El presidente del PP de Extremadura desde 2008, José Antonio Monago, alentó durante mucho tiempo el suspense en torno a si presentaría o no su candidatura a ser reelegido al frente del partido. En medio de las dudas, a primeros de enero pasado saltó la noticia de que Génova estaba buscando un sucesor porque Monago había accedido a pactar su relevo.
Lo hizo, al parecer en un desayuno informativo en Madrid, en lo que el ABC ha bautizado como el abrazo del Casino. Así las cosas, el Congreso de Extremadura será el primero que se celebre tras las elecciones de Castilla y León este 13 de febrero. En cuanto pase, se convocará para 45 días después.
Según se ha filtrado, Monago habría llegado a un acuerdo con Pablo Casado para que le deje seguir otra legislatura como senador, a cambio de no presentarse a las primarias.
Lo que ha pasado con el presidente del PP en Extremadura no es un caso aislado. También ha habido renovación en Aragón y Canarias y aún están pendientes congresos importantes como los de Cantabria, La Rioja, Murcia y Madrid. La pregunta es obvia: ¿habrá relevo en Melilla?
Evidentemente, ante esos truenos cabe preguntarse si es posible la renovación en el PP de Melilla. Es público y notorio que Imbroda se ve con fuerzas para seguir y lo que parecía ser una corriente crítica se ha desinflado en los últimos tiempos. De hecho, quienes conocen a fondo las tripas del partido, creen que no hay nadie con coraje como para querer quemarse a lo bonzo en una candidatura alternativa.
El paso, hay que admitir, es complicado porque el PP se ve con posibilidades de gobernar en coalición con Vox en 2023, si consigue remontar las encuestas que le sitúan ahora mismo en desventaja respecto a CpM. Los de Aberchán empiezan a creerse y a verse, de verdad, con posibilidades de conseguir el escaño en el Congreso, pero para gobernar necesitan, como mínimo al PSOE de Gloria Rojas que en estos momentos atraviesa sus horas más bajas porque no le sale nada. La buena estrella les abandonó.
Volviendo al PP, Imbroda podría pactar su salida con Génova, pero tiene difícil que le dejen seguir en el Senado una legislatura más. Según nos cuentan fuentes del propio Partido Popular su grupo en la Cámara Alta está decepcionado con el bajo rendimiento del senador por Melilla.
Y en la ciudad tampoco están contentos con su participación en las comisiones de la Asamblea o los plenos. Critican que se limite a dar ruedas de prensa cada 15 días para que a nadie se le olvide que sigue siendo el líder.
Hay quienes dan por sentado que quiere ser presidente y cabeza de cartel en la lista electoral, en ese orden, para luego marcharse y dejar en su lugar a Miguel Marín, su eterno delfín.
Nunca el PP tuvo tan fácil llevar la voz cantante en Melilla. Esta semana se han puesto las pilas y han empezado a fatigar al Gobierno, que amaga día sí y día también con caer KO en cualquier momento.
Sólo las buenas cifras de paro registradas este mes de enero, tras el inicio de los Planes de Empleo, les han permitido tomarse un respiro. Entre la rabia y el covid, los golpes van todo el rato a la boca del estómago. La consejera Francisca García Maeso ha hecho bien en desaparecer. Cualquier cosa que diga será usada en su contra. Son reglas elementales de comunicación.
Confiamos que en que esta etapa de ermitaña la esté aprovechando para buscar candidatos a laceros. Tiene tela que después de tres meses de nivel 1 de alerta por rabia, todavía no hayan reforzado el servicio.
Es lo que comentábamos en esta página estos días: no saben tomar decisiones y eso hace que nos preguntemos si tienen capacidad para gestionar la administración.
Con un Gobierno tan debilitado no se entiende que el PP vaya mal en las encuestas. Ahora mismo, no sabemos cuál es la 'bandera' que enarbolan desde la oposición. No sabemos qué ganaremos si llegan a gobernar.
Conocemos sus quejas, pero no sus proyectos ni sus intenciones. No creo que sea recomendable que se planten en las elecciones de 2023 con la promesa electoral de ampliar el puerto de Melilla. Oiga, no está mal, pero está más visto que la Plaza de España.
La vida de Melilla ha cambiado muchísimo en los últimos tres años, pero en el PP siguen sin entender que lo que más le interesa a la gente de esta ciudad es si va a abrir o no la frontera. No quiere decir que todos quieran que abra o que todos estén deseando que cierre. El problema es que no tenemos claro qué es lo que quiere el PP.
Sabemos que los populares son partidarios de eliminar la excepción de Schengen, pero entendemos que aspiran a abrir el tráfico fronterizo aunque controlando los visados.
Vox, por el contrario cree que la frontera como mejor está es cerrada. Es difícil, entender cómo van a formar una coalición queriendo cosas distintas en un tema tan importante para los melillenses.
Por eso, antes de ir a las urnas la gente debe saber lo que quiere cada uno y hasta dónde está dispuesto a prometer. El PP tiene que definirse e intentar atraer a los desafectos a un proyecto común en el que el objetivo compartido sea ganar las elecciones y volver a gobernar en Melilla.
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