“La Castrense es donde mejor se aprecia la unión, la simbiosis entre los melillenses y el Ejército”

Se cumplen cien años de la iglesia parroquial castrense de la Purísima Concepción, un bellísimo edificio religioso. El Faro entrevista a la historiadora Isabel Migallón.“Esta iglesia es emblemática para la ciudad de Melilla quizá porque es el lugar, en mi modesto entender, donde mejor se aprecia la unión, la simbiosis entre la ciudadanía melillense y el Ejército”, comenta.

-Nos podría hablar de quién, hace 100 años, impulsó este proyecto.

-Antes de 1920 Melilla contaba con una Capilla Castrense ubicada en un barracón que, al parecer, estaba cercano al denominado “Muro X”, lo que hoy conocemos como Avenida del General Macías.

En febrero del citado año llega a Melilla el nuevo comandante general, Manuel Fernández Silvestre, acompañado de su madre, Doña Eleuteria Silvestre Quesada, y de sus hermanas, Ángeles, Mercedes y Carmen. Él había enviudado en 1907 durante su anterior estancia en Melilla. De hecho, su mujer, Elvira Duarte Oteiza, está enterrada en el cementerio de la Purísima Concepción.

Pensamos que a Doña Eleuteria aquella Capilla le debió parecer pequeña para la población militar que entonces ya había en la ciudad. Pronto se puso“manos a la obra” y comenzó una cuestación para recaudar fondos. En los primeros días de mayo ya se había reunido la no despreciable cifra de 4.900 pesetas.

No cabe duda que el “alma mater” de la actual Capilla Castrense fue la madre del comandante general.

-Francisco Carcaño, figura importante la para ciudad de Melilla.

-Es una de las figuras más significativas del siglo XX en Melilla. Nació en Torrevieja (Alicante) y junto a su familia se desplazó a esta ciudad siendo muy niño. Siguiendo su vocación militar, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara.

Curiosamente, su primer destino estuvo en Melilla. Aquí nos ha dejado una buena muestra de su labor como tal pero no podemos obviar su faceta de escritor.

Dos obras de obligada lectura para conocer la ciudad en esos primeros años del siglo XX son, sin duda, La Hija de Marte y Rifeñerías.

También era asiduo colaborador de El Telegrama del Rif en el que escribía con el pseudónimo de Parravichino.

En noviembre tendremos la oportunidad, como ya he apuntado, de conocer más datos sobre la vida de este gran ingeniero que tristemente murió demasiado pronto en la Guerra Civil.

-Cien años, son muchos años, desde su construcción hasta la fecha actual. Imagino que se han realizado importantes modificaciones en la decoración de la misma. Háblenos de ellas.

-Nuestra Capilla Castrense, al igual que cualquier edificación, ha sufrido el inexorable paso del tiempo. Ha habido quizá más modificaciones internas que externas.

Tristemente, no tenemos constancia documental de todo. Sí sabemos que en 1929 se realizaron una serie de arreglos. Con posterioridad, se construyó la casa contigua.

El terremoto de 2016 hizo mucho daño en su estructura, sobre todo en la fachada y torres, y debieron ser apuntaladas. Durante meses los melillenses convivimos con esa imagen, que nos producía tristeza pero a la vez alegría porque gracias a Dios, todo había quedado en un susto.

En lo referente al interior sabemos que para la inauguración se construyeron cuatro altares. Tres en la Comandancia de Ingenieros de la ciudad y el Altar Mayor por una empresa de Barcelona.

Todos fueron costeados por las distintas Unidades.

A día de hoy, no están; no sabría decir con certeza cuándo se quitaron y por qué. Es un tema que estamos investigando.

Las magníficas vidrieras que cubren los ventanales tampoco son las originales. Las primeras se hicieron en Alemania.

-¿Podría explicar cómo se gestó el centenario?

-Este centenario comenzó a gestarse el pasado año. El páter Francisco Sierra habló con nosotras, me refiero a Maribel Pintos Mota y Mª Elena Fernández Díaz, para que le ayudásemos. A partir de entonces nos pusimos “manos a la obra” en busca de información.

Las tres apasionadas por la Historia, Maribel Pintos es enfermera, enamorada de la historia y el patrimonio. Fue de 2017 a 2021 presidente de la Fundación Melilla Ciudad Monumental. María Elena Fernández es doctora en Historia y profesora.

