Llegó y se fue el primer crucero de la temporada, y no podemos decir, desgraciadamente, que haya supuesto un beneficio notable para la ciudad. El barco llegó al mediodía con cien turistas a bordo y solo unas decenas de ellos bajaron para dar una vuelta y conocer un poco de Melilla. La gran mayoría se quedó en el buque para comer, según comentó el director de excursiones de la naviera Jochen Weber.
El despligue que realizó la Ciudad Autónoma para recibir a estos turistas fue importante. A la salida del barco estaba incluso la mascota oficial de Melilla Sport Capital junto a autobuses para desplazar a estas personas que, básicamente, se interesaron por la Melilla modernista, el fuerte de Victoria Grande, una panorámica de la valla y una visita por Melilla la Vieja. La consumición fue en el Casino Militar.
Muchos preparativos hubo, la verdad. Incluso se programó un concierto de música en la Plaza de las Culturas. Recibieron folletos, mapas, había personal de la ciudad repartiendo obsequios... Sin embargo, fueron muy pocos los que optaron por recorrer nuestras calles.
Dadas las circunstancias cabe preguntarse por qué los turistas no fueron más empáticos con Melilla. Prefirieron quedarse almorzando a las doce del mediodía que salir a conocer una ciudad que les ofrecía recorridos interesantes e incluso actividades para entretenerlos. Igual es que carecían de información acerca de la realidad melillense, que no somos el tercer mundo, que tenemos muchos encantos por mostrar a quienes nos visitan.
Esta primera experiencia crucerista del año no se puede catalogar de todo lo positiva que debiera haber sido. Igual sería una buena idea que esos barcos dispusieran de información sobre Melilla antes de llegar, de las playas, el recinto histórico-artístico, del modernismo, de su rica gastronomía, de su gente acogedora. Así, antes de atracar aquí, podía haberse despertado el interés de estos turistas que han pasado sin pena ni gloria.
Quedan varios cruceros por llegar. Esperamos sinceramente que la de ayer no sea la tónica a seguir por los visitantes de los próximos buques que deben arribar a nuestro puerto porque, de lo contrario, habremos fracasado en uno de los varios pilares que deben sustentar el turismo en Melilla y, por extensión, el dinamismo comercial de la ciudad.
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