{jaimage crop="TC" /}Para referencia familiar, hay que decir que José Emilio es hijo de Milagrosa y Pepe, propietarios de 'Coppelia' y es el portavoz de la sostenibilidad seria, la que cotiza en bolsa a la fuerza porque si las evoluciones del planeta siguen el desvariado rumbo que siguen, nos quedan tres pelaíllos y mira que tenemos entradas. El protagonista ha tenido claro, desde sus principios, la vocación que ha terminado por impregnar hasta su vida académica, profesional y su batería de reivindicaciones públicas. Es profesor de Educación Física en Secundaria, tiene 31 años y forma parte de ‘Melilla ConBici’, una seria plataforma de alternativas para preservar la sostenibilidad del planeta, incluida Melilla, por supuesto. El grupo no se dedica a la famosa reivindicación del carril-bici, el proyecto es mucho más ambicioso.
Acaban de reunirse con diferentes consejeros y ya veremos qué pasa. Ellos no se reúnen para salir en las fotos oficiales, se reúnen con un decálogo de medidas propuestas que tratan de mejorar el medio ambiente, estimular el ejercicio y, en suma, de construir una ciudad mucho más amable, con menos humo y con más ganas de poblar calles no contaminadas. Es una cruzada creíble de la que José Emilio viene a ser el elemento difusor. ¿Qué tal les irá con los políticos?. Bueno, ya se verá, de momento, el político es un ser contemplativo que mucho promete y poco cumple pero estamos hablando de futuro, de racionalidad de los recursos naturales, estamos hablando de sostener lo que hemos heredado para que los nuestros tengan herencia. Suerte con los nuevos políticos, hará falta.
Pero, volviendo al personaje en cuestión, resulta que es polifacético. El joven, al margen de su compromiso serio y llevado a buen término con la naturaleza, se concede licencias propias del tramo de edad que atraviesa. Muchos lo conocen más por los musicales de ‘Bombalurina’ –en ‘Mamma Mía’, rozó lo profesional- o lo conocen por sus trinos y toques en su irrenunciable Tuna Universitaria de Empresariales de Melilla. O sea, un tipo que sabe diferenciar momentos de buen humor de aquellos marcados por el compromiso social.
Lo que José Emilio y sus compañeros están diciendo a las administraciones es, más o menos: “Bueno, hemos vivido de una forma, hemos calentado el planeta con una voraz emisión de gases nocivos, ahora nos toca recoger velas y, para ello, aquí tienen un decálogo de mandamientos fáciles de cumplir, apliquen alguno en la seguridad de mejorar la condición natural, no ya por ustedes o nosotros sino por las generaciones que vendrán”. Parece un discurso pero está tan bien planteado y estructurado en asuntos concretos que, al menos, merece un análisis meditado y no ser aparcado en ese maldito cajón de los ‘asuntos pendientes que, seguro, nunca estudiaremos’.
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