Tribunales y Justicia

La Audiencia Nacional juzga a un hombre y dos mujeres de Melilla por reclutar a esposas para yihadistas

Agentes de la Policía Nacional detuvieron el 16 de diciembre de 2014 a siete personas en el marco de una intervención conjunta entre España y Marruecos. Fue bautizada como la ‘Operación Kibera’. En Melilla se arrestó a un hombre y a dos mujeres, mientras que en Barcelona y Ceuta se detuvo a otras dos. En la parte marroquí se localizó a los dos directores de la red, centrada en la captación de mujeres para que se unieran a las filas del Estado Islámico en Siria e Irak, como esposas de los combatientes. Ambos fueron condenados. Las otras cinco personas comparecerán hoy en la Sección Segunda de la Audiencia Nacional, en Madrid, como acusadas de un delito de integración en organización terrorista. Para el hombre se reclama una pena de ocho años de cárcel, mientras que para las mujeres piden siete años.

En el escrito de la Fiscalía, firmado por la actual ministra de Justicia, Dolores Delgado, y al que ha tenido acceso El Faro, se especifica que los procesados tenían como rasgo común “su proceso de radicalización y su actividad de captación”, así como la finalidad de desplazarse a Siria para incorporarse a la organización terrorista. Para ello se servían principalmente de las plataformas de Facebook y WhatsApp.

De acuerdo con la acusación, el acusado, Y. M. M., estaba “al frente de la célula de captación de mujeres”. Para ello, seguía “los postulados salafistas yihadistas” y contaba con los medios de adoctrinamiento necesarios para el reclutamiento, según se recoge en el escrito Fiscalía. La forma de abordar a las mujeres siempre era similar: comenzaba su contacto con un mensaje inesperado, enviado desde un móvil desconocido. Así ocurrió en el caso de W. M. A., una de las cuatro encausadas con la que mantuvo “una estrecha relación”, siendo ella “la correa de transmisión” con el resto de mujeres que pertenecían a esta célula.

El hombre fue detenido en su vivienda de Melilla, en la calle Brasil (Cabrerizas), donde se intervino material de adoctrinamiento.

Matrimonio con yihadistas

En el caso de W. M. A., según la acusación de la Fiscalía, fue una de las “dinamizadoras de la red de captación” de mujeres, a las que animaba a emprender un viaje con el objetivo de alistarse en el Estado Islámico. Ella explicaba las rutas destinadas al paso de personas por las fronteras turco-sirias y también distribuía propaganda del Daesh.

“Tenía la función de proponer y convencer a las jóvenes para que realizaran el viaje a territorios de conflicto, llegando a ofrecerles la oportunidad de conocer a jóvenes yihadistas para casarse y desplazarse a dichas zonas”, se expone en el documento. La Fiscalía también considera que se encargaba de adoctrinar a las mujeres que reclutaba.

Otra de las encausadas, C. B. A, fue captada por la red hispanomarroquí para su integración al Estado Islámico, según se explica en el escrito del Ministerio Público. “Tras un proceso de radicalización orientado a su convencimiento para viajar a zona de conflicto, inició los preparativos de su viaje, al tiempo que interactuaba en redes sociales, especialmente en Facebook y WhatsApp, para distribuir contenidos propagandísticos”, sostiene la acusación. Supuestamente, ella también reclutaba a mujeres “en el yihadismo combatiente”, y así lo declaró un testigo protegido del caso.

Esta acusada llegó a recibir financiación de los “facilitadores de la red” para viajar a Siria. Con este propósito, se desplazó a Málaga en septiembre de 2014, desde donde pretendía viajar a Bulgaria para llegar a Turquía y continuar hacia el país sirio. El viaje, definitivamente, no se realizó, pero continuó con los preparativos para hacer un nuevo desplazamiento, según el escrito de la Fiscalía de la Audiencia.

Detenida en Beni Enzar

La procesada F. A. M., supuestamente, era otra de las integrantes de la célula. El 2 de agosto de 2014 fue detenida en la frontera de Beni Enzar en compañía de una menor, que es testigo protegido del caso. Según la Fiscalía, trataban de cruzar la frontera hacia Marruecos para celebrar “un encuentro con miembros de una red de captación y envío de combatientes”, para desplazarse posteriormente a Irak y unirse al Estado Islámico. “Realizaba funciones de auxilio a las personas que previamente habían sido captadas para facilitar el tránsito hacia Siria e Irak”, se describe en la acusación.

