El 8 de septiembre es el día de la patrona de Melilla, la Virgen de la Victoria, alcaldesa perpetua de nuestra ciudad. La restauración de la imagen se acometió en el año 1996 por Concha Bengoechea, el cometido era que la talla de Nuestra Señora de la Victoria estuviese lista para los acontecimientos del V Centenario de Melilla, un año más tarde en 1997. Con motivo de este día y para recordar aquella intervención, El Faro ha charlado con Carlos Rubiales, catedrático en Dibujo y licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, así como presentador del programa de televisión Cruz de Guía, quien entonces era comisario de la exposición temporal de del V Centenario, y nos explica que tuvo la oportunidad de estar presente en el momento de la restauración que estuvo llevando a cabo Bengoechea.
Rubiales solo tiene halagos para el trabajo que hizo la restauradora ya que sostiene que fue una labor muy minuciosa y muy bien elaborada. Lo primero que se tuvo que realizar era un análisis del estado de la imagen y toda su policromía visible; así como era el estado de conservación de la madera. “En un par de ocasiones vi cómo estaba interviniendo, que de hecho estaba la Virgen tumbada, estuvimos viendo la parte interna de la imagen, cómo estaba la madera y que estaba muy bien”, expresa.
Una de las cosas buenas que al parecer tenía la imagen en aquel entonces, es que estaba exenta xilófagos, es decir, no tenía ni carcoma ni ningún tipo de parásitos que pudiera estropear la madera. Con lo cual era “una gran ventaja”, por lo que la restauradora indicaba que entonces lo importante de la intervención era llegar a la policromía original. Explica Carlos Rubiales que la talla había sufrido ya varias intervenciones y que entonces todo lo que se había hecho era sobre la policromía original. “De hecho, ya comentaba en cierta ocasión que hasta en las manos había esmalte de uñas. Eso era una verdadera barbaridad”, señala.
Es por ello que la restauradora indicó que la restauración de la Virgen “era más que poner quitar”. Retirar todas esas intervenciones que se han realizado a lo largo de todo es te tiempo sobre la imagen, ya que el problema residía en que cuando se interviene de la forma en la que se había ido haciendo antes, es decir, “capa sobre capa”, la finura de la talla original. En este sentido, explica Rubiales, lo que hizo la restauradora fue llegar a la policromía original de la imagen y en las zonas en las que estaba más deteriorada se realizó una intervención con las técnicas de restauración que se realizan hoy en día.
"Una cosa importante es que cuando se restaura una imagen o un cuadro se tiene que saber cuál es la parte que se ha intervenido para que se sepa qué es lo que se respeta de la original y qué es lo que se ha restaurado para que no vaya el deterioro a más. Por otra parte, Bengoechea comentaba que era importante hacer este tipo de intervención porque antes se podía llegar quitar la policromía y volver a quitar, o repintar”, indica. Rubiales recuerda también que ha llegado a conocer casos de “aberraciones” en los que se ha llegado a pintar una imagen con Titanlux. Pero en el caso de la restauración que se acometió en 1996 con la talla de la Virgen de la Victoria, recalca que se llevó a cabo por una restauradora oficial: “hablamos de una gran profesional”.
Recuerda que cuando se trata de una talla de madera no se puede policromar directamente sobre el material porque la pintura lo absorbería quedaría bastante mal. “Es como cuando pintamos un cuadro el lienzo no se pinta directamente sobre a tela, sino que hay una imprimación para que luego el óleo, acrílico o la técnica que emplees, agarre bien y no quede mal. Es decir, siempre tiene que haber esa imprimación”, explica Carlos Rubiales.
Dos décadas más tarde, en 2016, Concha Bengoechea regresó a Melilla para ofrecer una conferencia del trabajo de restauración de la imagen de la Virgen de la Victoria veinte años antes. En la conferencia explicó todo el trabajo técnico que llevó a cabo en aquella restauración. Rubiales recuerda que de aquella intervención de Bengoechea también hubo una memoria donde se ve detalladamente toda la labor que se llevó a cabo como las capas que se levantaron y las zonas que fueron restauradas. Hasta entonces Carlos Rubiales la había conservado esa publicación ya que era el comisario de la exposición del V Centenario de la Ciudad, pero consciente de que la memoria debía estar en manos Congregación, se la entregó ese año a la hermana mayor, Mª Piedad Castellano.
A su regreso en 2016 la restauradora dijo que tras veinte años la imagen estaba bastante bien conservada. Cabe destacar que se trata de una imagen que sale a procesionar, por lo que suele someterse a cierta manipulación como cambiarle la corona de diario por la corona de reina, con la que se coronó canónicamente en el año 1948; bajarla del camarín al trono, etc.; y son acciones que suponen un sufrimiento para la imagen.
Sin embargo, tras veinte años de la intervención, desde 1996 hasta 2016, la imagen estaba perfecta, tan solo tenía una pequeña cuestión en la mano debido a que tiene que llevar el cetro y Roda en la madera. “Pero la imagen estaba muy bien conservada y gracias a esa intervención tenemos prácticamente la imagen original, porque se redescubrió la policromía original y ella intervino en las zonas que estaban deterioradas”, destaca.
Ante la preguntad de cómo se veía el cambio del antes al después de la intervención en la talla de la Virgen, el catedrático sostiene que “la imagen cobró vida”. Los pigmentos y los barnices con el tiempo se van oscureciendo, y tras la restauración la imagen recobró viveza en expresión sobre todo en el rostro. “El colorido fue mucho más vivo, las encarnaduras tanto de la cara de la Virgen como del niño cobraron esa naturalidad que vemos ahora mismo, porque la imagen de cuando fue restaurada hasta ahora está prácticamente igual, o sea, no hay ningún cambio que se note y han pasado 24 años”, asevera catedrático.
Rubiales comenta que al asistir a la restauración pudo ver detalles muy curiosos de la imagen que a simple vista no pueden verse. Uno de ellos es que el rostro de la virgen no está tallado al completo, la cabeza está superpuesta porque los ojos son de cristal. “De hecho, si uno se fija bien se puede ver una leve línea de lo que es la cara con respecto al cráneo, pero hay que estar muy cerca”, señala.
Se trata de una talla muy bonita en la que uno puede fijarse en muchos detalles, explica. El manto por ejemplo está estofado, que es un termino que se utiliza en policromía, en la que lleva una base de pan de oro y luego lleva una pintura para que se puedan ver esos brocados de tela en la imagen.
Además, el catedrático recuerda que hace muchos años la Virgen también se partió un dedo, que se pegó “de mala manera; sin embargo, Bengoechea pudo reintegrarlo perfectamente dentro de esa actuación de restauración. “Se ha visto muy bien la profesionalidad de esta restauradora, es magnifica y la talla ha estado en muy buenas manos, ya no solamente por el valor intrínseco que tiene la imagen como tal, sino ya el valor espiritual que para los melillenses tiene la imagen”, dice, señalando además la determinación de la Congregación para conservar esta antigua imagen de la Virgen de la Victoria, que además es la Patrona de la ciudad.
La imagen no podrá procesionar este año debido a las circunstancias excepcionales que estamos viviendo debido a la crisis sanitaria del coronavirus, pero por supuesto estará presente en todos los cultos religiosos con la Novena y la misa solemne del día 8 de septiembre. Ese día por la tarde se abre el templo para que se haga la procesión del revés es decir, en lugar de ir la Virgen a visitar Melilla, serán los melillenses quienes acudan a la Iglesia del Sagrado Corazón a visitar a la imagen de Nuestra Señora de la Victoria para poder contemplarla y dedicarle también un rato de oración.
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