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José Ángel Fernández lleva la bandera de Melilla hasta Bulgaria

José Ángel Fernández es un melillense al que le encanta viajar y hacerlo siempre junto a su bandera de Melilla, que no olvida nunca echar en la maleta entre su equipaje. Con ella ha recorrido ya medio mundo y se ha fotografiado en los rincones más espectaculares, a veces recónditos, de los países que visita.

En esta ocasión, Fernández envía a El Faro varias imágenes de los últimos viajes que ha realizado a Alicante y a Bulgaria. En la primera de ellas, este melillense afincado fuera de la ciudad, sale junto a su inseparable enseña de la ciudad en Alicante. En concreto, en la cima de la Puig Campana. Como bien ha relatado Fernández a este diario, se trata de una montaña "mítica" de esta provincial del Levante español y la segunda más alta de la ciudad. Este pico forma parte de las Cordilleras Prebéticas y tiene una altitud de 1.406 metros.

Pero José Ángel Fernández no solo ha estado dentro de las fronteras de nuestro país sino que también se ha desplazado hasta varios puntos de Bulgaria. Entre ellos, este viajero empedernido envía dos fotografías a la redacción de este diario desde el país balcánico. La primera imagen pertenece a los Siete Lagos de Rila, que son un grupo de lagos glaciares situados al noroeste de la montaña de Rila y los más visitados de este país de los Balcanes.

En esta fotografía no solo reluce el azul brillante de los lagos formados por el derretimiento del glaciar sino también de la bandera de Melilla que Fernández desplegó a su subida a la cima de la montaña. Y por último, la tercera fotografía pertenece a la Cascada Boyana, situada en la montaña Vitosha.

No es la primera vez que este melillense relata sus aventuras a este diario. Desde hace años comparte con los lectores de El Faro sus viajes entre los que destacan el conocido Preikestolen o la cascada de Latefossen en Noruega, en la que estuvo el año pasado o dentro de nuestro país sus visitas al Mulhacen o a varias montañas de la isla de Lanzarote.

 

Diario de viaje

Este melillense ha querido compartir con El Faro su diario de viaje y las impresiones que le causó el país balcánico.

10-09-2023

¡Comienza la aventura!. Madrugón y al aeropuerto de Manises (Valencia). Cafecito a 1,55 euros, no está mal para ser un aeropuerto. Tomamos sin contratiempo alguno el vuelo a las 09:15 horas y a las 13:30 hora búlgara (+1) aterrizamos en Sofía. Hemos sobrevolado la Albufera de Valencia, las salvajes Ibiza y Mallorca, Cerdeña, la península itálica que desde arriba se ve muy poblada, la espectacular costa dálmata croata salpicada de paradisiacas islas, Bosnia, el montañoso y puro Montenegro y Serbia. Ha sido un deleite para la vista.

Una vez en tierra firme, comenzamos a fijarnos en los detalles de todo lo que nos rodea y vamos sacando conclusiones… La Terminal 1 donde hemos aterrizado está muy vieja y descuidada. La T2 a donde llegamos tras coger un bus gratuito es otro mundo. Se nota que en esta si se toman más molestias para conservarla. El idioma búlgaro es rarísimo, me suena a ruso. Y es que tiene raíz común. Su alfabeto es el Cirílico. Nosotros utilizamos el latino.

En la Terminal 2 tomamos el metro, concretamente la línea amarilla hasta la parada Konstantin Velishkov donde, cerca, se encuentra nuestro hotel.

Sacamos en un cajero 75 euros en levas búlgaras con la tarjeta Revolut. Me cobran unos 3 euros de comisión pero no tenemos más remedio. Hemos leído que en muchos lugares en Bulgaria no existe posibilidad de realizar el pago con tarjeta así que hay que ser precavidos y llevar moneda local.

