Julio Guinea: "Marruecos quiere tener buenas relaciones con la UE y eso también le disuade de meterse con España"

El doctor y profesor de Historia y Derecho Europeo conversa con El Faro acerca de cómo afectan a Melilla los desafíos que enfrenta la Unión

El plan de rearme de la Unión Europea supone un claro cambio de paradigma en la propia naturaleza de esta comunidad supranacional.

El doctor y profesor de Derecho de la Unión Europea en la Universidad Europea de Madrid, Julio Guinea, ha conversado con El Faro acerca del papel de la UE en el plano internacional y sobre cómo afectan a Melilla los desafíos que enfrenta la Unión.

-Comencemos por la rigurosa actualidad. La Unión Europea se enfrenta a una situación inédita como es el nuevo plan de rearme ...

-Ahora mismo lo que la Unión Europea tiene en mente es que tiene que hacer un esfuerzo en su propia seguridad y defensa. Durante décadas, la UE no se ha metido en el tema de la defensa porque no había un interés político para ello.

Hasta la década de los noventa, la Unión estaba vetada para articular una defensa estructurada, porque para eso teníamos dos organismos internacionales: La OTAN, que la seguimos teniendo y la Unión Europea Occidental. Esta última era una organización de defensa que desapareció en el 2011 y sus capacidades fueron, en buena medida, transferidas a la UE.

La Unión Europea había trasladado su defensa mayoritariamente a la OTAN, donde Estados Unidos estaba detrás y donde vivíamos de las rentas. Pero desde la llegada de Donald Trump a su segundo mandato, se ha puesto en entredicho el verdadero papel de esta Alianza. El artículo 5 del Tratado de Washington, de defensa colectiva, parece que ya no tiene tanta validez y los líderes europeos se han tomado en serio ese reto de que los estadounidenses no estén ahí para garantizarles su auxilio y su ayuda en caso de que estalle un conflicto.

No podemos olvidar que estamos en uno de los momentos más peligrosos para Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Tenemos una guerra en nuestro suelo, pero los estados han vivido de espaldas a dicha guerra desde el 2022. Tenemos símiles como la falta de alertas de las autoridades en la Filomena o en la DANA como ejemplo que ilustra la falta de habilidad de los políticos a la hora de identificar los retos a los que se enfrenta la población, pero hoy tenemos un gran reto en nuestra seguridad. 

La necesidad está sobre la mesa y el principal escenario al que nos enfrentamos consiste en rearmarnos ¿El motivo? ni siquiera tenemos la suficiente capacidad de dar pólvora a un país que se está defendiendo de una agresión.

Hemos abandonado nuestro sector de la defensa porque no estaba bien visto en los estados del bienestar. Ya lo dicen los economistas: "Aquí tienes dinero para cañones o para mantequilla". No está bien visto dedicar dinero a artillería porque las sociedades europeas nos hemos vuelto más pacifistas. Pero el mundo no es para nada más pacifista, más bien lo contrario.

Nos enfrentamos a una gran inestabilidad e inseguridad, a grupos terroristas o a amenazas que nos llegan por tierra, mar y aire. Además, vemos cómo otros actores estatales están planteando serios problemas.

La Unión Europea se construyó sobre la base de dos grandes elementos: Paz más mercado. La paz no está y el mercado ya se ha construido, pero no da tampoco seguridad.

Los instrumentos de la seguridad siguen radicando en el viejo Estado-Nación, que es hoy por hoy la fuerza que nos protege en caso de crisis, que nos da sanidad en caso de virus, que guarda las fronteras en caso de temas migratorios.

-Se ha recomendado a los ciudadanos europeos a hacerse con un kit de supervivencia ¿A qué se debe este cambio de discurso en la UE?

-Cuando llegó la crisis de la COVID, la gente no sabía qué hacer. Los Estados empezaron a dar bandazos, pero de aquella crisis hemos aprendido cómo hacer frente a otras posteriores.

La cuestión es ¿Tendremos el día de mañana una crisis de tipo bélico en Europa? Pues no es descartable, porque el escenario más inmediato a nuestro alrededor se encuentra en una gran inestabilidad. De hecho, un obús mal disparado en Ucrania puede caer en cualquier Estado miembro de la OTAN o de la UE.

¿Cómo pueden responder los ciudadanos europeos ante ese reto? Tendrán que prepararse. Si se observa el mundo en la actualidad, la lógica lleva a no dormirse en los laureles, sino más bien a estar despierto y prepararse para lo que pueda suceder.

En definitiva, el kit de supervivencia que la Comisión recomienda preparar es algo de sentido común.

Un estadista que tuviera visión generacional y altura de miras, se lo diría a su población ¿Por qué a los franceses este verano les va a llegar una guía de cómo prepararse ante determinadas situaciones? Porque tenemos enfrente la amenaza.

