Con una sonrisa que se nota sincera, recibe a El Faro José Sánchez Cudinach. Es la feliz expresión del que siente que su trabajo gusta y es valorado y reconocido. Y ésa es la única preocupación real que parece tener el artista. Ni cuántos cuadros se han vendido, ni el día exacto de publicación de este reportaje. “A mí lo que me importa es saber si a vosotros os ha gustado”, se sincera Sánchez Cudinach.
Durante toda la semana pasada, el pintor melillense ha exhibido 23 obras en el salón de exposiciones del Club Marítimo. Las cerca de cien personas que han visitado la muestra en estos días, dice J. Cudinach (pseudónimo con el que firma cada pintura), valoran muy positivamente la calidad de las piezas y, especialmente, su brillo y luminosidad.
El arte de la réplica
La exposición ha incluido diferentes tipos de escenas, a saber, paisajes urbanos (Nueva Orleans, Sevilla o Nueva York son los más reconocibles), figuras eminentemente femeninas y algún que otro retrato. La variedad de obras, eso sí, guarda un nexo común: la inspiración de una pieza anterior, ya sean pinturas o, en menor medida, fotografías. Así pues, los cuadros son, en su mayoría, réplicas al óleo de algunas de las grandes creaciones de la pintura clásica, siendo quizás la más conocida de todas ‘La joven de la perla’, del artista holandés Johannes Vermeer.
Sánchez Cudinach, eso sí, insiste en la honestidad de su arte. “Yo no miento a nadie”, promete. Y es cierto. Tal vez las imágenes no hayan nacido de su imaginación, pero todas, sin excepción, incluyen en el reverso una síntesis explicativa sobre la obra original y su autoría. Por no hablar del innegable rasgo diferenciador que incluso las copias heredan de aquel que las hace y de la dificultad que entraña conseguir la práctica semejanza en las tonalidades cromáticas.
No en vano, el artista melillense demuestra un auténtico fervor por todos los creadores en los que se inspira y se cuestiona qué clase de maravillas podrían llevar a cabo si contasen con los medios y herramientas de los que disponemos hoy en día. “Yo muchas veces pienso si nosotros tenemos estas facilidades de pintura, luz eléctrica, el material de los lienzos… Estos hombres que pintaban estos cuadros tan maravillosos, que tenían que hacer sus propias pigmentaciones con tierra, hierbas o claras de huevo, que no tenían luces. Si ellos vivieran hoy en día y tuvieran nuestras facilidades, ¿qué cuadros no pintarían?”, se pregunta el autor.
Un neófito de 70 años
Sánchez Cudinach, agente jubilado de Policía Nacional, asegura que algunas de las pinturas expuestas le han llevado más de tres meses de trabajo, a razón de otras tantas horas al día. Y eso que, en realidad, no es más que un hobby que, cuenta a El Faro, ha aprendido “sin profesores ni academias” y compagina con su trabajo de monitor de gimnasio… a sus 70 años.
‘El nacimiento de Venus’, del italiano Sandro Botticelli, o ‘El jardín de las delicias’, el famoso tríptico de El Bosco, son dos de las obras maestras que el melillense nos enumera cuándo le preguntamos qué piezas le gustaría imitar e incluir en futuras exposiciones, si éstas se dieran.
Los visitantes de la que terminó el domingo esperan que no sea la última. Los grandes maestros de la pintura clásica probablemente también, pues sabrían que, originalidad de las obras aparte, igualar las creaciones y las colorimetrías de artistas como Vermeer o Desoutter es un talento del que no todos pueden presumir.
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