A escasos metros, en la Calle Aldomirovska 108, se encuentra el EasyHotel, un hotel donde las habitaciones son cajas de cerillas. Aquí nos quedaremos tres noches.

Nos recibe un recepcionista que obviamente no habla español así que pongo en practica mi inglés melillense y nos malentendemos lo suficiente para que me de las llaves y me diga el número de habitación. No parece simpático pero el último día comprobaré que en realidad no es así. Simplemente su inglés también es algo básico también.

Una vez alojados, nos ponemos cómodos y marchamos a patear la ciudad. Es a lo que hemos venido, a conocerla lo más a fondo que nos da el tiempo que pasaremos aquí.

Antes de comenzar, estamos hambrientos pues llevábamos muchas horas sin comer, vamos a comprar a un supermercado, pero es domingo y están casi todos cerrados. Vaya mala pata…Cerca del hotel existe un pequeño mercado de pequeños comercios donde descubrimos una panadería. No tiene gran cosa pero al menos podemos comprar pan y agua. Hemos traído de España embutido y galletas así que subsistiremos con ello hasta mañana lunes.

Una vez que saciamos el caprichoso apetito comenzamos a caminar por una avenida principal de nombre irrecordable que nos lleva al Bulevar Vitosha. Aquí se halla el Palacio Nacional de la Cultura y se palpa un gran ambiente. Muchas personas se congregan por este gigantesco parque para pasear y pasar el domingo. Además, existen numerosos puestos de ventas de libros pero, eso sí, todos en búlgaro. Me llama la atención como en Bulgaria el inglés se usa más bien poco. Prácticamente todos los carteles, señales y letreros están solo en el idioma local. Me resulta raro y curioso ya que esto no sucede en otras capitales europeas donde el inglés está por doquier. Tras un rato en la zona, continuamos por zonas ajardinadas hasta que llegamos a otro gigantesco parque situado más al este donde se encuentra el estadio nacional y, un poco más al sur, el estadio del equipo de fútbol más famoso de la ciudad, el CSKA de Sofía. Como soy aficionado al balón pie, dedicamos un rato a deambular por las inmediaciones de este último estadio. Incluso, aunque está cerrado, logro acceder a una zona en alto desde donde puedo ver el interior del mismo. Es pequeño pero no está mal para una liga de menor importancia en el mundo como es la búlgara.

Hace una temperatura agradable. Al comenzar la caminata hacía calor pero ahora que el sol va bajando por el horizonte cada vez se está más a gusto. Vamos buscando un lugar donde hacer un pequeño descanso y tomar algo para reponer fuerzas. De repente y por casualidad, en la zona de la Universidad vemos un Supermercado llamado Billa que se encuentra abierto. Tiene buena pinta así que entramos. En los próximos días descubriremos que es una cadena y que existen muchos en toda la ciudad. El supermercado está en un acceso a una boca de metro. En los próximos días nos vamos a dar cuenta también de que esto es muy habitual en Sofía. Supongo que será por el frío en invierno pero en casi todas las paradas de metro existen locales de restauración. También es frecuente que conecten ambas aceras de una gran avenida por lo que dichos pasos son muy utilizados también por los transeúntes para cruzar la calle.

En el Super compramos un poco de todo así ya tenemos también para desayunar y para comer el día de mañana. Y por supuesto, no puede faltar una cerveza búlgara que deleitamos (a Rocío no le gusta así que ella tomó una Fanta de naranja) sentados en un banco en el parque situado enfrente de la universidad. Un pequeño y merecido descanso en el largo día de hoy. La compra nos ha costado unos 10 euros y el pan y el agua del comienzo de la tarde 1’5 euros. Como esperaba, se nota que Bulgaria es algo más barata que España. Ya son sobre las 18:30 hora local.

