Camila Hassan Taurel se hizo cargo, tras la muerte de su marido, Samuel, de la empresa familiar desde 1912 hasta 1943. Estar al frente de un negocio en la Melilla de aquellos años, siendo mujer y judía, en unos tiempos muy convulsos tanto en España como en el mundo, no debió de ser tarea fácil. Sin embargo, durante esa época, la firma vivió una etapa magnífica. Por eso se ha elegido su imagen para ilustrar la portada del libro ‘La Casa Salama. Melilla 1870-2017’, que hoy jueves será presentado, a las 20:00 horas, en el Aula 10 de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Camila fue la bisabuela de Moisés Salama, coordinador de este libro que recopila la historia de esta conocida familia melillense desde 1870 hasta este año, al tiempo que hace un recorrido por las vicisitudes a las que se ha enfrentado nuestra ciudad a lo largo de este siglo y medio.
El también director de la Semana de Cine de Melilla explica a El Faro que un día sintió el “deber” de documentar la historia de sus antepasados. Actualmente vive en el mismo lugar donde nació, en un céntrico edificio melillense que también alberga la sede de la empresa. Y en ese continuo subir y bajar de escaleras de la casa a la oficina y al contrario, Moisés detalla que se le agolpaban en la mente recuerdos de su infancia. “Ya no están muchos de mis familiares y me pesó la nostalgia”, indica.
“Toda la historia está en la ventana del patio, en el piso de abajo, en la azotea, en la oficina. ¿Y antes de todos estos recuerdos?”, se pregunta Moisés en el prólogo de la obra.
Invadido por la melancolía, se decidió entonces a dar vida a esta obra y encargó la labor de investigación al historiador Aitor Ruiz. A lo largo de un año, el joven buceó en las carpetas con polvo que había en la empresa y, al mismo tiempo, en los archivos de la ciudad y en los periódicos locales antiguos. Asimismo, también realizó entrevistas orales a antiguos trabajadores de la empresa y a miembros de la saga Salama como a su madre. “Hizo un trabajo durante muchos meses espectacular. A mí mismo me sorprendió”, rememora. Porque la cantidad de información obtenida fue ingente y muy “detallada y exhaustiva”, concreta Moisés.
“Daba para dos libros. Había mucha información que había que podar”, subraya. Y es que la obra comienza en 1870, algo después de que Joseph Salama, de 35 años, llegara a Melilla alrededor de 1864 acompañado de su hermano Jacob, procedentes de la zona de Tetuán, huyendo de la guerra hispano-marroquí.
Detalla que durante la investigación se obtuvo información tan precisa como, por ejemplo, la descarga de un barco en 1917 y todos los detalles de la mercancía que en él había.
Por ello, Sonia Gámez, profesora de Historia, se encargó después de editar y darle una forma más literaria a la labor que había llevado a cabo Aitor. Además, a lo largo de los diferentes capítulos, miembros de la familia han redactado el perfil de alguno de los integrantes de los Salama de los que se hablaba en esa parte de la obra.
“El perfil de mi padre está hecho por mi hermano; el de mi abuelo, por mi primo; el mío, por mi hermano... Y en esos perfiles nos permitimos contar cosas como quiénes eran sus amigos, qué aficiones tenían”, relata.
El resultado es un trabajo “muy personal”, según asegura Moisés, al tiempo que añade: “El libro tiene sentido para los historiadores y para nosotros”.
La obra, que no está a la venta, incluye un facsímil de un árbol genealógico de la familia y a lo largo de sus 315 páginas aparecen fotografías de la familia e imágenes de diferentes documentos que corroboran la historia de los Salama.
Se han editado 250 ejemplares para las personas más cercanas a la familia y Moisés insiste en que esta obra nació simplemente con la humilde vocación de recuperar la memoria de sus antepasados. El libro busca ser una memoria fiel y no esconde disputas en la famila.
La llegada de los hermanos Salama a nuestra ciudad coincide con la primera oleada de judíos desplazados a Melilla. El conflicto entre España y Marruecos generó en Tetuán una dura represión a las personas no musulmanas, que sufrieron saqueos y ataques, lo que provocó la salida masiva hacia otras partes del país vecino y también hasta nuestra población.
El libro dedica también un capítulo a la llegada de los primeros judíos a la ciudad y al “precario arranque de la actividad comercial en la Melilla amurallada”. En ‘La Casa Salama’ se recuerda que los hebreos estaban en aquella época “sujetos a un fuerte tributo y excluidos de cualquier función pública”. Esto les dejaba escasas alternativas profesionales, por lo que se dedicaban casi en exclusiva al comercio y a la banca.
Un negocio diversificado
A lo largo de todo el recorrido del negocio familiar de los Salama, la empresa ha tocado diversas ramas aunque Moisés detalla que la actividad que siempre se ha mantenido es ser representantes de navieras, por lo que su historia está muy vinculada al puerto. A lo largo de este tiempo, también han sido agentes de seguros, incluso han tenido una banca y también montaron una tienda pionera en importar objetos de toda Europa.
El libro mira al pasado pero ¿cuál es el futuro de la empresa familiar? Moisés dice que el reto del negocio, que representa en la actualidad a varias navieras en nuestra ciudad, es mantenerse. “Melilla es siempre una incertidumbre. Es un equilibrio muy frágil”, asegura.
“Cuando pasen otros cien años quizás algún descendiente de nuestra familia sienta la misma curiosidad que yo tuve y este libro pueda ayudarle a comprender la historia de sus antepasados”, concluye Moisés en el prólogo de ‘La Casa Salama’.
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