Hace unos días, en uno de mis artículos, halagaba la decisión del diputado independiente Jesús Delgado Aboy de secundar en la Asamblea el homenaje a las víctimas de violencia machista y me llovieron críticas. “¿Por qué defiendes ‘al’ tránsfuga”, llegaron a preguntarme. No me gusta tener que explicar mis opiniones y preferiría que no me tocaran las narices porque entonces me siento como Mamba Negra en cualquiera de las dos partes de Kill Bill. Pero teniendo en cuenta que la pregunta es, como mínimo, interesante, aparco el trajecito amarillo de Beatrix Kiddo y accedo a argumentar mi posición. Que un diputado que militó en Vox se desmarque de las manifestaciones sobre la llamada ideología de género es muy bueno para nuestra democracia. Yo lo aplaudo aunque escueza. Jesús Delgado Aboy no está en política por dinero. Si se diera la hipotética circunstancia de que se le ofreciera entrar en el Gobierno de la Ciudad, perdería pasta. A día de hoy no me explico por qué se ha metido en política. Quienes le conocen dicen que le han escuchado decir que es porque tiene ganas de hacer algo para sacar a Melilla del bache. Supongo que es un eufemismo. Lo que tenemos en esta ciudad es un socavón en toda regla. Pesa a favor de Delgado Aboy, y lo ha demostrado apoyando los presupuestos de la Ciudad Autónoma, que no tiene reparos en caminar junto a quienes reman o prometen remar hacia esa dirección. Él ha entendido que las cuentas de CpM, PSOE y Cs son buenas, que recogen iniciativas sociales que no se han hecho nunca antes, y las ha avalado. Pero, ojo, no ha regalado su voto. Delgado Aboy pactó con Dunia Almansouri incluir en las cuentas de la Ciudad medidas para reforzar la seguridad en nuestras calles con una mayor presencia policial. Es lo mismo que defendía en Vox y lo sigue defendiendo desde su posición de independiente tras su salida abrupta del partido de Abascal. La diputada cepemista cumplió su palabra y gracias a su mediación, los presupuestos de Melilla salieron adelante holgadamente. El mérito es suyo, como muchos más que en algún momento abordaremos en esta Jabalina. Dunia Almansouri no necesita alharacas para ejercer la autoridad. Se ha ganado el respeto de todos trabajando como una hormiguita en la sombra. Y ahí están los resultados. Volviendo a Delgado Aboy, aclaro que no me propongo hacerle un panegírico a estas alturas para blanquear su pasado en Vox. Prefiero centrarme en cómo su sola presencia como independiente cambia el panorama político en la Asamblea de Melilla. Para empezar, el voto de Eduardo de Castro ya no es decisivo, como ha podido verse en la aprobación de los presupuestos autonómicos. Si el PP se decidiera a plantear una moción de censura tendría que convencer no sólo a Cs, también al independiente Delgado Aboy. Y a la inversa. De Castro no puede amagar con pasarse al bando contrario porque su voto ya no decide como antes. Delgado Aboy es un hombre de derechas. Militó en su momento en Alianza Popular y también en el PP, sin embargo, su círculo más cercano no lo ve en sintonía con los populares de Melilla. Mucho tendría que cambiar el partido de Imbroda para que Aboy se planteara volver a sus filas, dicen fuentes cercanas al ex líder de Vox en nuestra ciudad. En Ciudadanos no lo ven ni los que le conocen ni los que le ignoran. Pero además, no es un hombre ni dócil ni complaciente y justo esto fue lo que llevó a salir de malas maneras de Vox. Su talante es moderado y éste pueda que sea el único punto en común que comparta con De Castro. El caso es que la estabilidad del Gobierno tripartito es mayor ahora que hace nueve meses. No porque no haya un culo en el aire, que siempre lo hay, sino porque hay más posibilidades de mover peones y posicionar caballos y alfiles que en junio del año pasado. A día de hoy y por mucho que Mustafa Aberchán lo niegue pocos ven descabellado que Delgado Aboy entre en el Gobierno de la Ciudad. A lo único que él respondería con un no rotundo, es a una llamada para jugar al fútbol porque no sabe jugar. Para todo lo demás, hay disposición, especialmente si quienes lo llaman quieren trabajar por Melilla y no piensan sólo en el sueldo que les ingresan a fin de mes. Entiendo que en Vox se sientan defraudados con que Delgado Aboy no haya entregado su acta, pero en democracia, como bien saben, el acta es del diputado que la consigue, no del partido. Es verdad que la tiene gracias a Vox pero también lo es que él era cabeza de cartel y por tanto le corresponde, al menos, el 50% del mérito de haber conseguido dos escaños en Melilla. No es un hombre radical y no lo imaginamos clamando en favor del cierre de mezquitas o la discriminación de la población de origen amazight de esta ciudad. Es un tipo respetuoso con la diversidad y creo que era cuestión de tiempo que saliera de Vox. Delgado Aboy es un hombre al que los cargos le han llovido desde que entró en la universidad a estudiar Medicina. Por eso nadie cree que sea una locura que entre en el Gobierno autonómico. Comparte gremio con Aberchán y CpM necesita empezar a trabajar desde ya para mejorar los resultados electorales en las próximas elecciones y poder darle continuidad a su proyecto de ciudad. Cuatro años no dan para nada, sobre todo cuando aterrizas y encuentras las arcas vacías. En Melilla no habrá presupuestos prorrogados y el tripartito no está en modo pánico. Eso sí, hay culos en el aire. Los barcos que ignoran los avisos a navegantes terminan gritando: “Hombre al agua”.
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