Treinta minutos después, emprendemos de nuevo la marcha. Nos dirigimos a la zona céntrica visitando el exterior (los monumentos cierran a las 18 horas) de lugares emblemáticos de la ciudad. La inmensa Catedral Ortodoxa de San Alexandre nos dejó boquiabiertos. Era enorme y preciosa, con los techos recubiertos de oro. Pasamos por la Iglesia de Santa Sofía, la Iglesia Rusa, el Teatro Nacional Ivan Vazov y la Catedral Sveta-Nedelya. En la plaza situada en frente del Teatro Nacional existía una congregación de personas que, todas unidas y cogidas de los brazos, creando un circulo, bailaban el baile típico búlgaro. Fue curioso de ver. Cada vez se unía más gente y la música resultaba agradable de escuchar. En este lugar se nos echó la noche encima.

Llegamos al hotel sobre las 20 horas, bastante cansados del día intenso que habíamos vivido. Después de 13 kilómetros de caminata tocaba darse una ducha, cenar y descansar para el día siguiente.

 

11-09-2023

Nos levantamos a las 08:00 horas. No he dormido muy bien. La cama es incómoda. Desayunamos y marchamos del hotel a las 09:00 horas.

La verdad es que en el hotel es económico y teniendo en cuenta que vuelo mas alojamiento nos ha salido alrededor de 250 euros/persona tampoco nos podemos quejar mucho pero lo cierto es que la habitación es demasiado pequeña y el colchón deja mucho que desear.

Una vez en la calle lo primero que hacemos es ir a la parada de metro más cercana donde compramos un café de máquina en una especie de pequeño comercio multiservicios. Nos cuesta 1’5 levas a cada uno. A continuación nos dirigimos a ver la Catedral Católica de San José pero está cerrada así que la contemplamos por fuera. En el patio de la misma existen unas ruinas romanas. Al parecer es una de las puertas de entrada a la antigua ciudad de Serdica. Curioso…

A continuación visitamos la Sinagoga de la ciudad. La entrada cuesta 5 levas pero merece totalmente la pena. Es preciosa. Eso sí, las medidas de seguridad para entrar son elevadas. En la puerta de acceso hay un guarda que te registra todos los recovecos de la mochila. Pero bueno… como no tenemos nada que esconder no nos importa. Antes de entrar estuvimos hablando con el hombre que nos atendió en un primer momento para darnos las entradas. En un inglés precario nos dijo que antes de nosotros había entrado un grupo de españoles los cuales cuando le preguntó el país de origen respondieron que eran de Barcelona. Él, le respondió sorprendido si Barcelona era España y ellos le volvieron a repetir que no, que eran de Barcelona. En fin… tontos ya sabemos que hay en todos los confines del mundo le respondí. Aquí en la entrada mientras esperábamos, coincidimos también con un español de Alcobendas, Madrid. Se llamaba Policarpio pero respondía al nombre de Poli. Era agradable y le sorprendió que fuera de Melilla. Había estado en mi ciudad unos meses antes.

La siguiente parada la realizamos en la Mezquita Banya Bashi. También posee mucho encanto. Dicen que es como la Mezquita de Estambul pero en pequeña. Tanto Rocío como yo hemos podido entrar a la vez, eso sí, descalzados y ella con un velo en la cabeza. Cuando nos disponemos a salir el guardián de la mezquita nos pide dinero. Le doy un leva y me mira raro como pidiéndome más con la mirada. Más tarde descubro que en realidad es gratis visitarla y que no tendría porque haber dado nada pero bueno… tampoco vamos a quejarnos por cincuenta céntimos de euro.

A las 11:00 horas teníamos contratado un Free Tour en español. El punto de encuentro era el Palacio de Justicia. Apenas acabamos de visitar la Mezquita fuimos directo al punto acordado donde llegamos con apenas 5 minutos de antelación. Allí nos esperaban un grupo de personas de habla hispana, todos mayores que nosotros, y el guía. El Guía era búlgaro y se llamaba Boya. Habíamos contratado la excursión con la empresa Civitatis pero al parecer esta derivaba los tours a una empresa local llamada Sofía FreeTours. Boya resultó ser un buen guía. Correcto, educado y serio nos aportó datos muy curiosos sobre la ciudad búlgara. Recorrimos el centro y los monumentos más emblemáticos con él. Algunos ya lo habíamos visitado antes pero acompañado con información extra resultaban aún más interesantes.

