Esta semana se celebró el Festival de Cine de Melilla. Una ocasión, para hablar con el director hindú Rakesh Narwani, quien participó en este evento con el corto ‘El bazar de mis padres’, un metraje sobre la diáspora del pueblo hindú tras la separación de la India.
Aprovechando la estancia de Narwani en el festival, El Faro pregunta por las motivaciones creativas que impulsaron al cineasta hindú a grabar este trabajo. Rodar un corto no es tarea fácil y mucho menos cuando ruedas la historia de tu familia, de tu pueblo. Sin embargo, Rakesh Narwani tuvo muy claro el momento en el que decidió ser la memoria de sus raíces: “’El bazar de mis padres’ surge cuando llega a la tienda de mis padres, un negocio familiar en el centro de Málaga, una carta en la que nos anunciaban que subían el alquiler del local prácticamente al doble. En aquel momento, nos dieron tres meses para afrontar esta nueva renta o irnos. Ahí empecé a grabar los últimos tres meses, una grabación que combiné con una explicación sobre cómo llegaron los indios sinhdi a España. En concreto, cómo llegó mi familia. Tras la separación de Pakistán de la India en 1947, llegaron muchos indios aquí”.
Narwani ha rodado con actores de la talla de Antonio de la Torre, pero es la primera vez que indaga en su comunidad: “Durante este corto descubrí muchas cosas sobre mi familia. De hecho viví el momento, en el que nos teníamos que despedir de la tienda y noté que había un pesar en mi familia. Mi madre, en concreto. Entonces, investigando, hice un paralelismo histórico entre el momento en que mis padres tuvieron que dejar su tierra y éste, en el que tenían que dejar su tienda, o ese hogar, porque para ellos era una especie de hogar. Así que tuvieron que volver a hacer frente a esa especie de ‘abandono’”.
Relatar una historia nunca es fácil, pero relatar la historia de tus padres representa una gran responsabilidad: “Es complejo retratar a tu familia, pero ellos confiaron en mí y antes de exponerlo al público lo proyecté en la intimidad. A mis padres les gustó el corto y, como tenían tanto cariño al bazar, y ver que con sólo darle al play podían volver a verlo. A mi madre le gustó la idea. Me dijeron: ‘Es como resumir nuestra vida en 30 minutos’. Fue muy emocionante porque es cierto que recoge las decisiones importantes que adoptamos. En el documental hay un momento en que mis padres dicen: ‘Vendimos todo lo que teníamos en la India para venir a España’ y, evidentemente, es una decisión importante. Hay una imagen en el documental decisiva. Estoy con mi familia en la playa de Ceuta y mi abuela está fumando un cigarrillo. Están ya en otro mundo, pero son momentos clave en la vida”.
En 2022, sus padres y el director hindú regresaron de visita a la India, un momento muy especial para Rakesh: “Hicimos un viaje en tren para seguir grabando y fue muy emocionante. Fue seguir grabando la vuelta del emigrante, esa promesa que se hicieron, asegurando ‘estaremos en España cuatro o cinco años, ganaremos lo suficiente y regresaremos’. Eso nunca sucedió porque tienen su vida en Málaga, pero los vi súper animados, incluso más ágiles. Ha sido un viaje muy bonito, de entendimiento”. Si hablamos de cine hindú, nos vienen a la cabeza las grandes producciones de Bollywood. Es cierto. Es cine hindú, pero hay mucho más: “Bollywood se conoce porque al final produce el doble de películas que Hollywood. Son grandes musicales con un poco de melodrama de fondo que siguen un misma esquema, pero es cierto que hay otro cine que está emergiendo muy interesante y cuyas películas también son un referente para mí. Es más, creo que me dedico al cine porque un día vi la película ‘Amor contra viento y marea’ en un cine pequeñito de Málaga y hubo algo en esa peli que me removió y pensé que me gustaría saber algo más de este mundo. De hecho, es una película que rompió un récord Guinness porque se proyecta desde 1998, de forma interrumpida, tres veces al día en el cine ‘Maratha Mandir’, de Bombay. Cuando viajé a la India comprobé que sigue en cartel”.
Nawari se nutre de este cine, pero también del neorrealismo de la década de los cincuenta y sesenta.
Aunque sigue inmerso en la promoción de este trabajo, Rakesh Narwani tiene varios proyectos en mente. Uno de ellos, rodar en largometraje ‘El gran bazar de mis padres’ que supondría una continuación de este corto. Una historia, en definitiva, sobre la pérdida y el encuentro, sobre saber dejar y empezar de nuevo. Al fin y al cabo, la vida es un viaje constante.
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