Una experta en centros penitenciarios afirma que los condenados por yihadismo son personas que buscaban la pertenencia a un grupo y sentirse importantes l Asevera que su formación no es tan baja como se piensa
La subdirectora de Tratamiento del Centro Penitenciario de Huelva, Esther Montero, fue la encargada ayer de realizar una conferencia enmarcada en el curso de verano ‘El estado de derecho frente al yihadismo’ sobre el perfil criminológico de los yihadistas. “Hay muchas reconversiones de religión en las cárceles porque los presos sienten un vacío interno”. Reconoció que los centros penitenciarios son lugares donde los reclusos sienten más esta falta de emociones y de sentido de sus vidas. Sin embargo, aseveró que la mayoría de ellos llega a la cárcel con ese vacío interior. De hecho, apuntó a que la mayoría no llega a una prisión por casualidad, sino porque ha tenido una vida complicada y por lo tanto, ese deseo de búsqueda de sentido de su existencia ya lo traían de fuera.
Montero afirmó que no es casual que haya una tasa de victimización alta en las cárceles españolas y este sentimiento se debe a esa necesidad por cubrir ese vacío interior. En cuanto a los condenados por yihadismo aseveró que hay también esa intención de hacerse las víctimas y apuntó que no es que no se arrepientan de sus delitos, sino que “los justifican porque dicen que tenían un objetivo legítimo”.
La formación
La subdirectora de tratamiento de la cárcel de Huelva explicó que de los condenados por delito de terrorismo no tienen una baja cualificación como se cree en la sociedad. Destacó que de ese grupo de condenados una cuarta parte tiene estudios universitarios y por lo tanto, no tienen una formación precaria en general. Aseguró que puede considerarse que este grupo de condenados, en relación a su edad, tiene un perfil educativo más bajo, pero es bastante importante hacer notar que una parte de ellos tiene esos estudios universitarios. En otros países como Reino Unido el numero de universitarios entre los condenados por terrorismo yihadista es de la mitad porque se trata de la segunda y la tercera generación de inmigrantes mientras que en España aún va por la primera generación. De hecho, aseveró que el perfil de yihadistas en prisión no coincide con el de otros internos que son extranjeros y que no alcanzan este nivel de formación.
En cuanto a los internos que puede ser radicalizados, esta experta precisó que es una de las principales preocupaciones de las autoridades. Aseveró que a las cárceles llegan una serie de reclusos que son vulnerables a esa radicalización. “Estas personas presentan un perfil psicológico muy parecido a los jóvenes que se meten en las bandas de menores. Se trata de individuos muy vulnerables, influenciables, que tienen un vacío y que precisan de la necesidad de pertenencia a grupo”, añadió.
Tratamiento en prisiones
Montero señaló que todo el mundo incide en la necesidad de poner un programa de tratamiento a los presos yihadistas. Sin embargo, aseveró que no es fácil sacarlos del proceso de radicalización en el que se encuentran.
Además, hizo hincapié no sólo en que se detecte y se controle a los internos yihadistas y a los susceptibles de ser radicalizados, sino que es preciso intervenir en sus casos. Para esta experta, el programa de inclusión de presos extranjeros es una buena fórmula para estos internos. Explicó que a través de estas actividades se pueden sentir que forman parte de un grupo, que son importantes, valores que buscaban en la célula yihadista. Resaltó que se forman en estos programas en la sociedad en la que viven, en valores universales y la convivencia.
“En lo que están de acuerdo todos los expertos es en que los jóvenes se implican en el yihadismo porque hay un fracaso en su integración social”, subrayó la subdirectora de tratamiento.
Más imanes para un uso sano de la religión
Esther Montero, subdirectora de tratamiento penitenciario en la prisión de Huelva, destacó sería beneficioso que aumentara el número de imanes en los centros penitenciarios, así como asociaciones religiosas, para que puedan trasmitir a los internos “un uso sano de la religión”. Explicó que esto se debe a que hay una gran tasa de presos conversos y, sobre todo, al Islam y de ahí que contar con experto en religión que les enseñen los valores reales de esa fe sea importante.
Aseguró que la religión en prisión es “muy buena” en la mayor parte de los casos porque cuando estas personas adquieren valores de bondad, no hacer daño a los demás y respeto. Indicó que son de sentido común, pero que si se afianzan en torno a estas creencias, “las personas que las adquieren las llevan consigo el resto de su vida”. “Algunos autores proponen que se regule y se haga de una forma más formal el acceso a las asociaciones islámicas”, apuntó. Montero resaltó que cuando una asociación entra en prisión, tanto como confesión religiosa como con una ONG, sigue un proceso concreto. Se adhiere a las normas, rellena una documentación sobre sus objetivos y aporta el nombre de los voluntarios que van a participar en sus actividades en el centro penitenciario y todo pasa por la Administración, que comprueba si estas personas pueden o no entrar por sus antecedentes. Aseveró que se trata de una garantía que puedan entrar en los centros penitenciarios de forma reglada.
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