Dolores Carmona Román fue una empresaria que dejó un legado en Melilla, pero sobre todo en su familia. Ella tuvo tres hijos que le dieron siete nietos, 13 biznietos y seis tataranietos.
Fue una “mujer coraje”, valiente, solidaria e inteligente. Así la describen sus hijos José, Antonio y Rafael, quienes acompañados de toda la familia le llevaron, este miércoles, flores a su tumba en el cementerio de La Purísima, un día después de que se descubriera la placa de la calle que ahora lleva su nombre, Dolores Carmona Román.
Para José, el mayor de sus hijos, Dolores “fue una gran madre" porque los crió siendo viuda. "A los tres y nos ha criado bien”. Pero también destaca el espíritu de mujer luchadora con fuerzas para sacar adelante a su familia.
Rafael, otro de los hijos, coincide con José. "Nosotros hemos estado muy bien. Hemos estado bien por ella, porque ha sido nuestra madre y nuestro padre”.
Y Antonio, hijo también de Dolores, dice de su madre que “ha sido una mujer estupenda, extraordinaria, muy querida por el pueblo gitano, por el pueblo musulmán y por la comunidad judía”.
Dolores nació en Nerja, pero llegó a los 10 años a Melilla, donde vivió toda su vida, se casó, crió a sus hijos y enviudó. Se tuvo que enfrentar a muchos obstáculos por la época que le tocó vivir. Era una mujer gitana con tres niños pequeños a su cargo.
Pero Dolores se enfrentó a las adversidades y sin ayuda de nadie “nos ha sacado adelante a los tres e, incluso, nos ha comprado coche a los tres. Ha sido una madre maravillosa, nos hemos criado muy bien, gracias a ella que ha luchado bastante. Ha sido una mujer muy inteligente y ha salido adelante”, dice orgulloso su hijo José.
Cuando Dolores enviudó tenía 35 años y sus hijos eran aún pequeños. El mayor tenía 13 años, el segundo cuatro y el más pequeño solo año y medio.
Por medio del trabajo y de una empresa familiar sacó adelante a su familia dejando un legado no solo en Melilla sino dentro de la familia Carmona Román.
Antonio, al ser el más pequeño de los hijos, la acompañó por mucho tiempo, en su etapa comercial. Dolores fue una empresaria que tenía rutas de comercios de telas que la llevaron a viajar mucho a la península. Después fue creciendo el negocio y tuvo puestos en los mercados de la ciudad hasta tener su tienda llamada 'Confecciones Dolores'.
Ella fue una de las primeras empresarias de la ciudad que de muy poquito hizo algo grande. José recuerda que la idea del negocio nació de su padre, pero tras su muerte, Dolores se hizo cargo de todo.
“Compraba mucho, enseñó a mi madre a comprar. Se desempeñaba muy bien. Los dos primeros años (mi madre) lo pasó muy mal porque murió mi padre y lloraba porque era una mujer que quería a su marido de verdad, no de mentira. Ella ha llevado el legado de mi padre y le ha redoblado a mi padre, en trabajar y sacarnos a nosotros adelante”, añade José.
Antonio recuerda el trato y el cariño con el que su madre atendía a los clientes, pero también una de las grandes enseñanzas que les dejó: “En su negocio la clientela venía y ella como un familiar para los clientes, le pedían consejos”, afirma, hablando de lo cercana y solidaria que era.
Pero Dolores también dejó un legado lleno de valores. “Nos ha enseñado el respeto hacia los mayores, hacia la familia, hacia los hijos y la unidad familiar, estar unidos y ser solidarios con todo el mundo”, dice Antonio.
Sus nietos también tuvieron palabras para Dolores. Manuel es el mayor y José el menor de los siete. Manuel, orgulloso, dice que su abuela les inculcó “todo prácticamente”, desde las ganas de estudiar, superarse, el amor por la familia y la solidaridad. Dolores eran tan conocida en la ciudad que, incluso, Manuel era conocido en el Instituto por ser el nieto de Dolores.
José, el más pequeño de sus nietos, cree que parte de su legado es la unión familiar. Son una familia grande y, pese a que hay distancias porque no viven todos en Melilla, se quieren como hermanos.
“Creo que ella ha sido el reflejo que nosotros hemos visto en nuestros padres, ese valor de decir la familia. Lo importante es el estar unidos, el llevarnos bien, el ayudarnos. Todo eso lo hemos visto en nuestros padres porque ella ha sido la que ha dejado ese legado de unidad”.
Uno de sus biznietos, Antonio Heredia Carmona, está orgulloso de Dolores y de que una calle de Melilla lleve, desde este martes, su nombre.
“Yo no llegué a conocerla, pero he escuchado hablar de ella cosas muy buenas, muy importantes. Y la verdad es que estoy muy orgulloso de que le hayan puesto una calle”.
Con la nueva calle Dolores Carmona Román en Melilla sus hijos se sienten orgullosos y valoran la multiculturalidad de la ciudad y la convivencia. “Melilla es la mejor ciudad de España”, dice José, el hijo de Dolores.
Él ha sentido en Melilla respeto por la comunidad gitana. Su madre además ha sido una mujer muy querida por la comunidad musulmana, hebrea y cristiana que conviven en Melilla.
Tanto José, Antonio como Rafael junto a toda la familia están muy agradecidos por el reconocimiento a Dolores Carmona por parte de la Ciudad y aseguran estar muy orgullosos de su madre y del legado que ha dejado.
Dolores Carmona Román falleció en 1988. Este martes, 33 años después, Melilla reconoció su esfuerzo y colocó una placa con su nombre en una calle ubicada en el barrio Polígono, donde ella vivió y crió a sus hijos.
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