El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, se mostró este lunes favorable a la entrada de Melilla en el espacio Schengen y anunció que se reunirá con los portavoces de los grupos políticos con representación en la Asamblea con la intención de escucharlos a todos y sacar adelante una propuesta consensuada, no sólo entre nosotros, sino también con Ceuta.
Llevamos años deshojando la margarita en torno a la entrada de las dos ciudades autónomas en la Unión Aduanera, pero no hemos dado un solo paso en ese sentido. En febrero del año pasado, poco antes del inicio del primer estado de alarma por el coronavirus, la vicepresidenta Gloria Rojas emplazó a todos las formaciones políticas con representación en la Asamblea a que aparcaran los fines partidistas y estudiaran la conveniencia de la entrada de nuestra ciudad en el espacio Schengen.
Un año después todo parece indicar que sus palabras cayeron en saco roto porque no hemos avanzado un ápice en ese sentido y aún estamos hablando de iniciar la ronda de conversaciones, como si entrar en la Unión Aduanera fuera coser y cantar. Eso lleva tiempo, burocracia, papeleo y ya vamos con años de retraso.
Y ese retraso se debe, sobre todo, a que durante 20 años de Gobierno del PP no vimos con claridad la conveniencia de dar ese paso. Entre otras cosas, porque eran otros tiempos. Mientras podíamos meter mercancías en Marruecos a través del comercio atípico, estar fuera del espacio Schengen salía rentable a las arcas públicas porque ingresábamos muchísimo dinero en concepto de aforo.
Pero hay que olvidarse de los fardos. Eso se acabó. Es el pasado y mientras más rápido lo asumamos, mejor nos adaptaremos a lo que viene. Ya no hay ingresos por aforo y ahora, de entrar en el espacio Schengen, cambiarían en esencia dos cosas: La primera nos afecta a nosotros y la otra, a Marruecos.
Hablamos de que tendríamos que pagar IVA y eso encarecería los productos que llegan a la ciudad. Las cuentas salen fácilmente. Ahora tenemos IPSI que en algunos productos es cuatro veces inferior al IVA que se paga en el resto de España. Sin embargo, en la práctica pagamos básicamente lo mismo en el Zara de Melilla que en uno de Málaga. No hay diferencia tampoco en el precio de los zapatos que compramos aquí y los que podemos comprar con IVA en Granada o Sevilla. El transporte hacia la ciudad y los márgenes comerciales nos dejan sin ventajas fiscales. En fin, que previsiblemente vamos a notar en nuestros bolsillos la entrada en el espacio Schengen.
Pero especialmente lo notarán los marroquíes, que no podrán entrar y salir a su antojo de Melilla, pese a nuestra vecindad. Tendrán que hacerlo con visado y eso ya es harina de otro costal porque no todos tienen pasaporte en Nador ni todos consiguen un visado después de pedirlo.
Políticamente sería ventajoso para nosotros que la frontera europea estuviera en Beni Enzar y no en Málaga, siempre que aceptemos la llegada de refuerzos de Frontex porque todos sabemos que esto es un coladero. No hemos alcanzado la impermeabilidad porque nos faltan brazos, ojos y mejores sueldos en la valla. Bastante bien lo hacemos para lo mal que está la cosa.
Hablando de la entrada en el espacio Schengen, un empresario de Melilla, de corte más bien conservador, responsabiliza al PP de que no hayamos tramitado antes la entrada en la Unión Aduanera y recuerda que a finales de 2018 el equipo de Imbroda encargó un estudio a una empresa canaria que concluyó sugiriendo: Virgencita, que me quede como estoy.
Él cree que nuestros políticos (los de antes y los de ahora) no tienen visión de futuro porque ninguno ha llegado al poder después de haber montado una empresa exitosa. Y eso pesa porque no ven más allá de sus narices.
Entrar en la Unión Aduanera significa que seremos uno más dentro de la UE, pero no podemos, en su opinión, formar parte del espacio Schengen a pecho descubierto sino intentar negociar algún beneficio fiscal a cuenta de ser una región ultraperiférica.
En todo caso, advierte de que no podemos soñar con que la UE nos va a permitir seguir viviendo sin IVA. Eso es impensable y hay que partir de que la negociación no puede ir por ahí.
Él, como otros empresarios de esta ciudad, está convencido de que no hay que marear más la perdiz y hay que pedir inmediatamente la entrada en la Unión Aduanera. Al principio, como todos los comienzos, será difícil, pero la idea es negociar tras la entrada con todos los hierros y aspirar a beneficios fiscales que tengan en cuenta nuestra situación geográfica.
Respecto a la indecisión de la CEME, que no se ha pronunciado claramente sobre el tema, este empresario lo achaca a que pasada la guerra de poder para desbancar a Margarita López Almendáriz, ahora se han colocado en mitad de un a escalera y no se sabe si quieren subir o bajar.
En su opinión, no tienen claro que “hay futuro, hay mucho futuro”.
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