Opinión

Imbroda sacude a De Castro

Imbroda es un político que sabe comunicar: tiene buen ojo, controla el discurso, el tono y la dramaturgia y este lunes demostró que está en forma. Citó a la prensa en la sede del PP y saltó como una pantera sobre Eduardo de Castro, a quien zarandeó por el sueldazo que se embolsa cada mes y le afeó que no haya asistido al Congreso del PSOE a apoyar a su socia de Gobierno, Gloria Rojas, tal y como hizo el ceutí Juan Jesús Vivas con el socialista Juan Gutiérrez, en noviembre pasado.

A Vivas, todo hay que decirlo, le cayó una ensalada de críticas desde Vox por haber ido al Congreso del PSOE de Ceuta. De hecho, desde el partido de Abascal utilizaron la foto para alertar a los ceutíes de que votar al PP es lo mismo que votar a los socialistas.

En Melilla, Imbroda tiró de malicia y puso el acento, como quien no quiere la cosa, en una ausencia que estaba cantada porque De Castro no fue invitado al Congreso del PSOE, pero el comentario del líder del PP mete el dedo en la herida de la desunión crónica que padece el Gobierno de Melilla.

Se entiende que Gloria Rojas no invitara a ningún político porque era su momento y una foto con De Castro o con cualquier otro no se habría entendido a menos que entre unos y otros existiera una conexión que no hemos percibido en dos años y medio de Gobierno. Digamos que se respetan y punto.

Nada le gusta más a Imbroda que airear esos detallitos, que le ponen salsa al cuscús. Y lo mismo hace De Castro siempre que puede. El presidente de Melilla estuvo rápido cuando insinuó que Imbroda quitó a Fadela Mohatar y a Esther Donoso las comisiones de la Asamblea porque quizás tenía problemas económicos. Puedo imaginarme cómo habrá sentado su observación.

Sobre el sueldo que se asignó De Castro al principio de la legislatura, poco hay que añadir. Lo único que le queda a Imbroda es restregárselo en la cara, incluso cuando no viene a cuento. No porque sea ilegal o indecente vivir en una ciudad comida por la pobreza y tener una nómina de 5 mil y pico de euros sino porque De Castro llegó a la política con el discurso de la regeneración democrática y lo único que ha hecho en este sentido ha sido quitarle el puesto a Imbroda que ni es poco ni fue fácil. Fue un acto de valentía política de su parte y de generosidad infinita de Gloria Rojas y Aberchán.

Pero en cuanto De Castro se sentó en el trono, como todos sabemos, terminó cobrando el quinto sueldo de presidente más alto de España y, como dice el Evangelio, "por sus frutos los conoceréis". No sé cómo se las arregla para tener cabreados a los policías locales; a los empresarios, a los periodistas, a buena parte de sus consejeros y, sobre todo, al interventor municipal, que no le pasa ni una ni a él ni a nadie.

A De Castro le ha sucedido como a muchos políticos que nada más entrar a prestar servicio público, el discurso se les despega de la realidad y de sus actos. Si usted cobra cinco mil y pico y no quiere firmar nada que le pongan encima de la mesa sólo se me ocurre señalar dos motivos: o reconoce su incompetencia para la gestión pública o desconfía de quienes lo rodean. ¿Tiene motivos para hacerlo?

Y ya el colmo es tener un sueldazo de cinco mil y pico de euros limpios al mes y dar plantón a la ciudadanía en el acto por el Día de la Constitución, que coincide con el puente más largo del año. ¿Tiene derecho a irse de vacaciones? Como todo el mundo. ¿Tiene que estar en el Día de la Constitución? Como todos los presidentes. Para ser presidente hay que sentirse presidente y comportarse como tal.

Si a esta torpeza se le suma la que lió en el Día de Melilla cuando terminó dividiendo un acto que debería ser sagrado para todos los melillenses, ya no nos queda más que admitir que lo hizo mejor en la oposición que en el Gobierno donde si hace, desde luego no trasciende.

Estoy segura de que si hoy salimos a la calle y preguntamos a los melillenses cómo valoran el trabajo del presidente De Castro, a muchos se les quedará cara de vinagre.

No sabemos en qué proyecto, bueno para Melilla, puede estar trabajando un presidente que no controla ni las áreas ni los consejeros de su equipo de Gobierno. ¿De qué nos sirve pagarle cinco mil y pico de euros al mes? Es como tirar los euros al contenedor marrón.

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