La verdad es que el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, sigue siendo la gran marca de su partido en el escenario melillense. Durante las últimas semanas estuvo pensándose si volver o no a ser el cabeza de lista para la candidatura de la Cámara Alta o dar paso a nuevas personas. Y es que aunque se encuentra perfectamente de salud y algunas personas que le conocen lo primero que te hablan es de que les gustaría, con la edad del presidente, encontrarse con la misma vitalidad, fuerza y ganas que él.
Sin embargo, con ese olfato que tiene desde el punto de vista político, porque de otra forma, de no tenerlo, le hubiera sido imposible sobrevivir en la jungla política que es Melilla desde hace muchos años, a la hemeroteca nada más que tenemos que remitirnos, sabe que se enfrentan a los comicios generales y autonómicos más importantes de este siglo. Es decir, de todos los años en que ha sido el cabeza de cartel en Melilla, a buen seguro, que el panorama nunca ha sido tan difícil como en estos momentos.
De entrada, porque el gobernante que lleva muchos años al frente de una institución siempre tiene, cada vez que se examina ante los electores, más que perder que ganar. De entrada, porque la situación no es tan boyante como hace unos años porque nos encontramos con el PSOE en el poder de la Administración General del Estado y por ende dominando distintas estructuras en Melilla partiendo de la Delegación del Gobierno. De entrada, porque tiene un contrincante en una línea ideológica algo cercana a la derecha que, desde luego, no es el antiguo PPL de Ignacio Velázquez, porque Vox es otra cosa.
Con toda esta amalgama, el mismo presidente no podía dar un paso atrás, no podía seguir, seguramente, esas mismas indicaciones de Madrid que quería para las candidaturas a gente nueva, a caras que no se conocieran. Sin embargo, lo que no sabe Madrid, aunque más bien se quieren hacer los suecos, es que Juan José Imbroda es la marca del Partido Popular en Melilla. Es el hombre que ha llevado al partido de la gaviota a ganar todas las elecciones autonómicas de los años 2003, 2007, 2011 y 2015 y por medio todas las generales que se han ido sucediendo en estos casi diecinueve años que lleva en la Presidencia.
Y no le ha importado dar el paso. Seguramente que con el trabajo de presidente de la Ciudad, si consigue revalidar el cargo en los comicios del próximo 26 de marzo, tendría más que suficiente, pero no se ha quedado en su casa, no se ha quedado sentado en su despacho del Palacio autonómico, incluso es posible que no haya escuchado las opiniones de sus más allegados. Ha dado el paso adelante, ha salido por la puerta principal del Palacio autonómico, se ha situado en el centro de la Plaza de España y mirando a Norte y al Sur ha dicho: “Aquí estoy nuevamente para servir a Melilla y a los melillenses”. En definitiva, ha pensado más en los intereses generales de la ciudad, en los intereses partidistas de su formación que en los suyos particulares. Va a batirse nuevamente el cobre y sabía de sobra que sus huestes le necesitaban y no podía defraudarles.
Volverán a colocarle nuevamente en el centro de la diana, pero sabe encajar a la perfección y además contra más le ataquen más fuerza saca de su propio interior. No es fácil derrotarle.
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