Si España todavía no lo ha sentido es porque a lo mejor piensa que su amenaza más inmediata es Marruecos y este está tranquilo, pero yo creo que no lo está tanto. ¿Quién nos dice que no puede aprovechar la inestabilidad para quedarse con un pedazo de territorio? Especialmente sabiendo Marruecos que la OTAN no responde ante Melilla y Ceuta y que tenemos una defensa europea en pañales.

El mundo se está convirtiendo en un escenario donde no hay un respeto por la legalidad internacional ¿Por qué no prepararse ante lo que está por venir?

-Existe también un debate sobre cómo se va a financiar ese plan de rearme ...

-Tenemos que dar un salto en lo político que no hemos hecho porque hemos sido incapaces de tener una voluntad cohesionada, pero ante una amenaza que nos sacude a todos por igual, hay que dar el paso.

En cuanto al gesto que se ha hecho con la defensa europea de invertir 800.000 millones de euros, esa inversión se va a crear a través de, por un lado, un paquete de 150.000 millones de euros que va a ser deuda conjunta europea. Una cantidad que, por otra parte, es completamente insuficiente. El montante restante va a salir de un esfuerzo que cada estado tendrá que asumir.

Pedro Sánchez tendría que haber explicado como España va a hacer frente al esfuerzo presupuestario de incrementar el gasto en defensa. Pues ese dinero tendrá que salir vía o impuestos o deuda, no hay varita mágica.

Lo que más le preocupa al Gobierno central es que este sea un esfuerzo nacional y no un esfuerzo europeo, aparte de que sólo se vea el gasto en defensa como puramente en defensa, cuando tiene que ser pensado en términos de seguridad.

El hecho de que cada estado gaste por separado es la mayor locura que vamos a cometer los europeos en décadas. Lo que tendrían que estar pensando los líderes es en dar el paso y asumir una defensa europea. Esto es, por lo tanto, gastar a escala europea y no a escala nacional. No es lo mismo comprar 5 tanques que 50, no es lo mismo comprar 10 misiles que 500.000.

Gastamos más de 200.000 millones de euros en defensa y aún así nos falta cohesión, nos falta visión de conjunto, eficiencia y estructura.

-Con el comienzo de la presente década se produjo un cambio en el orden mundial ¿Cuál es el papel de Europa en este nuevo escenario global?

-Europa es una potencia de tercer orden regional. No es una potencia mediocre en el ámbito económico y financiero, porque ese es el ámbito donde más nos hemos integrado. En verdad nos hemos federalizado, porque tenemos una unión aduanera, un mercado interior, instrumentos con competencias exclusivas en el ámbito de las finanzas.

Pero en la política exterior y de defensa, somos el hazmerreír. Si para actuar de forma unánime tienen que ponerse de acuerdo 27 estados, Europa ni está ni se la espera.

Algunos estados creen que pueden ir por el mundo como en la época de los imperios, pero tienen que entender que el mundo va a una construcción de bloques y los estados europeos son ladrillos. Si queremos operar como bloque, tenemos que construirlo y esto supone una defensa común y una política exterior unificada, con un verdadero ministro de Asuntos Exteriores. Al final, las unanimidades son la quinta esencia del fracaso más absoluto.

Ya lo decía Jacques Delors: "La Política Exterior y de Seguridad Común es un Ferrari con un motor de dos caballos".

Tenemos una política intergubernamental en una organización internacional que es supranacional y eso casa malamente con unas dinámicas de integración.

En defensa no tenemos nada o apenas nada y en política exterior, sólo tuvimos un ejemplo de unidad cuando actuamos con Rusia, a la que hemos sancionado hasta en 13 ocasiones con distintos paquetes por violación del derecho internacional humanitario. Pero ¿Cuántas veces hemos sancionado a Israel con casi 50.000 civiles muertos?

Hay un doble rasero porque la política exterior depende de lo que quieren los Estados miembros. La política exterior de la UE está cautiva e hipotecada por la unanimidad. Ese es el auténtico fracaso del Tratado de Maastricht que a día de hoy, la Unión Europea sigue arrastrando.

-La inmigración es un punto candente en la UE y Melilla se ubica en un lugar estratégico al respecto ¿También debe de haber una respuesta unida de la Unión?

-Evidentemente. La inmigración se enfoca más en clave nacional que en clave europea. Actualmente, las fronteras las controlan los estados, pero si hubiera un Frontex verdaderamente europeo, sustituiríamos esas fuerzas nacionales y Melilla tendría una buena fuerza de Frontex cubriendo la frontera.

Personalmente, prefiero que se ocupe Frontex porque, sólo ante la Guardia Civil, Marruecos se ríe y ocurren casos como la entrada de 5.000 menores en Ceuta, a los que se les dijo que David Beckham estaba jugando al otro lado.

Como dijo el anterior alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se están usando a seres humanos como armas. Lo hace el dictador bielorruso, Aleksandr Lukashenko, en el norte y lo hace el monarca alauí en el sur.

