La asociación Guelaya Ecologistas en Acción aprueba la limpieza de calles y playas que está llevando a cabo la Ciudad Autónoma, pero recuerda que lo más importante es mantener limpias de residuos las zonas periféricas y vigilar a las personas que son incívicas.
El portavoz de la plataforma, Manuel Tapia, recuerda que desde hace tiempo celebran la limpieza de las calles de la ciudad, que es primordial, pero lamentan que, nuevamente, el entorno de la periferia sea olvidado. Es una zona que está “sucísima” y que recuerda al “tercer mundo”.
El ecologista hace especial hincapié en la importancia de mantener limpios de residuos los principales puntos negros de Melilla, como el barranco de Cabrerizas, los alrededores del Toro de Osborne o la zona del polígono del SEPE. “Son puntos negros que ya tenemos localizados, que ya hemos señalado muchas veces y que siguen sin vigilancia”.
Guelaya ha elaborado informes para colaborar con el Gobierno local y mantener limpia la zona con distintas actuaciones que, a día de hoy, siguen siendo puntos de vertidos. “Son nuestro campo. Es la zona verde que nos queda en Melilla”, afirma.
Además de la limpieza, también es necesario una vigilancia constante para que no vuelvan a ensuciarse. Para el ecologista, el verdadero problema reside en no vigilar a las personas que son incívicas y que se dedican a ensuciar estas zonas. “No se puede cargar sobre la cuadrilla de limpieza todo el trabajo que supone el no vigilar o el no sancionar”, señala.
Estos puntos negros están repletos de residuos tan contaminantes y peligrosos para el medio ambiente como los neumáticos, y que pueden llegar a provocar incendios como el que se produjo hace un año en el barranco de Cabrerizas y que tardó dos días en apagarse.
“La educación ambiental es vital” para concienciar a las personas, explica Tapia, pero también “es necesario la sanción”. Esta, dice, sería una medida “muy apoyada” por la mayoría ciudadana. “Limpiamos y a los dos días está todo igual”, lamenta.
Por este motivo, el ecologista cree que es importante no centrarse solamente en el casco urbano y mirar también hacia la periferia, que es donde se encuentra el cinturón verde de la ciudad.
Hay familias incluso que no pueden disfrutar de estas zonas naturales libremente por los peligros que presentan para las familias y los más pequeños de la casa. El barranco de Cabrerizas, por ejemplo, está repleto de hierros y vidrios que pueden cortar o restos de amianto que son muy contaminantes para el entorno rural de Melilla.
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