Sociedad melillense

Hakim Bumedien: "La calle Margallo la han matado; era mejor que la calle Larios en Málaga"

Hakim Bumedien (Melilla, 1962) lleva casi 40 años regentando la tierra de comestibles de su mismo nombre, situada en la calle Margallo, en pleno Rastro. Su voz contiene una dilatada experiencia y atiende a los clientes con una amabilidad exquisita. Por ese motivo, todos ellos le tienen tanto aprecio y le hablan desde el cariño.

-¿Cuánto tiempo lleva en la tienda de comestibles?

-En esta tienda llevo ya casi 40 años.

-¿Cómo va todo en ella?

-Bien. Aquí estamos luchando, defendiéndonos como se puede. No hay otra. Ya está. Aquí, con los centros comerciales, por ejemplo, a mi gremio, que es el de comestibles, nos han destrozado. Simplemente nos han matado. Competir con los monstruos estos es imposible.

-Pero sigue teniendo su gente fija, ¿no?

-Sí. Yo me defiendo con los cuatro vecinos que tenemos aquí y con los cuatro amigos que vienen todos los días, y de esa forma es la única manera que estamos avanzando. No hay otra.

-Usted es de aquí, ¿cierto?

-Yo nací en la calle Comandante Haya, número 5, en 1962.

-¿Qué hacía antes de dedicarse a esto?

-Yo trabajaba de repartidor en una empresa con Manuel Rodríguez Ferrón. Me tiré un puñado de años trabajando con él.

-¿Qué sucedió?

-Como cualquier otra persona, quería mejorar y buscarme la vida por otro lado.

-¿Qué curiosidades suceden en la tienda?

-Aquí, lo típico de siempre. Que si está más barato en el Mercadona, o que está más barato no sé qué, y ya está. Lo típico y lo diario. Lo que hay.

-¿Cómo le viene que coloquen aquí el Rastro los martes y los jueves?

-La verdad es que me viene bien. Después de que está todos los días la calle desierta, porque la calle Margallo está desierta menos esos días, que es cuando se ven los puestecitos, que le dan un poquito de vidilla al barrio, los demás días está muerto. ¿Quién no sabe que en Melilla la calle Margallo era mejor que la calle Larios de Málaga, por ejemplo? Esto era lo mejor que había. Aquí estaba todo: el Rastro, el mercado, el mercado de frutas, todos los mayoristas, todo… Y esta calle, la verdad, la han hundido. Ahora, con el Rastro, le han dado un poco más de vidilla, pero tampoco es para tirar cohetes.

-¿Qué cree usted que le pasó a la calle?

-No lo sé. Son cosas de la gente que está gobernando, porque, por decisiones de ellos, se han llevado todo a otro lado.

-¿Cuándo comenzó el bajón?

-Hace ya muchísimos años. Antes estaba aquí todo el ambiente y, desde que lo quitaron, está todo desierto. Aquí no aparece nadie. No viene nadie prácticamente. Esto está muerto. La calle Margallo la han matado y era la calle número 1 de Melilla. Eso lo sabe todo el mundo.

-Entonces se mantiene con sus clientes fieles, ¿no?

-Yo me estoy manteniendo con los clientes que tengo y vamos al paso. No hay otra. No tiene uno ya 20 años como para decir “voy a coger la maleta y emigrar”, porque es lo que está haciendo la mayoría de la gente joven. La mayoría de la gente joven aquí en Melilla ya no tiene vida, porque se han cargado la ciudad prácticamente. Con la frontera, que antes podíamos salir a Marruecos y de allí venían aquí a comprar, por lo menos nos defendíamos, pero ahora ya Melilla se la han cargado y más del 75 por ciento de la gente joven está emigrando, porque aquí no tienen adónde ir.

-¿Le afectó mucho el cierre de la frontera?

-Le afectó a todo el mundo. Si miras los comercios que había en la frontera, están todos cerrados. No hay nada abierto. Eso ha influido a todo el mundo.

-¿Cómo pasó la época del confinamiento?

-El coronavirus me afectó como a todo el mundo. Yo trabajé, porque los supermercados podían trabajar y se podía abrir el negocio sin problema, pero nos ha afectado a todos, porque bajó todo mucho. El negocio, fatal.

-¿Qué expectativas tiene para 2023?

-Me gustaría que arreglaran el asunto de la frontera para que no nos tiremos cinco o seis horas para ir a Marruecos. Lo que no puedo entender es que vayas con una bolsa de patatas fritas y te la quiten ahí. Eso no es culpa de ellos, sino nuestra. Ellos están en su casa y pueden poner las leyes que les dé la gana, pero, si nuestros políticos no hacen nada, nosotros tampoco podemos decirles “oye, que no me dejas pasar”. Esa es su casa. Lo que a mí me gustaría es que estuviéramos un poquito mejor de lo que estamos ahora. Esperemos que 2023 entre con alegría y salud y que vaya todo bien.

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