Autoridades civiles y militares, alumnos y profesores y un gran número de melillenses arroparon ayer al hermano Crescencio Terrazas en el homenaje que recibió junto su colegio. Descubrió una placa donde se refleja que las escaleras de acceso al centro educativo llevan su nombre. El lasaliano, muy emocionado durante el acto, aseguró que “Melilla no sería la misma ciudad sin La Salle”.
El hermano Crescencio no es muy dado a llamar la atención, pero ayer no tuvo más remedio que ser el protagonista de este reconocimiento que fue aprobado por unanimidad en la Asamblea.
“Un ejemplo”
Durante su discurso, explicó que se esperaba una jubilación tranquila y este acto no tenía nada que ver con eso. Se preguntó qué dirán a los niños que vayan a La Salle cuando vean el nombre de la calle y respondió que las futuras generaciones sabrán que fue una persona muy mayor, “cascarrabias” y que llegó a pelearse con “media ciudad”, como con alcaldes y directores provinciales de Educación.
Sin embargo, el presidente del Gobierno local, Juan José Imbroda, negó que sea así. Definió al lasaliano como “un hombre del que todo el mundo habla bien, solidario, afectuoso y al que no hay quien le pare”.
De hecho, Imbroda subrayó que este acto era “justo”, porque no se trata de agrandar la vanidad de nadie, sino de reconocer la gran labor de este maestro que lleva casi 50 años en la ciudad.
El presidente de la Ciudad aseveró que el hermano Crescencio es un “ejemplo” para todos los ciudadanos. “Ha sido un faro para toda la enseñanza en Melilla”, apuntó Imbroda.
Por otro lado, este lasaliano comentó que cuando pase por esta calle no verá sólo su nombre, sino una placa en homenaje a todos los hermanos que han pasado por este centro educativo, unos 436.
Además, el hermano Crescencio dedicó este reconocimiento a todos los estudiantes. Afirmó que son el centro de atención de toda la comunidad educativa. También resaltó que dedicaba este acto a los profesores y personal no docente de La Salle porque continúan con la labor educativa, así como la los ex alumnos que son unos 18.000.
Por último, el lasaliano preguntó a Imbroda, en tono de broma, la posibilidad de alquilar, a un precio barato, las escaleras.
Aseveró que se podrían usar como un gimnasio porque son 44 escalones y entre “subidas y bajadas se podría conseguir poner en forma a toda la ciudad”.
La anécdota fue que los obreros se retrasaron con la instalación de la placa y apuraron hasta el último minuto para terminarla.
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