Opinión

Historia del sionismo, primera parte

No se puede hablar de una convivencia real en nuestra ciudad sin antes saber separar movimientos políticos con creencias religiosas y culturales. Es por ello por lo que desde La Comunidad Islámica Imam Malik hemos decidido realizar una serie de artículos para que todos los ciudadanos sepan que es el sionismo y cómo esta ideología política no tiene absolutamente nada que ver con el judaísmo. Quien dice estar en contra del sionismo internacional no quiere decir que sea antijudío o antisemita. También queremos dejar claro que en esta serie de artículos no nos basaremos en ningún historiador árabe o musulmán, hemos optado por la imparcialidad recurriendo a historiadores Occidentales entre ellos algunos historiades israelíes anti sionistas.

Vamos a comenzar el artículo con una frase de uno de los padres fundadores del sionismo. David Ben Gurion dijo ante la ejecutiva de la Agencia Sionista en junio de 1938 haciendo referencia a la expulsión de los palestinos de sus tierras: “Soy partidario del traslado forzoso de los Palestinos, no veo nada inmoral en ello”.

La “Casa Roja” era un edificio típico de Tel Aviv, orgullo de los constructores y artesanos judíos que trabajaron duro en la década de 1920, y había sido diseñado para albergar la oficina principal del consejo local de los trabajadores. Y funcionó como tal hasta finales de 1947, cuando se convirtió en el cuartel general de la Haganá, la milicia clandestina más importante del movimiento sionista en Palestina. El adjetivo “rojo” ha sido consecuencia de su asociación con un movimiento obrero, y según todos los historiadores esta versión del calificativo “rojo” parece la más apropiada, ya que el edificio continuaría manteniendo un vínculo con la versión sionista del socialismo en la década de 1970, cuando se convirtió en la sede principal del movimiento kibutz israelí.

En este edificio, la fría tarde del miércoles 10 de marzo de 1948, un grupo de once hombres, conformado por veteranos lideres sionistas y jóvenes oficiales militares, pusieron los toques finales a un plan para la limpieza étnica de Palestina. Esa misma tarde, se enviaron órdenes militares a las unidades sobre el terreno para preparar la expulsión sistemática de los palestinos de vastas áreas del país. Las ordenes estaban acompañadas de una descripción detallada de los métodos que habían de emplearse para desalojar por la fuerza a las personas: intimidación a gran escala; asedio y bombardeo de las aldeas y centros poblacionales; incendio de casas, propiedades y bienes; expulsión, demolición; y finalmente, siembra de minas entre los escombros para impedir el regreso de cualquiera de los expulsados. A cada unidad se le proporcionó su propia lista de aldeas y barrios seleccionados como blancos de este plan maestro. Con el nombre clave de Plan D (Dalet en hebreo) se esbozaba el futuro que los sionistas tenían en mente para Palestina y, por consiguiente, para su población nativa.

En palabras de uno de los primeros historiadores que advirtieron la importancia de ese plan, Simcha Flapan, “la campaña militar contra los árabes, incluida la conquista y destrucción de las áreas rurales, se expuso en el Plan Dalet de la Haganá. La meta del plan era, de hecho, la destrucción tanto de las áreas rurales como de las áreas urbanas de Palestina.”

Los choques con las milicias palestinas locales proporcionaron el contexto y el pretexto perfectos para implementar la visión ideológica de una Palestina étnicamente limpia. La política sionista, que en febrero de 1947 se basaba en represalias por los ataques palestinos, se transformó en una iniciativa para la completa limpieza étnica del país en marzo de 1948.

Una vez que la decisión fue tomada, se tardó seis meses en completar la misión. Cuando estuvo terminada, se había desarraigado a más de la mitad de la población nativa de Palestina (cerca de ochocientas mil personas), destruidos 531 aldeas y vaciado once barrios urbanos. El plan adoptado el 10 de marzo de 1948 y, por encima de todo, su implementación sistemática en los meses siguientes es un ejemplo clarísimo de una operación de limpieza étnica, algo que el derecho internacional actual considera un crimen contra la humanidad.

El historiador Ilan Pappé sostiene que en la creación de su Estado-nación el movimiento sionista no libró una guerra que “trágica, pero inevitablemente” condujo a la expulsión de una parte de la población indígena, sino todo lo contrario; su principal meta era la limpieza étnica de toda Palestina, el territorio que el movimiento codiciaba para su nuevo Estado.

La definición general de en qué consiste, una limpieza étnica se aplica, casi palabra por palabra el caso de Palestina. De hecho, adoptar el prisma de la limpieza étnica nos permite penetrar el manto de complejidad que los diplomáticos israelíes emplean casi de forma instintiva y detrás del cual se ocultan los académicos del país cuando pretenden repeler los intentos externos de criticar al movimiento sionista por sus políticas y su conducta. Ilan Papé dice: “Los extranjeros, se dice en mi país (recordar que Ilan Pape es israelí) no entienden y no pueden entender esta historia desconcertante, por lo que ni siquiera hay necesidad de intentar explicársela. Asimismo, se considera que no se les debe permitir involucrarse en los intentos de resolver el conflicto (a menos, obviamente, que acepten el punto de vista israelí).

Acabaremos el articulo con estas palabras del historiador israelí Ilan Pappé: “Cuando dirigimos nuestra atención a Naciones Unidas, encontramos que emplea definiciones similares. La organización discutió el concepto de limpieza étnica de forma seria en 1993. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU (UNCHR por sus siglas en ingles) vincula el deseo de un Estado o un régimen de imponer un dominio étnico en un área étnicamente variada (la creación de una gran Serbia en los Balcanes, por ejemplo) recurriendo a expulsiones y otras acciones violentas. Tal y como lo define el informe de la UNCHR, los actos de limpieza étnica incluyen la separación de los hombres de las mujeres, la detención de los hombres, la voladura de casas, y la posterior repoblación de las viviendas restantes con miembros de otro grupo étnico”.

Concluye Ilan Pappé: El Plan D (Dalet) del estado sionista en 1948, contiene un repertorio de métodos de limpieza que encajan, uno a uno, en los medios que la ONU describe en su definición de limpieza étnica. Y ese plan constituye el trasfondo de las masacres que acompañaron la expulsión masiva”.

En el próximo artículo vamos a desglosar punto por punto como fue el Plan D, donde se gestó y quiénes fueron los lideres sionistas responsables de este crimen contra la humanidad.

Continuará.

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