La inteligencia emocional hace referencia a la capacidad que tiene una persona para percibir, comprender y manejar tanto sus propias emociones como la de los demás. Si aplicamos este concepto a los gestores del Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa), no me cabe duda de que sí perciben, comprenden y manejan sus emociones. Pero no es así con los demás, porque puedo asegurar sin temor a equivocarme que no están captando por lo que estamos pasando los sanitarios. Y si lo están percibiendo y no hacen nada, hablaríamos de mala fe.
Uno de los componentes de la inteligencia emocional son las habilidades sociales, que gestionan las relaciones sociales para dirigirse hacia el objetivo deseado. Este componente se caracteriza por liderar el cambio con eficacia, ser persuasivo, hacer y mantener los contactos personales con gran dedicación y ser experto en formar y liderar equipos. Y una de las habilidades sociales que más se beneficia de cómo influye (positivamente) la inteligencia emocional en la relación con los demás es la comunicación.
En base a esto, me pregunto: ¿los que mandan en Ingesa saben manejar sus habilidades sociales?
Desde Madrid no se está liderando el cambio al nuevo hospital con eficacia. Ni mucho menos están manteniendo con gran dedicación el contacto con sus sanitarios. No están formando y liderando equipos como exige la situación. Y de comunicación entre las partes ni hablamos, porque los médicos, y el resto del personal sanitario, habla y la única respuesta es nuestro eco.
Otro concepto que se utiliza en la dirección de equipos es la empatía, esa habilidad con la que una persona es capaz de ponerse en el lugar de otra, que permite comprender cómo se siente o por qué actúa de una determinada forma. Ojo a las características de la empatía: prestar atención a lo que cuentan, mostrar interés, escuchar sin prejuicios, reconocer los logros de los demás, ser tolerante... Si seguimos este guion, la dirección de Ingesa no parece muy empática.
Les dejo otro término de habilidades directivas: escucha activa. Es decir, escuchar con comprensión, centrándose por completo en el mensaje que el interlocutor quiere comunicar. Para ello hay que prestar atención, demostrar que se escucha y practicar el feedback (la retroalimentación). Pues Ingesa igual ha oído nuestras reivindicaciones, pero no nos ha escuchado con atención, no lo ha demostrado.
A la dirección general de Ingesa le dejo un último mensaje: sean didácticos y trabajen su inteligencia emocional con sus trabajadores, que están agotados y necesitan soluciones.
Hagan uso efectivo de sus habilidades sociales porque el objetivo que se persigue es común: garantizar una sanidad de calidad a los melillenses. Sean empáticos, pónganse en nuestra piel, abran ojos y oídos para saber lo que pasa de verdad a diario en nuestro hospital, en nuestros centros de salud o en el servicio del 061. Y practiquen la escucha activa, demuéstrenlo y negocien para buscar soluciones laborales porque el hospital nuevo, no me canso de decirlo, sólo es un edificio de ladrillos que necesita personal para que funcione.
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