Fuentes consultadas por El Faro aseguraron que el horno de animales que hay en la incineradora lleva años sin funcionar. Indicaron que todos los animales fallecidos, desde las mascotas a corderos o vacas de ganaderías, van al horno general en el que se incinera la basura. El jefe de explotación de Remesa confirmó a El Faro que no se usa el horno de animales y que todo va al general porque tienen el permiso de la Ciudad y de la autoridad ambiental para ello, entre otras cuestiones.
Un ciudadano se puso en contacto con este periódico porque aseguró que había conocido que su mascota que había fallecido iba a ser incinerada en el horno general con el resto de la basura y no en el de los animales. Lamentaba que no se informara de esta cuestión a los dueños de estos animales porque le parecía importante saber si su mascota iba a acabar con el resto de la basura o bien en un horno específico para ellas.
Aseguró que en el veterinario donde dejó su mascota le cobraban por el transporte del animal a la planta incineradora y también por la incineración del animal según el número de kilos. Pero nadie le dijo que su mascota iba a ser quemada con el resto de la basura. Remarcó que era un dato que le hubiera gustado conocer porque se sentía “engañado” y también se preguntaba por qué se cobra una tasa por incinerar a estos animales si ya abona su impuesto de basura.
Al margen de este testimonio, fuentes consultadas por El Faro indicaron que es cierto que solo hay dos hornos en la incinerada y que uno de ellos nunca está en funcionamiento, como es el de los animales. Remarcaron que las mascotas más pequeñas se ponen en un montacargas, como también se hace con los restos que llegan del Hospital Comarcal, para evitar ser manipulados por los operarios y todo junto va al horno general. Se trata del mismo horno en el que se quema la basura.
Estas mismas fuentes explicaron que detrás de no encender el horno de animales está una decisión económica. Subrayaron que cuesta mucho dinero poner en marcha el horno por el combustible que hay que utilizar para incinerar y que una incineración no se hace unos minutos. De hecho, estiman que se puede llegar a 10.000 euros quemar a un solo animal.
Y es que no solo está el coste material, sino también de personal que tiene que vigilar que el proceso está en marcha y que tiene que retirar la ceniza al terminar.
El jefe de explotación de Remesa explicó a El Faro que desde esta empresa no eran conscientes de que los propietarios de mascotas desconocían el tipo de horno al que va su animal una vez que fallece. Aseveró que no se puede medir el daño moral que se puede causar a una persona por no conocer este dato, pero indicó que cualquier persona podía saberlo si preguntaba en la planta o través de los veterinarios o los transportistas que se encargan de trasladar a los animales a la incineradora. Insistió en que no ha habido ánimo de engañar a nadie con este tema.
En cuanto al tema de la tasa que tiene que abonar el propietario de una mascota para que ésta sea incinerada, argumentó que Remesa es una empresa que ofrece un servicio. Para incinerar o tratar determinados residuos o basuras, las empresas tienen que pagar una serie de tasas. Éste también es el caso de la Ciudad.
El ayuntamiento es un cliente más de Remesa y paga por la basura que se incinera y se recoge en la calle. Si la Ciudad se hiciera cargo del coste de la incineración de animales de compañía, esta empresa no cobraría por dicho servicio. Sin intención de ofender a los propietarios de mascotas, se trata a este animal como un ‘residuo’ más.
Los melillenses abonan su impuesto de basura a la Ciudad, pero en éste no se incluye la incineración de animales y, por ello, hay que pagar por ese servicio que ofrece Remesa, añadió.
Por otro lado, el jefe de explotación de esta empresa aclaró que las mascotas y los animales pequeños van directamente a un montacargas o bien a una cámara frigorífica donde se almacenan para luego pasar al montacargas e ir directamente al horno.
Apuntó que solo los grandes animales van al foso de la basura por su tamaño y son arrojados al horno con el ‘pulpo’ (gran gancho). Éste es el caso de toros o vacas que han muerto en su trayecto de la península a Melilla.
Indicó que hay una carretilla para recoger a las mascotas, que normalmente vienen en una bolsa y con los certificados de veterinarios del motivo de su fallecimiento y que el tratamiento es el más cuidadoso posible.
El jefe de explotación también explicó que la decisión de usar el horno de los animales es una medida empresarial y que no tiene por qué haber detrás un motivo económico, sino sanitarios. Destacó que en horno general siempre está encendido y si hay animales en estado de descomposición se incineran de forma más rápida en este espacio y en el otro que habría que arrancar y esperar hasta que se pudiera realizar esta acción. Además, habría una chimenea más activa y Remesa está junto a un barrio vecinal, añadió.
En este sentido, también indicó que la planta es de 1996 y no se construyó el horno de animales hasta varios años más tarde. Fue una decisión que se adoptó porque se estaban sacrificando en Melilla muchos animales de grandes dimensiones, como toros, y se vio necesaria la ampliación de la incineradora con este horno extra. En cambio, ahora no llegan tantos animales de grandes dimensiones, como en aquellos años, fallecidos por el trayecto de la península a Melilla.
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