Id con Dios

La evolución de los contagios de coronavirus en Melilla sigue dando de qué hablar. Ayer tuvimos que lamentar el fallecimiento de un vecino de esta ciudad. A su familia, a sus amigos, enviamos desde El Faro, nuestro más sentido pésame y toda nuestra fuerza.

La noticia llega el mismo día que conocimos de buena tinta, la situación epidemiológica “inaceptable” que se vive en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) por motivos ajenos a su personal y a su Dirección.

En una nota de prensa que pone los bellos de punta, el Colegio de Médicos local informa que en el CETI se viola el protocolo establecido para frenar la cadena de contagios por lo que las personas contagiadas conviven con las personas sanas porque no hay espacios establecidos para que guarden la cuarentena.

Estoy convencida de que hay ganaderos que cuidan a sus animales con más responsabilidad de la que exhiben en estos momentos las autoridades sanitarias de Melilla. Y luego tienen la desvergüenza de quejarse porque consideran que las críticas de la prensa cruzan las líneas ‘¿rojas?’.

¿Qué deberíamos hacer? ¿Callar? Dejar de denunciar que las personas que están en contacto con positivos de coronavirus en el CETI salen del centro y se mueven por la ciudad sin saber si están contagiados o no. Y, ojo, no estoy hablando de que se les encierre a cal y canto; hablo de respetar los protocolos sanitarios, de guardar la cuarentena como cualquier hijo de vecino. Sólo pido algo que en comunidades como Murcia se ha hecho con 200 personas sin techo, la mayoría con adicciones, que fueron recogidas y atendidas en hoteles y centros durante el estado de alarma sin atender a si eran nacionales o extranjeros. ¿Por qué allí sí y aquí no? ¿Por qué la vida en Murcia vale más que en Melilla?

Y si las autoridades no son capaces de hacerlo; si el Gobierno de esta ciudad no puede hacerlo, la Fiscalía debería abrir diligencias de oficio porque lo que está ocurriendo no puede ser legal por mucho que nuestro Código Penal no contemple un delito por atentar contra la salud colectiva. Pero algo hay que hacer porque no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras el virus campa a sus anchas y las autoridades regresan de sus vacaciones inmerecidas.

Llevamos años denunciando que el CETI rara vez ha ajustado su población a su capacidad, pero hasta ahora no habíamos vivido una epidemia como la que vivimos, que fuera capaz, como ésta, de sacarnos los colores de esta manera.

Hay que descongestionar el CETI ya. No mañana, ni pasado. Ya. Inmediatamente. Y si nuestras autoridades no actúan, tendrá que hacerlo la Fiscalía porque de lo contrario el virus seguirá matando en esta ciudad y entiendo yo que el homicidio por imprudencia si es un delito punible.

Da vergüenza ajena y propia enterarnos por la cuenta de Twitter del consejero de Salud Pública de la tercera muerte por coronavirus en Melilla. Se ve que ese fallecimiento no es lo suficientemente importante como para dar cuenta de ello en rueda de prensa ni mucho menos para dar explicaciones sobre a qué obedece que no se establezcan espacios donde guardar cuarentena en el CETI de Melilla. Hasta el Consejo de Europa nos ha tenido que sacar los colores a nuestro Gobierno por el hacinamiento de 500 inmigrantes en la Plaza de Toros en plena pandemia. Y aquí subiendo tuits, de vacaciones y jugando a hacer política, hasta que los descubran.

Y esto lo hace la izquierda. Sí, como lo oyen. El Partido Socialista es hoy el responsable de que en el CETI las personas enfermas y sanas compartan espacios comunes en un centro que ya ha vivido un motín gravísimo, como no habíamos visto ninguno en esta ciudad. Si esto sigue así, el odio al inmigrante se hará más fuerte entre quienes no nos quieren ver ni en pintura y que, con toda la razón del mundo, nos acusarán de propagar la epidemia.

La COVID-19 nos está demostrando que no todo el mundo vale para ser político. Hasta que no ha estallado la situación, han estado mirando para otro lado. ¿Nadie vio venir lo que está pasando? ¿Estaban de vacaciones cogiendo fuerzas para enfrentar la segunda ola de la pandemia? Pues bien, lo que está ocurriendo tiene que tener nombre y apellidos y merece una dimisión urgente.

En la península, el Gobierno de España, a sabiendas de que en los CIEs no se podía guardar la cuarentena, dejó en libertad a todas las personas recluidas. ¿Por qué no se hizo lo mismo en Melilla con las personas acogidas en el CETI de Melilla? ¿Es que no son personas o nosotros no somos España?

Lo que está sucediendo en esta ciudad es inaceptable. ¿Qué pasa si empieza a morir gente dentro del CETI? ¿Qué pasa si el virus revienta esta ciudad? ¿Quién va a dar la cara? Y todavía tienen la desvergüenza de insinuar que nuestras críticas feroces cruzan líneas ‘¿rojas?’. Hay que tener muy poca sangre en el cuerpo para no sentir mucha rabia con lo que está ocurriendo en Melilla. Buscad una solución ya o marchaos. De verdad, id con Dios.

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