De vez en cuando, Boya, nos hacía alguna pregunta y a quien la respondía correctamente le daba un caramelo de menta típico. Entre las muchas curiosidades que aprendimos sobre el país y la ciudad destaco que el león es el símbolo de Bulgaria por la representación de la fuerza, que el nombre de la ciudad viene dado por la Iglesia de Santa Sofía situada en lo alto de una colina en las afueras de la ciudad de aquel entonces, que los colores de la bandera del país son blanco por la paz, verde por la tierra y rojo por la sangre derramada, y que los búlgaros, o al menos Boya, son muy competitivos con todos sus países vecinos. Por lo menos en cuanto al Yogurt frente a los griegos, al pico más alto de los Balcanes (Musala 2995m) frente al Monte Olimpo de Grecia (8 metros más bajo), y la grandiosidad de su Catedral Ortodoxa San Alexander Nevski frente a la de Serbia que es notablemente más grande. Frente a esta catedral finalizamos el Free Tour dos horas y media después del comienzo. Le damos a Boya 5 euros y tras algunas preguntas sobre la Cascada de Boyana situada en Vitosha, una montaña en las afueras de Sofía, marchamos para la misma no sin antes visitar por dentro la espectacular Catedral Ortodoxa y la Iglesia de Santa Sofía. Al salir, en las inmediaciones, encontramos en el suelo un billete de 20 levas, ¡vaya alegría!

Para llegar a Vistosha, en primer lugar tomamos el metro en la cercana estación de la universidad y luego el autobús número 64 que nos dejó tras unos 30 minutos de viaje en las inmediaciones de la famosa Iglesia Boyana, patrimonio de la humanidad por la UNESCO. En ella se conservan varios frescos del S. XIII. Desde aquí comenzaba la dura pero preciosa ruta de senderismo a la cascada. Son 8 kilómetros y cerca de 750 metros de desnivel por un entorno boscoso único que hicimos no sin sufrimiento. Suerte que fuimos precavidos y antes de iniciar la subida, comimos algo que habíamos comprado en un super cercano. Lo hicimos en un banquito sentados frente al denso bosque de la montaña Vitosha que estábamos a punto de penetrar.

Al finalizar la ruta, tres horas después, ya cansados, decidimos que ya iba siendo hora de ir al hotel a descansar para el día siguiente que tocaría madrugón del bueno. Así, tomamos el camino inverso para llegar. Tomamos nuevamente el bus número 64 pero esta vez nos cobra 1 leva por persona. En la ida el chofer me cobró 0,85 pero lo compruebo por internet y 1 leva es el precio oficial. No sé qué pasó… supongo que el primer chofer me vería cara de pobre. No importa, mejor para nosotros. Después del bus, tomamos el metro en la parada Unión Europea de la línea azul y nos apenamos en Konstantin Velichkov sita en la línea amarilla (hicimos transbordo en la parada de Serdica), muy cerca de nuestro hotel.

La iglesia Boyana no la visitamos y es que había leído por internet que a no ser que tuvieras aflicción por las pinturas no merecía mucho la pena. Y como tampoco queríamos perder tiempo para hacer la ruta pues íbamos justos…

A las 19:30 horas llegamos al hotel, ya anocheciendo. Habíamos andando 16’5 kilómetros en el día de hoy.

