Empresarios, trabajadores y proveedores del sector de la hostelería se manifestaron este viernes a las puertas del Palacio de la Asamblea de Melilla con una cacerolada para protestar contra el cierre del sector en este segundo estado de alarma. Centenares de personas se movilizaron pidiendo la apertura estos negocios y agilidad en las ayudas que había prometido la Ciudad Autónoma y que sea una partida única para el sector.
Chakib Mohamed, el presidente de la Asociación de Empresarios de la Hostelería de Melilla, puso de manifiesto la necesidad de tener un instrumento que ayude al sector ante la crisis económica pero señalo que las ayudas acordadas "se van a repartir con sectores que todavía no están cerrados". "Queremos nuestra partida para nosotros", expresó. Aunque sostuvo que el colectivo de la hostelería apoya a otros sectores que también se encuentran cerrados en estos momentos, "pero con otra partida".
Mohamed recordó que desde julio la ciudad ha recibido 12 millones de euros en ayudas para paliar los efectos del COVID-19 y están llegando "con cuentagotas". Por ello, exigen urgencia y rapidez. No les han dado nada, y dijo que se encuentran como en el principio. "Consejo de Administración hoy; intervención la semana que viene, ¿cuándo vamos a recibir las ayudas? ¿En marzo? No habíamos tratado eso", cuestionó. El presidente de los hosteleros dijo que no quieren todo ese dinero que procede de las ayudas, sino lo que les corresponde y les prometieron de esas ayudas.
Dijo que en un primer momento no piden ayudas, sino la apertura de sus locales, y que ante la situación si desde el Gobierno local les quieren ofrecer ayudas cuantificadas. "En la medida de lo posible no hemos pedido unas cantidades desorbitadas", dijo. El tiempo en otorgar dichas ayudas se ha dilatado mucho en el tiempo y no esta llegando.
Quieren continuar, que les digan cuándo van a poder abrir, y urgencia para poder sobrevivir. También piden respeto porque han tenido "una consideración" con la Ciudad, algo que parece que sin embargo no la han tenido con el sector al que han mantenido en el cierre como si fueran "unos criminales". Por ello, este viernes reclamaban respeto. Chakib Mohamed recordó que se echó el cierre con 650 contagios hace más de un mes y que la ciudad ha tenido más de 1.800 casos durante diez días.
Mientras tanto, en otras ciudades los locales de hostelería tienen el permiso de abrir y se están manifestando, mientras que en Melilla se ha echado el cerrojazo desde hace un mes. En esas otras ciudades como Madrid se están llevando a cabo medidas y se mantiene la hostelería abierta. "Están bajando los contagios sin limitar o prohibir el negocio de la actividad de la hostelería",remarcó, incidencia que en Melilla todo lo que se está haciendo es "un desconcierto, un despropósito y una injusticia".
Ante la decisión de algunos empresarios de abrir el lunes a pesar de las posibles multas, el presidente de la asociación de empresarios de la hostelería señaló que eso es una decisión de los empresarios y que no puede responder por ello, pero manifestó que eso es el reflejo de los sentimientos de desesperanza que tienen los miembros de este colectivo ante la situación.
Por ahora, el cierre esta previsto hasta el lunes 23 de noviembre, pero desde la Asociación de Empresarios de la Hostelería no descartan que se continúe con las movilizaciones. Este viernes comenzaron en la plaza de España y se manifestaron desde las 12:45 horas ante las puertas de la Asamblea haciendo mucho ruido para ser oídos con sus cacerolas. El edificio del ayuntamiento tuvo que ser cerrado y protegido por los agentes de la UPR de la Policía Nacional porque en un momento los manifestantes llegaron a agolparse ante la puerta del edificio, aunque en seguida se retiraron y continuaron la marcha. Posteriormente dieron la vuelta por la plaza, escoltados por la Policía Local y la Policía Nacional hasta llegar a las puertas de Delegación del Gobierno.
Llevan manifestándosela desde antes del cierre del sector, y por ello seguirán en las calles manifestando su descontento. Este sábado 14 de noviembre realizarán otra caravana protesta que arrancará desde Barrio Chino a las 18:30 horas cuyo destino es, de nuevo, plaza de España para continuar protestando bajo el lema "Sin ayudas, nos arruinan".
Para este sector la crisis del COVID-19 se ha traducido además en pérdidas económicas. Los empresarios aseveran que es una ruina para sus negocios ya que muchos de ellos están cerrados y tienen sus trabajadores en ERTE. El Faro habló con algunos propietarios para conocer la situación que se vive en sus negocios, uno de ellos es Carlos García, propietario de Soul Beach. "Estamos totalmente cerrados, no podemos poner nada para llevar, no lo vemos factible, y ahora mismo es totalmente una ruina", dijo.
Además, este hostelero observó que se acerca la temporada de Navidad, unas fiestas que por el momento están sembradas de incertidumbre, un sentimiento generalizado en todo el sector que está a la espera de poder saber qué pasará an un futuro próximo. "No sabemos las restricciones ni el aforo que nos van a poner, entonces después de todo, esto es una incertidumbre", expresó García. En el caso de este establecimiento, una parte de los trabajadores fue despedida y la otra se mantiene en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), todavía no han cobrado.
La cuantía de las pérdidas a las que se enfrentan los hosteleros se pueden multiplicar cuando se habla de la campaña de Navidad, que es de la más importante para el sector económico de la ciudad. "Todos sabemos que luego en enero, febrero o marzo, la ciudad entra en picado; no tiene nada que ver la campaña de Navidad con lo que viene después de Reyes", dijo este empresario.
Aparte de que las ayudas no hayan llegado para paliar los efectos económicos de este cierre y de todas las promesas que se han hecho, los hosteleros viven con la incertidumbre de lo que pasará en el día de mañana y en las próximas fiestas. Hablamos con otro empresario, Hamed Abdeselam, del bar Dique Sur, quien también manifestó su indignación y descontento ante lo que se está viviendo. Llevan también meses cerrados y entre la frontera cerrada y lo poco que factura esta situación supone la ruina para su negocio. Reconoció que hay que luchar contra el coronavirus, pero esta situación económica tampoco les parece justa.
"Tenemos que vivir, tenemos una familia por delante, tenemos que comer y gastos diarios", expresó. Aseveró que no pueden soportar más esta situación después de tantos meses y todavía no han percibido las ayudas prometidas por el Gobierno local, para las que, indicaba, piden muchos papeles. "Vamos a ayudarnos unos a otros, ventaja un poquito para nosotros y un poco para ellos también, lo que o pueden hacer es echarnos toda la tierra encima", comentó Abdeselam.
Otros negocios continúan abiertos, bien con servicio a domicilio o para recoger el producto. Muchos trabajadores en estos locales piden poder atender a su público de una forma digna. Se han adaptado a las circunstancias, como era el caso de Isa, una trabajadora de la Cafetería Comamel. Solo atienden desde una ventana a su clientela, que procede sobre todo de los centros educativos de los alrededores. Se han adaptado a las circunstancias. "A ver si nos escuchan y al menos podemos abrir y poder atender al público dentro de las medidas pertinentes, no pedimos otra cosa", dijo esta trabajadora, que añadía que apoyaba al resto de miembros del sector en su protesta por esta situación.
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