ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha constatado como “una realidad lamentablemente real” que hay una incidencia “muy superior” de violencia sexual en los centros de acogida de menores o personas en situación de vulnerabilidad que en otros entornos.
A preguntas de los periodistas en Melilla, la referente en infancia refugiada de la oficina de ACNUR en España, Margarita de la Rasilla, ha lamentado esta realidad “aunque cueste aceptarlo” y es algo que reflejan diversos estudios realizados por organizaciones especializadas, con datos a nivel nacional.
También ha señalado esa situación la Fundación Márgenes y Vínculos, cuya directora de programas de infancia, adolescencia y violencia, Celia Nevado, ha asegurado que la violencia sexual “es algo que ocurre en un porcentaje alto” en edades tempranas y, según el Consejo de Europa, uno de cada cinco niños y adolescentes serán víctimas de ello.
Esa es la razón por la que tanto ACNUR como la Fundación Márgenes y Vínculos han organizado unas jornadas formativas dirigidas a los profesionales del sistema de protección de menores de Melilla para que sepan identificar casos y actuar de una manera adecuada, de modo que las víctimas puedan ser atendidas y “no queden casos ocultos”.
Tras esta formación, según ha explicado la referente de ACNUR, ambas entidades trabajarán junto a la Ciudad Autónoma de Melilla en la elaboración de un protocolo de prevención y respuesta que ya existe a nivel nacional, pero que es necesario adaptarlo a cada región.
Estos protocolos, según la responsable de la Fundación Márgenes y Vínculos, establecen la manera en que se deben registrar los casos de violencia sexual a menores si hay sospecha, la coordinación del equipo que los atiende y, sobre todo, notificar e informar sobre esa sospecha.
Celia Nevado ha explicado que el protocolo refleja cómo conseguir que una víctima de violencia sexual que es menor de edad cuente que han vivido “experiencias complicadas, traumáticas”, ya que en este tipo de violencia “normalmente no suele haber un indicador físico, sino que el indicador principal es que un niño o una niña lo cuente”.
También marca los pasos a seguir una vez que la víctima da a conocer su caso con una atención y escucha activa para que se sienta protegida y valorar en equipo si se lleva a cabo una comunicación judicial, una derivación, un servicio de asistencia psicológica, etc.
La formación, que se ha desarrollado durante dos días, continuará una vez que se lleve a cabo el protocolo para difundirlo y que sea conocido entre todos los profesionales de los centros de protección, de manera que sepan cómo actuar y qué tienen que hacer ante posibles casos.
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