Presentador, redactor y traductor son las profesiones que avalan la especialización de Hisham Muhammad a la hora de hablar de medios de comunicación. En la conferencia que ofreció ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos (PEC), indicó que a la hora de dar información sobre fenómenos extremistas “hay que hilar fino” para no crear estigmas e intentar ofrecer una visión global de estos acontecimientos.
–Su conferencia trata sobre los medios de comunicación, ¿qué papel juegan en el fenómeno de la radicalización?
–Los medios de comunicación occidentales están siendo parte de la solución, pero también del problema de la radicalización. Más bien están siendo parte del problema porque están incrementando el desarraigo de los musulmanes occidentales en Alemania, España, Francia etc. porque éstos no se ven identificados con el discurso que se produce en muchos medios. Hasta cierto punto, el discurso mediático es de confrontación, habla de nosotros y ellos, musulmanes y no musulmanes, pero nosotros no creemos que exista un ellos, sino un nosotros. Todos estamos en el mismo saco y tenemos que luchar en el mismo frente.
Desde aquí hago un llamamiento a los medios a ser nuestros aliados en la lucha contra estas ideologías desviadas y nocivas, en vez de incrementar la islamofobia y el pánico social. Hoy en día se habla de musulmanes radicales, islamismo, y el español de calle no entiende las líneas divisorias y, por lo tanto, cuando ve a una mujer pasar con velo o a un varón con aspecto de musulmán se cree que es lo mismo que un militante del ISIS.
Los medios tienen que hilar muy fino y deben tenernos en cuenta y consultar con los musulmanes. Hoy en día, cuando se produce algún atentado en occidente, como el de París, hay paneles de analistas y ninguno de ellos es musulmán. ¿Qué pasa que no hay personas musulmanas que no sepan expresarse sobre este tema? No, es que no se nos tiene en cuenta, nos preguntamos por qué.
También tenemos que hacer una autocrítica en los medios musulmanes, para saber si adecuan su discurso a los jóvenes que han crecido en las sociedades occidentales.
Además, hablamos del problema de las redes sociales como medio de comunicación. La propaganda extremista, casi en un 90%, llega a los jóvenes a través de las redes sociales. Es un problema a tener en cuenta y tenemos que hacer una contrapropaganda. Nosotros tenemos que hacer llegar una contrapropaganda para acabar con estos problemas.
–La mayoría de arrestos de presuntos terroristas radicales en Melilla se debe a una supuesta captación por redes sociales, ¿es Melilla un punto de captación?
–No controlo las estadísticas exactas, pero es obvio que han salido muchos titulares de Melilla por las razones equivocadas, por cosas que no nos gustaría volver a ver. Es una ciudad que debería ser un ejemplo de convivencia. Tristemente se habla mucho de la radicalización en esta ciudad. Hemos venido a transmitir este mensaje a los jóvenes de esta ciudad, musulmanes y no musulmanes. Queremos que Melilla salga en las noticias y titulares por las razones apropiadas. El seminario ha estado dirigido a personas musulmanas y no musulmanas.
Melilla ha salido en muchos titulares, sí que está siendo un foco, como Ceuta, Cataluña u otros puntos del norte de Marruecos o Bélgica. Nos gustaría ver todo lo contrario.
–En su conferencia habla de que hay atentados del mismo tipo que el de París en otros países, como El Líbano, y no se le da tanto espacio informativo. ¿No cree que si se informara más de este tipo de casos la población tomaría conciencia de que el radicalismo es algo que afecta a personas de todas las creencias?
–Exactamente. El día antes del atentado de París, por ejemplo, hubo otro en El Líbano y el día después se produjo en Malí un secuestro en un hotel, pero esas noticias no han acaparado mucha atención. He dicho muchas veces que es un poco lógico que nuestra atención esté más en París que en otras capitales. Es decir, si hay un atentado en Madrid nos pilla más cerca de casa, pero no quiere decir que no pase en otros lugares del mundo.
Centrarnos en una visión global del problema tendría unos efectos positivos, entre ellos el hecho de que se viera que es una guerra global contra un enemigo común.
Hay que tener en cuenta las estadísticas que apuntan a que los afectados principales de este terrorismo son los musulmanes. El 90% me atrevería a decir.
Las víctimas de Boko Haram, por ejemplo, superan a las del ISIS o DAESH, pero no se centra la atención sobre estas personas porque quizá sean cualitativamente menores, no cuantitativamente.
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