el restaurante ‘Itaka’ en el Salón Dorado del Palacio de la Asamblea, no entró en materia, en cuanto al motivo principal de la misma, hasta pasada la una de la madrugada, en que Antonio Ramírez, un año más en el papel de maestro de ceremonias, introdujo un acto que también sirvió para recordar la pérdida de Javier Gallego González, esposo de Pilar García, responsable de Protocolo del Gabinete de Presidencia de la Ciudad y, como señaló Ramírez, pieza fundamental en la organización de actos como la cuidada gala de ‘Melillense del Año’. Con un sentido recuerdo, Ramírez echó en falta la presencia de la compañera de Gabinete y glosó la figura de su fallecido marido “como un hombre bueno, lleno de humanidad y dignidad, y con gran capacidad de lucha hasta que llegó a su meta”.
Historia de su gente
Ramírez, en un tono poético y emotivo también, dedicó el resto de su discurso al homenajeado Moisés Chocrón, al que calificó al como un “alfarero de la vida”. Una metáfora que entonó con el discurso no menos emotivo del presidente Imbroda, quien destacó la importancia del paisanaje en la conformación del carácter de las ciudades y en este caso de Melilla.
“La historia de Melilla –declaró Juan José Imbroda- es la historia de su gente. El color de una tierra viene dado, muy principalmente, por la calidad de la gente que la habita; que siendo originaria o de adopción hicieron del transcurso de su vida un ejemplo y un reflejo en el que todos nos miramos”.
De ahí, añadió, que las instituciones deban “reconocer justamente la riqueza humana en una colectividad” y de ahí también “el esperado encuentro con uno de los exponentes que, dejando huella en la sociedad, merecen nuestro afecto y cariño”.
La primera autoridad local se refería así a la trayectoria del ginecólogo Moisés Chocrón, durante décadas jefe del servicio de ginecología del Hospìtal Militar, del que también llegó a ser director.
Según explicó el presidente Imbroda, con el título de ‘Melillense del Año se pretende reconocer ‘la excelencia ejemplar” de aquellos melillenses que logran alcanzarla en sus distintas ocupaciones, con el fin también de que sirvan “de estimulo y reconocimiento frente a tanta indolencia desmotivadora”.
Un galardón que, añadió, premia igualmente la “solidaridad, la humildad, la sencillez” y el activo carácter del melillense “comprometido con su tierra, es decir, que ejerce con entusiasmo el melillismo activo”.
En suma, méritos de un “melillense ejemplar”, como definió a Moisés Chocrón. “Un hombre –apostilló- que ha vivido, vive y seguirá viviendo de cara a su ciudad; que continua su trabajo en el cuidado de la vida que se va creando, poco a poco, con una dedicación que le honra y distingue por el singular apego que él le brinda. Un hombre entrañable, de fecunda labor”, concluyó antes de proceder a la entrega de la destacada distinción que concede desde hace quince años la Ciudad Autónoma por acuerdo de su Consejo de Gobierno.
Moisés Chocrón
Por su parte, el homenajeado, no tuvo palabras más que para agradecer al presidente “en particular” y al Consejo de Gobierno “en general”, el importante galardón que se le ha otorgado y que dijo le llena de orgullo.
Chocrón se definió como un hombre venido “de una familia numerosa de clase media”, que tuvo la suerte de querer y poder quedarse en su tierra a costa de renunciar a oportunidades de las que sólo comentó que podrían haber cambiado el rumbo de su vida pero que, en realidad, podrían haberle reportado mucha mayor promoción y proyección profesional.
Sus palabras fueron, no obstante, de reconocimiento y agradecimiento a quienes le han apoyado y brindado oportunidades a lo largo de su carrera: al Hospital Militar, donde desempeñó gran parte de su profesión hasta su jubilación como médico de la sanidad castrense; a su esposa Maite; a sus hijos, “lo mejor que me ha pasado en la vida’; a sus padres, “que hoy se asomarán a este acto desde el balcón del más allá”; y a sus hermanos, especialmente a aquellos que “por imperativo de la vida tuvieron que emigrar al extranjero, guardando día a día a Melilla en su corazón. Los auténticos melillenses –apostilló- que añoran y rememoran cada rincón de esta tierra”.
Y, por supuesto, “a sus pacientes, sin los que nada hubiera sido igual. Hoy –finalizó- tengo la suerte de atender a la segunda generación”.
El acto, que empezó poco después de la diez de la noche, finalizó pasada la una y media de la madrugada ya del jueves, entre enhorabuenas y felicitaciones al homenajeado, que junto a su familia y primeras autoridades inmortalizó el momento en innumerables fotografías.
Desde aquí, nuestra enhorabuena también a Moisés Chocrón por tan merecido galardón.
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