Los populares anoche no podían controlar su indignación. “No tiene porqué intimidarme nadie”, me decía la candidata por el Partido Popular y vicepresidenta primera de la Asamblea de Melilla, Cristina Rivas, poco después de que se hubieran visto obligados a abandonar la Plaza de España, en medio del acoso de CpM, que no sólo logró reventar al PP su pegada de carteles sino que incluso permitió que algunos de sus seguidores lanzaran banderines contra el candidato Juan José Imbroda, con tanta puntería que hasta le hicieron una herida en el entrecejo.
“Una clase de educación es lo que les hace falta”, gritaba una señora en el mitin improvisado que desde los balcones de Roberto Cano pronunció el presidente del PP y candidato a la reelección, tras el accidentado paseo que minutos antes se habían dado por la zona tradicional habilitada por la Junta Electoral para la pegada inicial de la cartelería de campaña.
Lo sucedido, poco después de las doce, en torno al PP y por parte de CpM, sólo puede describirse de un modo: Decidieron reventarles el acto de pega de carteles y prácticamente lo consiguieron. Lo lamentable es que no midieron el alcance de su empeño, aunque afortunadamente imperó el sentido común y, entre el desconcierto y el barullo, se impuso la sensatez y no hubo mayores enfrentamientos.
Ninguno de los candidatos opositores a Imbroda acudió a interesarse por cómo estaba, aunque únicamente fuera por cortesía. Sólo asistieron como tantos otros a la triste escena de abucheos cuando Imbroda recibía el clamor de sus seguidores y los aplausos y vítores hacia el popular competían con los insultos de los cepemistas.
Los demás, entre ellos, se saludaron todos. Hasta Velázquez, que había organizado su no campaña, puesto que él no se presenta a las elecciones, acudió a la Plaza de España a estrechar las manos, entre otros, de Mustafa Aberchán. Eso sí, sin dejar que hubiera registro fotográfico por parte de los periodistas, que para eso son los 'candidatos' de los libres y por la libertad.
Particularmente también sentí indignación, pero además sentí pena por ver cómo en una fracción de segundos podemos retroceder a tanta velocidad, y aunque la Melilla de este mayo de 2011 afortunadamente nada tiene que ver con la de los enfrentamientos entre las principales comunidades de nuestra tierra hace ya 25 años, sentí la fragilidad en la que nos movemos y las muchas amenazas que nos pueden hacer desandar el camino recorrido.
Por un momento, qué ilusa, llevada por el pegadizo himno de CpM, y a pesar del estruendo excesivo con que se reproducía, creí ver un punto de fraternidad cuando todos, con distinto destinatario pero al unísono, aplaudían brazos en alto con el sonsonete de fondo del himno de Karim Hamida para CpM, 'Por una Melilla mejor'.
Qué poco duró la estampa. El banderinazo no le quitó la sonrisa a Imbroda, ni impidió que siguieran subiéndolo a hombros para dejarse agasajar por sus seguidores. Pero la herida, esa pequeña herida tan roja como la sangre que la envolvía, parecía un punto de agresión tan grande y tan insolente como la propia actitud de los cepemistas en todo el acto de inicio de campaña.
No dudaron en invadir el lugar asignado al PP, lo que por demás han venido haciendo también en anteriores inicios de campaña, sin que las autoridades, al parecer, sean capaces de aprender.
La experiencia debería habernos enseñado que lo conveniente en un día así es evitar que los coches accedan a ese trecho de nuestra plaza principal donde se pegan los carteles. Así se evitará que se invadan lugares que corresponden a otros partidos, obstaculizando el acceso y el despliegue a los que, como los populares, también tienen derecho a iniciar en grupo y en tono festivo la carrera hasta las urnas.
Ha pasado en convocatorias anteriores, ha sido motivo casi de altercados en otros inicios de campañas electorales y aún así nadie parece aprender y la historia se repite.
Afortunadamente, ayer las circunstancias no fueron a mayores aunque motivo hubo para ello.
Todo se quedó en insultos cruzados, distantes, en brotes indeseables y particulares de lado y lado por parte de quienes siempre dan más la nota o pierden con más facilidad el control.
La campaña que nos anunció la precampaña se promete difícil. Ayer me anunciaban que lo de Mimón Mehamed, el exviceconsejero condenado que se está usando de arma arrojadiza para acusar a Imbroda de “amparar a un maltratador” y “burlarse” de las mujeres víctimas de la violencia de género, es sólo el principio de algunos otros escándalos que el 'bloque' está dispuesto a sacar. Me lo anunciaban desde el mismo 'bloque' y me advertían: “Irene, tu sabes que yo sólo me ocupo de cuestiones políticas...”, dando a entender que en la recamara puede haber de todo y para todos. Qué triste y qué asco. En este trance no sé de qué sirven este tipo de campañas electorales.
Como dice CpM en sus carteles, pero de verdad, yo también digo, “Por una Melilla mejor, inshaala”, y que llegue pronto el 22-M.
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