Frontera e Inmigración

Homosexuales en busca de refugio

  • Una gran cantidad de solicitudes de asilo por razones sexuales se presentan en Melilla

Los homosexuales marroquíes, que viven bajo unas leyes que los castigan y en una sociedad profundamente homófoba, encuentran en los últimos años refugio dentro de España, aunque el acceso al estatuto de refugiado está muy lejos de ser fácil.

En los dos últimos años, la gran mayoría de marroquíes que ha obtenido estatus de refugiado en España ha sido por razones sexuales, según informaron a Efe fuentes de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) en España, que recalcaron que esta mayor receptividad con la persecución sexual se aplica no solo a Marruecos, sino a otros muchos países.

Oficialmente, el Ministerio español del Interior no ofrece detalles sobre los motivos de la concesión del asilo para proteger la intimidad del solicitante.

Las solicitudes procedentes de Marruecos se han disparado desde 2015, principalmente por dos razones: la cercanía geográfica (una gran cantidad se presenta en Melilla) y la consideración de España como un país ‘gay friendly’, dice por su parte Betty Lachgar, que asesora legalmente a muchos de estos gais marroquíes desde el Movimiento Alternativo de Libertades Individuales (MALI).

Pero Samir Bargachi, uno de los pioneros del movimiento homosexual marroquí, fundador de la ONG Kifkif y hoy residente en Madrid, resalta la paradoja que supone que España se presente oficialmente como un país acogedor con los homosexuales (así aparece en la página gubernamental de Marca España) y al mismo tiempo trate a toda costa de evitar el temido ‘efecto llamada’.

Largas estancias

Según Bargachi, y en esto coinciden varias fuentes más, el escrutinio a que son sometidos los marroquíes, y principalmente los del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla, es mucho más estricto que el de otros homosexuales, y esto hace que su estancia en ese centro se alargue mucho más allá de los seis meses en los que en teoría un solicitante de asilo debe recibir una respuesta.

En general en todos los centros de internamiento, los solicitantes de asilo no tienen libertad de movimiento y además siguen viviendo con frecuencia en un entorno profundamente hostil.

Juan Carlos Arnaiz, responsable del colectivo LGTBI en Acnur-España, señala que hay también casos de marroquíes que han crecido en España y que, cuando se ven en riesgo de expulsión por alguna irregularidad administrativa, piden asilo alegando “un entorno homofóbico muy hostil, tanto a nivel familiar como social”.

En este sentido, Arnaiz cree que los incidentes registrados en los últimos años (varios casos de intentos públicos de linchamiento a homosexuales o travestis) han podido pesar en el ánimo de las autoridades españolas para volverse más receptivas ante la represión sexual en Marruecos.

El Código Penal marroquí castiga además en su artículo 489 con penas de hasta tres años de cárcel a los individuos que realicen “actos contra natura con individuos del mismo sexo”, con lo que en el caso marroquí se cumplen los dos criterios fundamentales para Acnur: que la homofobia exista tanto en la ley como en las prácticas.

Para el Ejecutivo español, sin embargo, la calificación de “homófobo” al gobierno o a la sociedad marroquí es muy delicada, ya que el discurso oficial español se acerca más bien al aplauso permanente a un vecino al que le ligan intereses tan sensibles como la emigración o el terrorismo.

Sin negar una mejor disposición de las autoridades españolas, Samir Bargachi cree más bien que el Gobierno español no está haciendo sino responder a un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de noviembre de 2013, que precisó que los homosexuales pueden considerarse “un grupo social específico que es objeto de persecución por motivo de su orientación sexual”.

Mayor esfuerzo

Bargachi, como Arnaiz, apuntan a que España debe hacer ahora un mayor esfuerzo en las estructuras de acogida para los gais en general, tanto en las entrevistas que se realizan a los refugiados como en los pisos de acogida en que son realojados, en los que, según aseguran, falta una mayor sensibilidad a los temas de persecución sexual.

Y entre tanto, en Marruecos, la cuestión del asilo político por la orientación sexual es uno de tantos temas tabúes. Recientemente el ministro de Derechos Humanos, el islamista Mustafa Ramid, respondiendo a un periodista sobre los homosexuales y creyendo que hablaba ante micrófonos cerrados, espetó: “¿Y qué les pasa ahora? ¡Son basura!”.

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