Opinión

La celebración de Mawlid al-Nabi

La noche del 15 al 16 de septiembre, comienza una de las celebraciones más importantes para la comunidad musulmana como del nacimiento de su Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones, que coindice con el día 12 de Rabi‘ al-awwal, tercer mes del calendario islámico, siendo la fecha más aceptada si atendemos a los varios relatos que se barajan sobre su fecha. Siguiendo con la tradición del mawlid, las mezquitas de Melilla se iluminarán y los rezos se alzarán, en elogio del Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones. Los musulmanes de todo el mundo conmemoran en este día el natalicio de la persona más influyente de la historia.

Desde tiempos lejanos—aunque no es una festividad como tal—se ha observado esta conmemoración como un día de agradecimiento a Allāh, por la llegada del profeta Muhammad al mundo —sobre él sean la paz y las bendiciones—, y se ha celebrado durante siglos como un reflejo del amor hacia él en las sociedades islámicas, siendo una conmemoración que se vive en comunidad sobre todo en familia.

Son cientos los elogios que los sabios musulmanes han ido componiendo casidas o poemas llamados mawlidiyyāt en las que elogiaban al Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones.

Un ejemplo lo tenemos en estos versos:

«[…]

¡Pregunta en el convento del desierto lo que le manifestó el monje!

El universo fue unánime en felicitarse por su nacimiento,

cubriendo la tierra con estandartes en su honor»

Unos versos de la archiconocida “Oda del manto” llamada comúnmente al-Burda, aunque su título fue “Los astros resplandecientes por el elogio de la mejor de las criaturas” que escrita por el sabio al-Busīrī, egipcio, marroquí y beréber (m. 1294) recoge una larga ristra de elogios hacia la persona del Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones, siendo estos un claro ejemplo de amor y estima hacia su persona. Aquí se recogen unos versos:

(46) atribúyanle a su persona toda la nobleza que quieran, y a su valor toda la inmensidad que deseen.

(47) La excelencia del Enviado de Dios realmente no tiene límite, y quien está

dotado de palabra no le puede describir exhaustivamente.

Posiblemente sean los versos más repetidos en las conmemoraciones de todo el mundo islámico.

No fue hasta el siglo XII cuando, al parecer, el aniversario del Profeta comenzó a adquirir un carácter más popular en La Meca, instaurándose como una celebración generalizada, distinta de la primitiva observancia íntima y personal que había sido hasta entonces. Cuando los ceutíes allá por el siglo XII le pidieron al eminente profesor y juez Cadí ‘Iyād (1083–1149) que redactara un opúsculo en el que describiera al Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones—éste atendió su demanda escribiendo una de las obras más leídas en el mundo musulmán, y traducida a un buen número de idiomas, llamada as-Shifā que comenzaba la obra con esta elocuente introducción para hacernos una idea sobre la magnitud del respeto y la estima que se le tiene al Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones—, comenzaba así su obra:

“Les envió un mensajero, de una descendencia pura de entre árabes y no-árabes, del más distinguido linaje y del más alto rango, de una inteligencia y paciencia sin par de entre la creación; de un conocimiento y una comprensión verdaderamente del más alto nivel; su convicción, así como su determinación son de una gran fortaleza; su compasión para con otros al igual que su misericordia superan a la del resto de los mortales. Allāh lo purificó en cuerpo y alma; le preservó de defectos y de deshonra; le dotó de sapiencia (hikma), de buen criterio y de la virtud de una correcta deliberación y de un recto juicio. Abrió con él, ojos cerrados, corazones replegados y oídos sordos... Dijo el Altísimo: {“Pues quien sea ciego [de corazón] en esta [vida] seguirá ciego en la Otra Vida, y más alejado aún del camino [de la verdad”]}”

En otra parte de la obra comenta:

“No puede escapar para quien haya adquirido el más mínimo atisbo de conocimiento, o que haya alcanzado el más minúsculo grado de entendimiento, el engrandecimiento que hace Allāh del valor de nuestro Profeta—Allāh le bendiga y salve— y sus particulares virtudes, de excelentes cualidades, y de méritos que no podrían abarcarse ni encasillarse bajo un sólo parámetro, y es tal el sumo elogio que hace a su elevada posición que provocaría el cansancio de los más elocuentes [en declararlo] y de los más hábiles escribas [en redactarlo].”

Posiblemente, después de la recitación del Corán, la lectura de Shifā del Cadí ‘Iyād y el canto de algunos versos de la Oda del manto (al-Burda) sea lo más repetido en las conmemoraciones de todo el mundo.

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