Los agentes deciden qué coches levantan sospechas de poder estar ocultando algo
La intuición de los guardias civiles que trabajan en los pasos fronterizos es clave para hallar a personas escondidas en dobles fondos. Los agentes que se encargan del control fiscal revisan los coches que a diario entran a nuestra ciudad. Su experiencia en el puesto les hace sospechar cuándo en uno de estos turismos, como en el que encontraron al menor el pasado lunes, puede llevar algo escondido en su interior. Muchas veces en lugares inverosímiles y totalmente imperceptibles a la vista. El factor humano es clave, ya que son los agentes los que deciden a qué coche se le realiza el control específico para detectar latidos. En los casos en los que, como sucedió el lunes, se opta por utilizar este sistema, los agentes colocan un aparato en el interior del coche, conectado a un ordenador. Aunque a simple vista no se vea a nadie, el dispositivo sí es capaz de notar el latido del corazón. En la pantalla aparece un aviso en rojo que sirven para alertar a los guardias. Para comprobar que no hay error, la prueba se repite en varias ocasiones, para estar completamente seguros.
Tras el hallazgo, el rescate
Una vez hecho, es el momento de inspeccionar más a fondo el turismo para averiguar dónde va escondido el migrante, para poder rescatarlo. En el caso de que no haya aviso, los conductores pueden proseguir con su camino y entrar en nuestra ciudad. Casi con un vistazo, los guardias civiles tienen que decidir si en un determinado coche hay posibilidades de que haya algo sospechoso. Por esta razón, los patrones que siguen las mafias que trafican con seres humanos van cambiando de forma constante para tratar de despistar a los guardias. Por el mismo motivo, y para evitar dar más pistas de las necesarias a estos delincuentes, desde el Instituto Armado no precisan cuáles son los detalles, porque evidentemente los hay, que hacen que intuyan que en un determinado coche, aparentemente normal, puede ir oculto un migrante en unas condiciones tan peligrosa, que incluso su vida llega a estar en juego.