12-09-2023

A las 05:30 horas suena el despertador. ¡Que sueño!, he dormido fatal…

Sin perder mucho tiempo, nos aseamos, desayunamos algo rápido, cogemos las mochilas y nos vamos andando hasta la Plaza Kymaz Alexander I, frente al antiguo Palacio Real. Aquí habíamos quedado con una empresa local tras reservar con Get your Guide una excursión a los Siete Lagos de Rila y al Monasterio de mismo nombre. Era una excursión en inglés pero algo atípica pues el guía solo apareció al comienzo para darnos la bienvenida y no vino con nosotros en el bus. El servicio solo incluía el traslado. La visita la teníamos que hacer por nuestra cuenta. Aún así la información que nos dio el fugaz guía fue buena. También creó un grupo de WhatsApp y estuvo en todo momento conectado con nosotros.

Salimos puntuales. En el bus íbamos unas 12 personas con un chófer que no entendía ni papa de inglés. Creo que después de él, los que menos sabíamos de inglés éramos nosotros. En las afueras de Sofía me llama la atención enormes bloques de viviendas. Son grises, están muy viejos y parecen hormigueros. Sin duda, un reflejo de la época comunista.

Al poco tiempo, ya en la autovía, el bus comienza a bajar de velocidad hasta que se para en el arcén. Observamos que ha pasado algo. Alguna avería en el motor pues el Chofer se baja, levanta el capó y comienza a salir humo. Algo se ha quemado. Hace una llamada por teléfono en búlgaro y todos nos bajamos del vehículo. Estando en el arcén observo que los vehículos pasan a mucha velocidad cerca de nosotros y que no estamos en el mejor sitio. Le digo a Rocío de cobijarnos detrás del quitamiedos, en un talud de tierra fuera de la calzada y para sorpresa mía, los demás me imitan. Una hora después aparece otra furgoneta, algo más pequeña. Nos cambiamos y proseguimos la marcha. El Chofer sigue siendo el mismo.

Llegamos al Parking de los Lagos de Rila sobre las 10:00 horas. Habíamos circulado por dos horas durante 150 kilómetros desde Sofía. Tenemos hasta las 15:00 horas para volver de nuevo aquí así que sin perder tiempo, bajamos del minibús y comenzamos a andar. A los pocos metros llegamos a unos puestos de venta de souvenirs y a una garita-mostrador donde compramos los tickets para el teleférico. Estamos a 1585 metros sobre el nivel del mar y gracias a este artilugio subimos hasta los 2100 en dos kilómetros de recorrido y en apenas 20 minutos. Una vez ya a 2100 metros comienza la verdadera ruta.

Hay varias alternativas pero nosotros realizamos una circular de unos 8 kilómetros y alrededor de 500 metros de desnivel. El paisaje es muy bonito y los lagos se van sucediendo uno tras otros a medida de vamos ascendiendo. El objetivo es llegar al Pico Ezeren Vrah a 2559 metros desde donde se divisan los siete lagos a nuestros pies. Lo hacemos rápido y bien aunque a esta altitud se nota algo la menor presencia de oxigeno en el aire que respiramos. Por ello jadeamos y nos cuesta más de lo habitual. Sin embargo, estamos acostumbrados a andar en montaña y vamos continuamente adelantando a gente.

Curiosamente, cada uno de los lagos tiene su nombre: La Lágrima, El Ojo, El Riñón, El Gemelo, El Trébol, El Pez y El Fondo (en castellano). En apenas 3 horas y media completamos la ruta entera. Ha sido un acierto ir por el lado más transitado y volver por la circular ya que el camino elegido a la vuelta es menos transitado por lo que podemos estar más en contacto con la naturaleza. El entorno es precioso y merece muchísimo la pena hacer esta ruta pero hay dos puntos importantes a destacar. Hay que estar algo en forma y hay que ser consciente de que es muy turístico y casi siempre hay afluencia de gente. Aún así las vistas merecen mucho la pena y el sendero es muy agradecido. En la cima del mirador me encontré una cruz ortodoxa que guardaré con mucho cariño. Durante el camino de vuelta paramos en el último lago, cerca de donde se hallaba un albergue refugio y allí, con unas maravillosas vistas, calmamos un poco nuestro apetito.