La quinta encausada, F. C. P. O., solía interactuar a través de las redes sociales mediante la difusión de propaganda multimedia yihadista. En uno de sus dispositivos se encontraron 21.098 archivos “con alto perfil radical yihadista” en apoyo al Estado Islámico, Al Qaeda y sus líderes, a favor de la yihad y la instauración del califato universal. Tenía 141 imágenes de su hijo posando con la bandana que representa al Daesh en la cabeza. Otras de las fotografías muestran la muerte de personas por decapitaciones, ametrallamientos o ejecuciones, según la Fiscalía.

El juicio que hoy arranca podría prolongarse toda esta semana.

La captación a través de las redes sociales, dividida en tres fases

Redes sociales como Facebook han sido claves para detectar y localizar a mujeres que son “sensibles” al mensaje yihadista, para dar lugar a un proceso de radicalización. Así se expone en el escrito de acusación del procedimiento por el que hoy comparecerán cuatro mujeres y un hombre ante la Sección Segunda de la Audiencia Nacional, en Madrid. En el documento de la Fiscalía, firmado por la actual ministra de Justicia, Dolores Delgado, se explica que la captación se desarrollaba en tres etapas distintas.

En un primer momento, se recurría a las redes sociales para insertar mensajes que resaltasen “la crisis de valores” de la sociedad occidental. En los mismos, se manifestaba que esto sólo podía ser compensado a través de la interpretación “extrema” de los valores del Islam. “En ese punto localizaban a futuras candidatas, si estas interactuaban y reaccionaban positivamente al mensaje”, recoge el Ministerio Público.

“En un segundo paso, tras esa selección inicial, estas mujeres eran conducidas a espacios virtuales más restringidos, como los grupos de WhatsApp”, continúa explicando Delgado en el escrito. Estos foros eran administrados por “captadoras activas”, que solían emitir mensajes subliminales acerca de la necesidad de “pasar a la acción” en la lucha del Estado Islámico acudiendo a las zonas de conflicto.

“Finalmente, en un tercer momento y tras la selección de aquellas que habían manifestado su disposición a pasar a la acción, el proceso culminaba con el contacto personal preparatorio para el desplazamiento”, se resume en el escrito de la causa.

El perfil de las mujeres seleccionadas se correspondía con jóvenes, algunas menores de edad, desempleadas o estudiantes, pero con resultados “mediocres”. No obstante, tenían que tener unos “conocimientos y un uso de redes sociales avanzado”.

La célula se fijaba en mujeres que tuvieran “una visión romántica” de la hipotética vida que llevarían bajo la tutela del Estado Islámico. Así, se pretendía que se imaginasen como “verdaderas guerreras yihadistas”, viviendo junto a “un esposo muyahadin (combatiente) perfecto” desde el punto de vista sentimental.

De acuerdo por lo expuesto en el escrito acusatorio, en la mayoría de las ocasiones las jóvenes que llevaban a cabo las tareas de reclutamiento lo hacían con el desconocimiento de su círculo más cercano.

Por su parte, el Ministerio Público considera probado que en la estructura de la organización había distintos roles. Por un lado, están los “directores”, que son varones ubicados en la retaguardia, responsables de la red de captación y envío de yihadistas, cuya única finalidad es desarrollar los medios necesarios para desplazar a las regiones controladas por el Estado Islámico en Siria e Irak.

Tenían que captar a mujeres que sirviesen como ‘muyahidín’ (guerrera) o como “servidoras sexuales de los terroristas”. Para ello, los directores acuden a chicas que asumían el papel de reclutadoras activas, para poder acceder a la base de la estructura, según expone en el escrito la Fiscalía.

Son estas mujeres las que, siguiendo instrucciones, se mueven por las redes sociales y se encargan de buscar a potenciales víctimas para enviarlas a las zonas de conflicto al servicio del Estado Islámico.

El tercer rol es el que asumen las víctimas, según argumenta la acusación. “Sufrían un proceso de radicalización para convencerlas de su integración”, se relata en el documento. “Durante este proceso, las chicas sufrían una transformación importante en su comportamiento, muchas veces con el total desconocimiento de las familias o entorno más cercano”, concluye la Fiscalía.

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