Hay que tener una respuesta europea contundente, pero para eso tiene que haber una política migratoria plenamente integrada, sabiendo que las fronteras son de toda la Unión. Melilla y Ceuta son una entrada a Europa y, evidentemente, ahí la Unión tiene que poner medios, fuerza y capacidad.

Frontex acaba de ampliar sus fuerzas10.000 efectivos para todas las fronteras de Europa. Eso supone que lo único que harán será apuntalar las fronteras que tengan inseguridad en algún momento puntual, pero no quiere decir que será la fuerza que ocupe el terreno y que proteja a estas fronteras.

Esa falta de armonización y de construcción pasará factura a la larga a entidades territoriales como Melilla y Ceuta. La no Europa en las fronteras se siente más en las dos ciudades autónomas.

-La nueva administración estadounidense, bajo el mando de Donald Trump, tiene unas excelentes relaciones con Marruecos ¿Cómo puede ello afectar a Melilla?

-Que el posicionamiento que tiene la administración norteamericana sea tan favorable a Marruecos y tan crítica con la Unión Europea sólo puede traer más problemas que puntos a favor.

Una de las cosas que más desea Marruecos es comerse Melilla y Ceuta. Pero respeta la soberanía de España por la presencia de unas bases militares bastante importantes en ambas ciudades.

Sin embargo, ahora estamos en un mundo donde si invades el territorio del vecino y mantienes una guerra, no te dicen nada. Si eso ocurriese en las ciudades autónomas, Estados Unidos a lo mejor pediría que no actuásemos. Tenemos los antecedentes del Islote Perejil, cuando Estados Unidos nos dijo que no nos mojásemos, como si aquello nunca hubiera sucedido. Pero España se opuso y a punto estuvimos de entrar en guerra.

Estados Unidos hoy se pondría de lado, máxime cuando en el artículo 5 del tratado de Washington no entra ni Ceuta ni Melilla. No obstante, sí que podría activarse la cláusula del 42.7 del Tratado de la Unión, que dice que, en caso de ataque contra un Estado miembro, todos deben responder.

Entonces, si Marruecos no está metiendo mano es porque a lo mejor la fuerza que tiene España en Ceuta y Melilla disuade y porque hay una cláusula dentro de la Unión Europea que nos protege en caso de ataque. Y es que Marruecos quiere tener buenas relaciones con la Unión Europea y eso también le disuade de meterse con España.

La administración norteamericana rema más a favor de Marruecos que casi de Madrid. El motivo es que lo que sienten Pedro Sánchez y Donald Trump, el uno del otro, no es precisamente amor. Además, ahora mismo a Estados Unidos le viene bien todo lo que sea debilitar a la Unión Europea.

Yo ahora mismo veo a un Estados Unidos más pro marroquí que pro europeo. 

¿Qué opinión tienen sus alumnos de la UE? ¿Cómo ve el futuro de España en la Unión?

-Veo que hay una gran incultura. Los jóvenes no se sienten muy identificados con la Unión o directamente no la conocen. Estos problemas se arrastran en el sistema educativo. Salvo en algunas carreras universitarias, no se enseña la Unión Europea en las aulas. Ello supone que cuando los jóvenes crecen y están en la sociedad civil, la Unión Europea suena como algo que está ahí, pero no se sabe realmente para qué.

Yo pediría más pedagogía, porque lo que no se enseña se desconoce y lo que se desconoce al final se abandona o directamente se desprecia. Lo vimos en el Bréxit, tras el resultado de décadas de anti-europeísmo bien regado y de poca enseñanza por los temas europeos. Te encuentras con una sociedad que abandona todos esos elementos y donde estos se acaban pervirtiendo.

La sociedad tiene que empezar a preocuparse por algo que nos está dando paz, estabilidad, cohesión, progreso, desarrollo y seguridad. Es una manera de bascular recursos de los que más tienen a los que menos tienen, es una manera de construir un espíritu de conjunto, cosa que no hemos tenido a lo largo de muchos siglos.

Pero hoy por hoy ya no nos podemos quedar en eso, tenemos que avanzar hacia un proyecto que geopolíticamente incardine no sólo a nuestra sociedad, sino al mundo. Queremos un mundo basado o al menos inspirado en nuestros valores, los cuales no son la conquista y la colonización, como lo fueron hace sólo un siglo.

Hoy en día, nuestros valores están recogidos en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea y en el artículo 21, en su vertiente exterior. Estos son derechos humanos, estado de derecho, democracia, respeto a las minorías y a la dignidad de la persona humana. Lo que quieren China, Estados Unidos y Rusia no es eso. Si nosotros queremos compartirlo, tenemos que estar ahí, poner medios a escala europea mediante un esfuerzo conjunto. Por este motivo, necesitamos una ciudadanía consciente de que es Europa la que tiene que estar y no tanto los estados. Pero para ello hace falta formación y educación.

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