A las 14:00 horas volvemos a tomar el Teleférico para bajar al parking donde nos espera el bus. Tenemos tiempo de sobra así que nos lo tomamos con tiempo. El trayecto en teleférico es disfrutón y las vistas son chulísimas pero hace algo de frío y da repelús ver el único enganche sobre el que descansa el telesilla. Abajo, alrededor de 10-20 metros de caída libre. No apto para los que sufran de vértigo.

Una vez en tierra firme nos vamos deteniendo en los diferentes puestos de souvenirs que no pudimos ver a la subida. De repente, escucho una voz en español detrás de nosotros que nos pregunta de que parte de España somos. Me giro y es un motorista el cual viajaba en una BMW GS 1200 preciosa. Lo hacia desde Madrid. Había salido desde la capital española hacia una semana. Va acompañado por una mujer pero creo que ella no habla español porque no pronuncia palabra alguna. Me suscitan una envidia y a la vez una admiración terrible. Él es búlgaro pero lleva viviendo 20 años en España y domina perfectamente el castellano. Es un momento curioso e inesperado y una conversación grata e interesante.

A las 15:10 horas salimos en el bus. Nos hemos demorado 10 minutos porque uno de los que viajaba con nosotros se ha retrasado y no llegó a la hora. Sólo son 10 minutos, no pasa nada.

Llegamos al Monasterio de Rila a las 16:45 horas y tenemos para visitarlo apenas una hora. El lugar donde está enclavado es maravilloso. Al igual que en los Siete lagos, estamos en el Parque Nacional de Rila. Altas montañas nos rodean y un halo de paz y tranquilidad inunda todo el lugar. El Monasterio en si es increíblemente bello. Una obra de arte. Es también Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Rocío y yo paseamos por su claustro mientras contemplamos embobados todo lo que tenemos alrededor. El monasterio tiene dos accesos. En el centro del patio se encuentra la Iglesia y la Torre del Reloj. También existe esparcidas por los rincones varias fuentes donde beber un agua fresca y riquísima. Tras la puerta trasera existen varias tiendas de souvenirs y algunos locales de restauración. Cerca se oye el susurrar de las aguas de un pequeño riachuelo.

Frente a sus aguas picamos algo de lo que llevábamos en la mochila, había que recuperar fuerzas. De repente, oigo una voz familiar enaltecida que grita ‘¡mis amigos de Melilla!’, me giro y veo al madrileño de Alcobendas que conocimos en la Sinagoga de Sofía, Poli. Nos saludamos y andamos un rato juntos viendo el monasterio. En un momento determinado, cuando Rocío y yo paramos en una de las tiendas para comprar unos recuerdos, Poli desapareció. Luego volvimos a encontrarlo en el claustro del monasterio, ¡Qué pequeño es el mundo! Poli viene desde Lituania, se hospeda en el propio Monasterio (si, puedes hacerlo) y se va mañana para Salónica, en Grecia. Desde allí volverá a España.

El Monasterio en si no es muy grande y una hora te da para recorrerlo. La entrada es gratuita pero si quieres ver el museo o hospedarte en él como hizo Poli tendrás que pagar.

A las 18 horas salimos puntuales en el bus rumbo de nuevo a Sofía. La verdad es que el día ha sido largo y estámos cansados. Eso sí, cansados pero satisfechos.

Llegamos a Sofía a las 19:35 horas. Habían sido 12 horas intensas. De camino al hotel nos encontramos con una mujer que hizo el Free Tour de ayer con nosotros. Congeniamos con ella porque era la única andaluza. No nos dijo su nombre pero sí que era de Granada. Muy agradable era la señora. Estaba en Bulgaria por un mes junto a su hijo que había comenzado a trabajar recientemente en la capital búlgara. Antes había estado en Copenhague y decía que Bulgaria era un mundo aparte comparado con Dinamarca. Le encantaba viajar.

