La Inteligencia Artificial (IA) es un campo de la informática que busca crear sistemas capaces de realizar tareas para las que hasta entonces era necesaria la acción humana. Entre estas operaciones se encuentran por ejemplo el reconocimiento de voz, el procesamiento del lenguaje, el reconocimiento de patrones, la toma de decisiones o el aprendizaje.
Esta se basa en algoritmos complejos y grandes cantidades de datos, que las máquinas son capaces de aprender. La IA busca replicar ciertos aspectos del ser humano como la capacidad de pensar, adaptarse o aprender de la experiencia, habilidades que han avanzado mucho en los últimos tiempos y que es imparable.
Se espera que la IA continúe transformando nuestra sociedad y forma de vida en los próximos años, por lo que los estados tienen por delante grandes desafíos, que pasan por establecer límites a este tecnología para que se haga un uso responsable y ético de la misma y aprovechar así al máximo los beneficios que presenta. Este aspecto es precisamente el que ha causado cierto debate a nivel mundial.
La última en sumarse a estas restricciones ha sido la Unión Europea, que se encuentra trabajando activamente para garantizar la seguridad, los derechos fundamentales de los ciudadanos y la transparencia de su utilización. La institución ha propuesto un reglamento, la Ley de la IA, que busca establecer un marco normativo en torno a esta cuestión.
Estas limitaciones han afectado ya a algunas empresas o marcas. La más reciente en sufrir restricciones ha sido Apple. La compañía tecnológica americana se ha topado de lleno con la regulación europea con el lanzamiento de su último dispositivo, el iPhone 16. Un teléfono móvil que ha sido diseñado con capacidades avanzadas de inteligencia artificial, siendo esta uno de sus mayores atractivos y que no podrá usarse en toda Europa, al menos por el momento.
El temor al desarrollo imparable de la IA y a cómo puede cambiarnos la vida también afecta a los ciudadanos. La mayoría cree que va a destruir puestos de trabajo, se va a descontrolar o nos va a hacer menos inteligentes a nosotros. La alarma social también se traslada a nuestra ciudad, en la que muchos melillenses se postulan en contra.
Una de estas ciudadanas es Pilar, una mujer de mediana edad que ve a este avance como una amenaza y no teme a confesar que le da mucho miedo. Esta melillense vaticina que la IA puede favorecer la eliminación de la mano de obra humana en el mercado laboral o volverse en contra de nosotros en el futuro.
Misma opinión que tiene Juan, un joven que ya está pensando hacia dónde dirigir su carrera profesional en el futuro porque cree que el actual puesto de trabajo que desempeña podría hacerlo perfectamente una máquina con estos avances que se están dando actualmente.
Él se dedica al mundo de la comunión y pronostica que pronto las máquinas podrán hacer mejor que él incluso su trabajo. A lo que no llegarán, auguró, es a saber captar las emociones al igual que lo pueden hacer las personas. Por eso, por ahora todavía está algo tranquilo y piensa empezar a formarse en otras disciplinas.
También piensa igual Juan Carlos, otro encuestado por este diario que piensa que habrá gente que se aproveche de la IA para ahorrarse puestos de trabajo, por lo que esto puede ser peligroso. Ante ello, pide mayor regulación para controlar la tecnología.
Él por ahora prefiere mostrarse escéptico. "Sería buena idea que se usara la inteligencia artificial para sustituir a los trabajadores que desempeñan una labor peligrosa y que conlleve riesgos para la salud. Entonces está bien", subrayó.
Pero no solo hemos encontrado detractores del progreso sino que otras personas participantes en esta encuesta, han aportado más puntos de vista y virtudes de la IA.
Es el caso de Ignacio, que ve en la inteligencia artificial una mano amiga. "Yo creo que es un paso muy grande hacia la evolución y que a parte de seguir progresando, va a permitirnos que seamos más conscientes del ahorro de tiempo que nos hace", detalló.
Una apreciación muy parecida es la de María, una mujer de mediana edad que apunta que la IA no va a dejar de evolucionar por mucho que nos empeñemos en darle la espalda o abnegar de ella. Por el contrario, advierte que somos nosotros los que debemos subirnos al carro y aprender su funcionamiento con el objetivo también de ahorrarnos tiempo.
Lo dice sobre todo por las personas más mayores ya que, tal y como puntualizó, los jóvenes son nativos digitales y comienzan ya a estar familiarizados con los avances tecnológicos. Cree ella que el resto de la población debería hacer lo mismo si no quieren quedarse atrás no solo en el mundo laboral sino socialmente.
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