El colectivo ecologista Guelaya ha asegurado que toda la población melillense ha estado respirando aire contaminado por ozono durante el verano, según establece el informe estatal elaborado por Ecologistas en Acción y que analiza los datos recogidos entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2023 en casi 500 estaciones de medición repartidas por todo el territorio español, entre ellas una situada en nuestra ciudad.
Guelaya recuerda que el ozono es un contaminante muy complejo, que no tiene una fuente humana directa sino que se forma en la superficie terrestre en presencia de radiación solar por la combinación de otros contaminantes denominados precursores, emitidos por el transporte (en especial los vehículos diesel), las centrales termoeléctricas, ciertas actividades industriales o la ganadería intensiva. Se trata por tanto de un contaminante típico de primavera y verano.
Además, explica que se trata del contaminante atmosférico que año tras año afecta a más población y territorio en el Estado español, y el más estrechamente ligado al cambio climático, por su relación con la radiación solar. Durante 2023, sus niveles han repuntado en Melilla como consecuencia de la primavera y el tercer verano más cálidos desde 1961, con varios episodios cálidos entre abril y septiembre y cuatro intensas olas de calor en julio y agosto.
Asimismo apunta que el informe de Ecologistas en Acción toma como referencia el valor diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo al cual el aire contaminado por ozono ha afectado en 2023 a la totalidad de la población y del territorio melillenses.
Y en ese sentido, asegura que la frecuencia de las superaciones de los estándares de la OMS ha sido muy superior a las registradas en los años previos a la pandemia, con aumento del 95% en relación a las registradas en 2019, único año del que se dispone de datos en Melilla. "El cambio climático se confirma como un factor determinante en el agravamiento de los episodios de mala calidad del aire por ozono, por el aumento de la radiación solar, el alargamiento progresivo de la duración del verano y la reducción de las precipitaciones".
Para Guelaya, la contaminación por ozono debe abordarse como un problema sanitario de primer orden, que causa cada año en torno a 2.500 muertes en el Estado español, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, afectando a niñas y niños, mayores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades cardiorrespiratorias. Es más, advierte que en el verano de 2023, el Instituto de Salud Carlos III ha identificado en Melilla cuatro muertes por las elevadas temperaturas.
Critica este colectivo que la información a la ciudadanía por parte de las administraciones públicas "no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema". "De las dos estaciones ubicadas de medida de la contaminación atmosférica ubicadas en Melilla, sólo una transmite los datos al Ministerio de Transición Ecológica. Resulta elemental por ello que el Gobierno de Melilla se esfuerce por mejorar la información de la calidad del aire en nuestra ciudad".
Las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire por ozono, añade Guelaya, son disminuir el tráfico motorizado, sustituir los disolventes orgánicos por agua, el ahorro y la eficiencia energética, el cierre de las centrales térmicas de fueloil, un despliegue ordenado de las energías renovables, ampliar el Área de Control de Emisiones adoptada para el Mar Mediterráneo, reducir el tráfico aéreo y penalizar fiscalmente a los vehículos diesel.
Además, manifiesta que, transcurridos nueve meses desde el fin del plazo para que los municipios de más de 50.000 habitantes establecieran zonas de bajas emisiones, para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, "Melilla no ha cumplido esta obligación legal, pese a los abundantes fondos públicos que están recibiendo para su implantación". Guelaya pide a las autoridades locales que "prioricen la salud de sus vecinos".
Por último, afirma que la crisis de la COVID-19 ha demostrado que la reducción estructural del transporte y la descarbonización de la industria y los edificios son las mejores herramientas para mejorar la calidad del aire en las ciudades y en las zonas rurales, también en el caso del ozono. "La dramática situación creada por la pandemia ha corroborado que la reducción de las emisiones de precursores sí es efectiva para combatir la contaminación por ozono", concluye.
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