En la estación de metro de Serdica había muchos souvenirs pero eran bastante caros en comparación con los que había visto en Rila. Me resultó curioso como podían ser mas caros en pleno centro de una ciudad que en lo profundo de las montañas. Me puse de mal humor y debió de notarlo también la dependiente de una tienda donde compramos algo para picar de camino al hotel. Nos atendió de muy mala gana. En la estación de Opalchenska compramos dos porciones de pizzas por 3 levas cada una. Tenían muy buena pinta y no nos pareció caro. Ya era hora de comer algo caliente.

Una vez en el hotel quisimos cenar en la pequeña terraza que existía en la planta baja pero estaba llena así que nos fuimos directos a la habitación y allí, en esa pequeña lata de sardina, cenamos juntos y revueltos. Ya solo tocaba ducharse, preparar la maleta para el día siguiente y descansar. Habían sido 12 kilómetros los recorridos por nuestras piernas hoy.

13-09-2023

A las 08:00 horas sonaba el despertador. Desayunamos en la terraza del hotel, la que ayer estaba llena. Hoy no había nadie, al menos cuando entramos nosotros. Al poco tiempo vino una pareja con su hijo recién nacido. Enseguida abandonamos el hotel para no volver.

Ya con las mochilas a cuestas comenzamos a andar en dirección centro. Sacamos 40 levas en un banco. No teníamos efectivo y queríamos comprar algunos regalos. Para mi sorpresa este banco no me cobra comisión. Si llego a saberlo el primer día…

Nos dirigimos al Mercado de las Mujeres, un curioso lugar para comprar productos típicos algo alejado del bullicio turista. Algo más auténtico. Aunque eso sí, si eres turista disimúlalo y si no puedes al menos pregunta el precio primero. Nos gastamos 13 levas en algunos souvenirs y damos una vuelta por la zona de frutas y verduras. Es increíble como están de bien colocadas sobre las mesas. Parece un Tetris.

Dejamos el Mercado y nos disponemos a hacer varias cosas pendientes. La primera ver por dentro la Iglesia Sveta Petka donde existe una cripta romana pero no podemos llevarlo a cabo porque se encuentra cerrada. Es raro porque es buena hora pero no se porque motivo no está abierta al público. Desistimos pues no tenemos mas remedio y vamos a por la segunda, comprar algunos souvenirs en las tiendas de la estación de Serdica. Yo ya tengo todo comprado pero Rocío aprovecha aquí para llevarse alguna pulsera.

A continuación visitamos la Iglesia de San Jorge, ubicada dentro del patio del Palacio de la Asamblea y la Catedral Sveta-Nedelya. Ambas son bonitas y dignas de ver aunque eso sí, en su interior no dejan hacer fotos. Dentro de la Iglesia de San Jorge estaban dando una misa ortodoxa. Fue curioso ver como se celebraba misa en aquella pequeña iglesia, la mas antigua de la ciudad y como había tan poca gente en la misma. Apenas 4 ó 5 personas. Una mujer cantaba sin acompañamiento musical y lo hacía muy bien, y el sacerdote se movía de aquí para allá entre el altar y la imagen plana de Jesucristo situada detrás del mismo. No estuvimos mucho tiempo para no molestar, pero tampoco nos dijeron nada ni pusieron mala cara. Ellos siguieron con la liturgia ajenos a los turistas que nos asomábamos. Fue grato.

Continuamos nuestro paseo dirigiéndonos al sur por el Bulevar Vitosha. Esta gran avenida discurre peatonal, llena de gente y rodeada de locales de restauración antes de desembocar en el gran parque donde se encuentra el Palacio Nacional de la Cultura. Nos llamó la atención uno de los locales de restauración. Estaba decorado y ambientado en el cuento infantil Hansel y Gretel.

