Melilla ha sido uno de los territorios españoles más inflacionistas del mes de mayo con un porcentaje interanual que alcanzó el 9%. La ciudad superó la media nacional, situada en el 8,7%. Es decir, sigue incrementándose el coste de la cesta de compra, debido, sobre todo, a los precios de la gasolina, la electricidad o el gas butano.
Asistimos, por lo tanto, a una escalada de los precios que notan todas las familias melillenses porque afecta a productos básicos como las verduras, frutas, carnes, pescados, leche, aceite y, en general, la alimentación en su conjunto. De hecho, que el coste de la vida está por las nubes es uno de los temas más recurrentes en las conversaciones de todo el mundo.
Teníamos la equivocada idea de que la reapertura de la frontera traería consigo un cierto alivio económico tanto para los sectores productivos como para las familias. Pensábamos que abrir las puertas significaría volver a la situación anterior a su cierre, cuando Marruecos nos surtía de alimentos, principalmente frutas, verduras y pescados, con precios muy asequibles. Creíamos que se permitiría pasar a Marruecos una mínima compra de productos en Melilla y las órdenes de Rabat son que no pase “ni un Danone”.
Pues, al final, ni una cosa ni la otra. La cuestión económica sigue inamovible y los datos aportados por el SEPE, por ejemplo, no dejan lugar a dudas: desde la apertura de la frontera no ha habido demanda de trabajadores por parte de las empresas locales.
Nuestra ciudad, aunque es una isla para tantas cosas, sufre igual que el resto del país los efectos de una economía que aún no se ha recuperado del todo de la pandemia y de una guerra que encarece materias primas como los combustibles y todos sus derivados.
En definitiva, que vuelva el tránsito fronterizo no ha beneficiado al conjunto de los melillenses más allá de poder visitar a los familiares y los amigos que habían quedado del otro lado cuando estalló la pandemia. Eso y que la OPE vuelva a pasar por Melilla, como ya se empieza a ver en nuestras calles.
Por cierto, los emigrantes marroquíes en Europa sí que pueden pasar a Marruecos con los coches hasta el techo con toda clase de cosas: desde muebles a bicicletas pasando por todo tipo de productos. Ello viene a demostrar que lo de “no pasar ni un Danone” solo es de aplicación para lo que se pueda comprar en nuestra ciudad.