-¿Qué actividades han pensando para celebrar el centenario?

-El pasado martes 26 de septiembre se presentaron las actividades que se han previsto realizar con el apoyo de la Comandancia General y la Consejería de Cultura y Patrimonio Cultural de nuestra ciudad.

Mª Elena Fernández y yo hemos impartido una conferencia en la que hablamos de un período concreto: 1920-1923. Es decir, desde que nace la idea de su construcción hasta la bendición el 22 de noviembre de 1923.

Hasta la citada fecha hay previstos un concierto de música sacra y otra conferencia sobre la figura de Francisco Carcaño y los ingenieros militares.

Como colofón se tiene pensado realizar una exposición histórica.

Hay una página web http://parroquiacastrensemelilla.es en la que podemos encontrar un amplio abanico de información tanto de la Capilla y lo relacionado con ella como del centenario.

-Acaba de hacer mención a una exposición ¿en qué va a consistir?

-Para la realización de la misma hemos sido comisionadas tres personas: Maribel Pintos Mota, Mª Elena Fernández y yo.

La idea es hacer un recorrido histórico que parta desde esa primera idea propuesta por doña Eleuteria, los años correspondientes a la construcción para finalizar con el anhelo cumplido de esta mujer, la Capilla Castrense. Es decir, una zona donde se expondrá material que es propiedad de la misma. Adelanto que hay algunos objetos “maravillosos” que se custodian en el templo.

Hace meses que empezamos a trabajar en ella, con mucha ilusión, con el deseo de dar a conocer a melillenses y foráneos la historia y patrimonio de la Capilla Castrense de la Inmaculada Concepción.

El lugar elegido es uno de los salones del Casino Militar.

-¿Por qué cree usted que esta iglesia es emblemática para la ciudad de Melilla?

-Quizá porque es el lugar, en mi modesto entender, donde mejor se aprecia la unión, la simbiosis entre la ciudadanía melillense y el Ejército. Como su propio nombre indica es la Capilla Castrense, pero desde un primer momento ha estado abierta también al personal civil. Y así sigue siendo a día de hoy.

Un factor muy importante también en su devenir es la existencia de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Humillado y María Santísima de la Piedad, que atrae a muchos fieles.

-Alguna anécdota o historia curiosa de esta iglesia...

-En cien años estoy segura que han ocurrido multitud de circunstancias, de anécdotas que yo desconozco. Para mí es importante y a destacar que fuesen dos mujeres las que lucharon por que se llevase a cabo su edificación. La primera, ya citada, doña Eleuteria Silvestre Quesada y la segunda, Mª Nieves Quiroga Pardo Bazán, hija de la gran escritora Emilia Pardo Bazán. Ella fue quien en 1921, al asumir su marido, José Cavalcanti el mando de la Comandancia General de Melilla tras la desaparición de Silvestre, intentó que se reanudasen las obras. Algo que no se logró hasta noviembre de 1922.

El papel desempeñado por estas dos mujeres fue muy importante. En agradecimiento a doña Eleuteria, a una de las campanas se le dio su nombre.

-Para llevar a cabo todas estas actividades, sobre todo en las que participa, habrán contado con algún tipo de ayuda ¿no?

-Conmemorar un centenario no es un evento cualquiera. Tengo la suerte de haber participado con anterioridad, junto a Maribel Pintos, en dos que coincidieron en el tiempo, en 2018. Me refiero a la Iglesia del Sagrado Corazón y al Faro.

Naturalmente se necesita ayuda y siempre es bienvenida. El día que nos subimos a este “barco” sabíamos que adquiríamos un gran compromiso y que iba a suponer muchas horas de trabajo y dedicación. Pero también digo que es muy ilusionante y produce gran satisfacción saber que pones tu “granito de arena” en algo tan importante.

Aprovecho la ocasión para agradecer el apoyo que están brindando tanto la Comandancia General como la Consejería de Cultura y Patrimonio Cultural. Y, para la exposición, el Centro de Historia y Cultura Militar y el Regimiento de Ingenieros.

Sin olvidar a las personas que amablemente nos están cediendo sus fotografías familiares para ilustrar los cien años de historia.