Las necesidades fisiológicas aprietan y en Sofía no es que los baños públicos abunden así que vamos de nuevo al parque del primer día situado al final del Bulevar Vitosha donde tras unos arbustos orinamos a escondidas. Lo siento pero no podíamos aguantar.

El vuelo de vuelta a España es a las 18:55 horas por lo que aun disponemos de tiempo. Pensamos en comer en un parque así que en la estación de metro Unión Europea situada cerca de donde estamos, compramos dos pizzas y una mini calzone, y en un Supermercado Billa algo de beber. Super baratas las pizzas. Tres euros todo. Nos sentamos en un banco del parque Vitosha y devoramos lo adquirido. Luego, nos tumbamos en el banco y descansamos un rato. Rocío incluso llega a dormir.

Aún quedaba una hora para coger el metro de vuelta al aeropuerto. Teníamos que estar en el mismo sobre las 17:30 por lo que según nuestras cuentas, teníamos que tomar el metro sobre las 16 horas. Así que comenzamos a andar en dirección a la Iglesia Rusa. Esta no la habíamos visitado por dentro y queríamos hacerlo. Era bonita, no solo el interior sino las inmediaciones donde se encontraba, en un pequeño y frondoso parque. Cerca de aquí había leído que se encontraba el Anfiteatro de Serdica pero estaba en el interior de un hotel, lo habían integrado en el bar del mismo. ¿Raro verdad? Pues sí, y más raro era verlo a través de una cristalera ya que el hotel estaba cerrado.

A las 15 horas ya teníamos todo hecho así que adelantamos nuestra marcha al aeropuerto. Tomamos la línea amarilla de metro y en apenas 20-30 minutos estamos en la Terminal 2. Aquí cogemos el Shuttle Bus gratuito que nos lleva a la T1. Pero antes tengo un agradable contacto con un policía de frontera búlgaro. Yo tengo muchas manías y una de ellas es hacerme fotografías con Policías de otros países así que no dejo pasar la oportunidad de preguntarle a este agente si le importa tomarse una instantánea conmigo. Accede sin problemas e incluso intercambiamos nuestros Facebook. Le regalo una simbólica pulsera de mi unidad de destino y se pone muy contento.

Una vez dentro del aeropuerto volvemos a la realidad económica de un soplido. Los precios han subido una barbaridad. Una simple botella de agua vale 3 euros y un café cortado 2,40. Con esta base ya te puedes imaginar el resto…

El resto del viaje transcurre sin más novedad que nuestra acompañante de fila, una gitana búlgara que lleva viviendo 10 años en España con su marido y que viajaba a Sofía porque tenía Diabetes y dice que en España la Seguridad Social va muy lenta y que ella no puede esperar. La mujer es simpática y habla un español básico pero entendible. La señora lo pasó mal porque las horas en el avión se le hicieron eternas.

Ya en Valencia, tocaba volver a la realidad y a la rutina y preparar el próximo viaje.

¡Hasta la próxima!

Gastos aproximados convertidos a Euros:

Comida… 20 Euros/persona

Vuelo+Hotel… 265 Euros/persona

Excursión… 50 Euros/persona

Transporte público y Teleférico… 20 Euros/persona

Otros… 5 Euros/persona

Total…370 Euros/persona

Enlace a Videos Youtube:

Siete Lagos de Rila… https://www.youtube.com/watch?v=kvzdlp05SqA&t=490s

Cascada Boyana… https://www.youtube.com/watch?v=cnlIvf4wPnM

Sofía y Monasterio de Rila… https://www.youtube.com/watch?v=9olmT0gTda8&t=1s

Enlaces a Rutas Wikiloc:

Siete Lagos de Rila… https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-circular-a-los-7-lagos-de-rila-146999263

Cascada Boyana… https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-circular-a-la-cascada-de-boyana-146999266

Kilómetros aprox recorridos a pie… 54kms.

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