Mohamed tiene 21 años, llegó a España con 15 y ha conseguido los papeles hace poco. Lo ha hecho tras la aprobación hace seis meses del nuevo reglamento de Extranjería que elimina parte de las trabas que abocaban a la exclusión a los menores extranjeros no acompañados y a los inmigrantes extutelados al cumplir 18 años.
"Si no fuera por ese nuevo reglamento no tendría todavía los papeles (...) Me ha cambiado la vida", admite en una entrevista telemática con Efe desde Ciudad Real, localidad en la que este joven marroquí comparte piso con tres amigos y desde la que se desplaza cada día a un pueblo cercano a trabajar en el campo.
Lo hace tras haber obtenido el permiso de trabajo que necesita para ser independiente gracias a la reforma del reglamento que ha suprimido trámites casi imposibles de cumplir para la mayoría de jóvenes extutelados.
Achraf también ha conseguido la autorización para trabajar. Desde hace cuatro meses está empleado en la fábrica del Grupo Bimbo en Azuqueca de Henares (Guadalajara). A sus 19 años es el primer trabajo que tiene desde que llegó a España en patera desde Marruecos hace cuatro años "para mejorar y cambiar" su vida.
Vive junto a otros tres chicos extutelados en un piso en Guadalajara que gestiona la oenegé Accem y financia la Junta de Castilla-La Mancha. La organización acompaña a jóvenes que han salido del sistema de protección de menores a través de apoyo personal, formativo-laboral, económico y residencial para que pueden afrontar una vida adulta y autónoma.
El nuevo reglamento afecta también a jóvenes como Khadija, una marroquí de 18 años, con un grado de discapacidad del 84 %, que está estudiando un FP de atención a personas dependientes y que ahora no se verá obligada a elegir entre seguir con sus estudios o ponerse a trabajar para poder tener sus papeles en regla.
"La reforma va a cambiar la vida a muchísima gente, a los menores que vienen y quieren seguir estudiando y pueden tomar la decisión de no trabajar y seguir estudiando", asegura a EFE en una entrevista telemática desde Cuenca.
Según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, encargado de diseñar la reforma, se beneficiarán del cambio 15.000 inmigrantes: 8.000 menores extranjeros no acompañados y 7.000 de entre 18 y 23 años.
Hasta la entrada en vigor del nuevo reglamento, los menores extranjeros no acompañados mayores de 16 años obtenían un permiso de residencia que no les permitía trabajar. A partir de ahora, esos menores y los jóvenes extutelados tendrán un permiso de residencia que también les habilita para trabajar.
Además, se reducen los plazos fijados para obtener la residencia y los requisitos económicos, se aumenta la vigencia de esos permisos de residencia y se facilita el acceso a un empleo.
Unos cambios normativos que celebra Mohamed, que dejó su país "porque la cosa estaba mal allí" y quería labrarse "un futuro mejor". Ha sido un camino "duro": se coló en un barco para arribar al puerto de Algeciras, le detuvo la policía, le llevaron al centro de menores de La Línea de la Concepción y de allí se escapó a los dos días.
Se fue a Guadalajara y allí pidió a la policía que le llevaran al centro de menores porque un amigo suyo estaba ahí y "no tenía a nadie más". Al no haber plazas suficientes, le enviaron al de Ciudad Real y cuando alcanzó la mayoría de edad entró en el programa de Accem y vivió en uno de sus pisos durante un año.
Mientras, intentaba regularizar su situación, pero era imposible cumplir los requisitos. "Me deniegan la segunda renovación del permiso de residencia. Yo tenía un sueño, estaba estudiando para cuando consiguiera los papeles poder trabajar", recuerda el joven.
Entonces las fuerzas flaquearon, Mohamed se hundió y cayó en una depresión: "Casi dejo el instituto y los estudios, estaba muy mal, pero salí gracias al programa de Accem y a mi educadora, que me ayudó a levantarme".
"Antes tenía unos sueños, pero ahora sólo quiero un trabajo digno y nada más, sólo pido eso, ahora mismo no tengo sueños, la vida ha sido dura y cambia a la gente con los años", señala resignado Mohamed, que no obstante asegura que "ahora está contento".
Ni en sus mejores sueños imaginaba Khadija que tres años después de subirse a una patera, estaría estudiando un grado medio, pensando en cursar la carrera de Trabajo Social, con sus papeles en regla y viviendo sola en un piso en Cuenca.
Dejó su casa y se arriesgó a venir a España "porque en Marruecos no veía solución" al problema de vista que padece desde pequeña. Ahora tiene seguimiento médico, desde hace un año le han reconocido un grado de discapacidad del 84 % y está a la espera de una ayuda que ha solicitado a la ONCE.
Pero sobre todo está feliz porque puede estudiar y no tiene que intentar compaginarlo con un trabajo para que le renueven el permiso de residencia. "Muchos compañeros míos tuvieron que dejar los estudios para poder trabajar, tuvieron que elegir trabajo antes que estudios para poder hacer los papeles", subraya la joven.
No ha sufrido en primera persona "las trabas" que había antes de la reforma, pero las conoce por quienes salieron del centro antes que ella. "Pedían un contrato de 6 meses para poder resolver el permiso de residencia (...) Es muy complicado encontrar un trabajo en el que te hagan un contrato de 6 meses a la primera, además un empresario no te va a contratar sin experiencia, también por ser extranjero", dice.
Khadija vive también en un piso de autonomía de Accem. Por el momento sola, pero en breve llegarán otros compañeros. Este verano quiere trabajar pero sin experiencia no confía en encontrar empleo. No está preocupada, aprovechará el tiempo en hacer "algún curso corto".
"Cuando quería venir a España no me imaginaba así, quería venir a buscar una solución a mis ojos, pero cuando me han ofrecido la posibilidad de estudiar, lo he aprovechado y estoy haciendo todo el esfuerzo para tener una mayor formación. No quiero ir a trabajar sin ningún conocimiento profesional", concluye.
Para la coordinadora de Autonomía Personal y Preparación para la Vida Independiente de Accem en Castilla-La Mancha, Nuria Yela, las garantías que ahora da el nuevo reglamento, "les ha cambiado la vida" a unos chicos que vienen "con mochilas muy pesadas".
"Son ejemplos claros de que cuando tú apuestas por una oportunidad y la persona quiere aprovecharla, salen grandes cosas y se dan grandes oportunidades a personas que al final vienen para continuar con sus vidas de la mejor manera posible", apunta.
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