Opinión

La carpeta “Melilla y Ceuta” de D. Juan Bravo

NOS CONFESÓ el otro día D. Juan Bravo, vicesecretario general de Economía del Partido Popular, que ya tiene abierta una carpeta – aún no sabemos el color, pero se supone que es azul como nuestro cielo, nuestro mar y nuestra bandera- en la que irá incluyendo los temas relativos a ambas Ciudades con las medidas y soluciones que propondrá a Feijóo poner en marcha si consiguen gobernar en la próxima legislatura. La había titulado “CEUTA Y MELILLA” y me permití la confianza de insinuarle que lo cambiara por el de “MELILLA Y CEUTA” y D. Juan que, además de ser un gran gestor público y un gran comunicador está demostrando ser un gran político, rápidamente, recogió la indirecta y aceptó el cambio de nombre.

Al día siguiente, mi amigo Gabi -que se autocalifica como “enanito gruñón”- comentó en Twitter que “Algún día se hablará del daño que hace el "Ceuta y Melilla" que no nos parecemos en nada. No podemos estar en el mismo saco, es más somos competidoras” y esto me ha hecho pensar y casi tengo que darle la razón.

Cierto es que tenemos muchas cosas similares. Somos los dos únicos trocitos de España y de Europa que estamos situados en el continente africano. Ambas ciudades forman parte indisoluble de la Corona de España desde el siglo XV (Melilla) y del XVI (Ceuta) y su pertenencia fue ratificada por el pueblo español en la Constitución del año 1978.

Tenemos un mismo régimen fiscal que data de tiempos inmemoriales. A finales del siglo XIX nos declararon Puertos Francos y desde la Ley de 22 de diciembre de 1955 nos configuramos como Territorios Francos a efectos aduaneros. Igualmente, tras ser rechazada por intereses del PSOE, la inclusión de nuestras Ciudades en la Junta preautonómica de Andalucía, nos dieron el estatuto de Ciudades Autónomas en marzo de 1995.

Nuestra realidad como ciudades fronterizas nos han convertido en unas ciudades multiculturales, como la antigua Toledo, en la que convivimos gentes de distinto origen, distinto credo y distintas costumbres milenarias. Y eso es bueno, mientras no se intente usar esas mismas diferencias con intereses políticos para separarnos a las distintas comunidades que convivimos en paz y armonía. También es compartida la presencia del Ejército español en ambas ciudades y el honor de ser la sede de los Tercios 1º y 2º de la Legión desde su creación en 1920 y de las Fuerzas Regulares que se crearon en 1911 en Melilla y que, posteriormente, durante la campaña de Africa también se instalaron en Ceuta.

Carecemos también ambas ciudades de recursos naturales, tenemos escasos recursos hídricos y limitada capacidad de generación energética -en Ceuta se solucionará más pronto que tarde con la conexión por cable desde la Península- escaso capital natural y una juventud poco formada profesionalmente que permita desarrollar nuevas actividades económicas alternativas al comercio fronterizo.

Pero creo que aquí acaban las similitudes. De entrada, no estamos a la misma distancia de la Península. Desde Ceuta, se puede ver fácilmente la costa del otro lado del Estrecho. Desde Melilla, como mucho podemos divisar la silueta de las Islas Chafarinas los días de poniente. Nosotros tenemos aeropuerto –“aterrisaero” como le llamaba mi “casi hermana” sevillana Rosalía Aguilar- y en Ceuta solo helipuerto desde hace pocos años. Pero la frecuencia de los barcos que la unen a Algeciras y el menor precio de los transportes de personas y mercancías difieren y mucho de los que soportamos en Melilla.

La sanidad en ambas ciudades se gestiona directamente por el Estado a través del Ingesa y la misma, a juicio de los profesionales sanitarios y de los usuarios, deja mucho que desear. En Ceuta, disfrutan de las capacidades propias de un Hospital Universitario desde 2010 manteniendo abierta la instalación del H. Militar mientras que en Melilla se derribó el H. Pagés para en su lugar construir el nuevo Hospital que ya veremos cuando entra en funcionamiento. Esperemos que no sea de forma gradual y ordenada, para evitar avalanchas, como se pretende hacer con la reapertura de la aduana.

Esta es la gran diferencia que podíamos anotar a favor de Melilla. Nosotros hemos disfrutado de la aduana comercial con el actual Reino de Marruecos, nuestros amistosos y nada fiables vecinos, desde 1959 hasta que en julio decidieron bloquear las exportaciones desde Melilla. Quizás por ello, en las últimas décadas, Melilla había orientado su economía hacia el comercio fronterizo casi en exclusiva mientras que en Ceuta enfocaron su comercio “mirando al norte” con las “matuteras” y los “paraguayos” peninsulares. Su situación en el Estrecho facilitó la actividad portuaria del “bunkering” teniendo a las compañías Dúcar, CEPSA e Ybarrola como competidoras de las instaladas en Gibraltar y Algeciras. Por otra parte, hay que reconocer que la sociedad civil en Ceuta ha sido más activa y emprendedora que la de Melilla. La creación de ciertas industrias (cervezas, gaseosas, chocolate, conservas, harinas, salazones) que en algunos casos fueron emuladas por esos mismos empresarios en nuestra Ciudad hasta que la entrada de España en la Unión Europea y los acuerdos de pesca con Marruecos acabaron con la mayoría de ellas.

Pero ahora somos competidores por un mismo mercado y además hemos perdido la ventaja de la aduana comercial. Teniendo las mismas “herramientas” fiscales, la misma escasa capacidad legislativa y las mismas fuentes de financiación tanto de los Presupuestos Generales del Estado como de la Unión Europea lo cierto es que Ceuta las han sabido aprovechar mejor. Un editor de un periódico ceutí de visita en nuestra ciudad hace unos días comentaba que allí se nota en las calles la inversión de esos dineros y que la gestión de esos fondos ha sido mejor allí en los últimos 20 años. Será culpa de nuestros gobernantes -como apuntaba el otro editor ceutí- que no han sabido gestionar bien los recursos. También de no haber sabido vender las mismas ventajas fiscales y de no haber sabido solucionar el mayor problema de nuestra ciudad -el coste de los transportes- añado yo, de no haber agilizado la “burocracia” funcionarial -como la define el editor local- y enzarzarse en disputas y rencillas personales no anteponiendo el bien común por encima de sus intereses partidistas.

Pero también es culpa de nosotros los empresarios. Por nuestro conformismo. Por nuestra falta de visión. Por nuestra falta de unidad y capacidad para hacer fuertes nuestras organizaciones empresariales y dejar morir en 2.016 una Cámara de Comercio centenaria y no exigir a Cámara de España que tenga una delegación en nuestra Ciudad como prevé el artículo 37 de la Ley 4/2014 : “La Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de España representará y prestará servicio a las personas físicas o jurídicas previstas en el artículo 7.1 que se encuentren en un territorio que no cuente con su correspondiente Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación como consecuencia de su extinción, siempre que su tutela correspondiera a la Administración General del Estado”. Blanco y en botella.

Si los empresarios de Melilla no somos capaces de luchar y alzar la voz en estos momentos por el futuro de Melilla es que no merecemos ser empresarios ni hijos de tantos melillenses que desde hace siglos han mantenido viva esta Ciudad. No le echemos la culpa solo a los políticos -que la tienen y mucha- sino a nosotros mismos por no hacer lo suficiente para exigirles que defiendan con uñas y dientes el presente y el futuro de nuestra Melilla. A ver si espabilamos y no nos dejamos comer la tostada por nuestros hermanos caballas.

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