Los ecologistas piensan que una parte llega por Beni Enzar y la otra son capturas de pesca deportiva.
La asociación ecologista Guelaya envió ayer un escrito a la Consejería de Medio Ambiente para denunciar que este mes se han estado vendiendo atunes rojos ‘inmaduros’ en las calles de Melilla.
Se trata de especies que no han alcanzado la talla mínima porque no llegan a los 115 centímetros de largo y a los 30 kilogramos de peso que marca la orden que regula la pesquería de atún rojo en el Atlántico Oriental y el Mediterráneo. Los ecologistas piensan que estas piezas podrían estar entrando en la ciudad a través de la frontera con Marruecos, procedentes del puerto de Beni Enzar. También podrían ser capturas de la pesca deportiva melillense.
En ambos casos, añaden desde Guelaya, estaríamos frente a un delito. “El año pasado entraban en embarcaciones deportivas que tienen prohibida la venta de sus capturas en Melilla”, añaden.
España, aclaran desde Guelaya, tiene un cupo asignado para la captura de atunes rojos (que cumplan con los requisitos de talla y peso) y ese cupo, nuestro país los reparte, pero Melilla no está autorizada a desembarcar atún.
No es la primera vez que Guelaya denuncia la pesca ilegal de atún rojo en la ciudad.
Según explican desde Guelaya, la campaña del atún rojo está regulada año tras año. En octubre pasado, la asociación ecologista no tuvo noticias de que se estuvieran vendiendo especies de tallas mínimas en la ciudad. Sin embargo, este mes empezaron a verse a los vendedores ambulantes con este pescado.
“Los atunes pequeños nacen en verano en Baleares y en otoño emigran al Atlántico y en esa emigración pasan por Melilla. Ahora están pasando los pequeños y se nota porque ya se están comercializando en las calles de la ciudad, añaden desde Guelaya.
Más de un problema
La prohibición de la pesca de atunes rojos juveniles no es sólo un problema de conservación de la especie, apuntan desde Guelaya. El “gran problema”, subrayan los ecologistas, es que no se está cumpliendo la legislación internacional sobre pesca del atún en los controles fronterizos de Melilla con Marruecos ni la Secretaría de Pesca, que depende de la Delegación del Gobierno, está velando por las normas establecidas.
Desde Guelaya también denuncia que el hecho de que se esté vendiendo atún rojo sin etiquetar en los mercados de Melilla hace que tengamos delante “un problema de salud pública”.
La asociación ecologista considera que estamos ante un problema similar al que denunciaron el año pasado cuando una página web recomendaba venir a pescar a Melilla “porque la Administración mira para otro lado y lo permite”, apuntan en nota de prensa. De ahí que Guelaya pida a las autoridades que se impliquen “porque no están haciendo su trabajo”.
El problema
Guelaya denuncia la venta de atún inmaduro
Guelaya ha denunciado la venta en la ciudad de atún rojo inmaduro, que no cumple los estándares mínimos que marca la ley de 115 centímetros de largo y 30 kilogramos de peso.
Los controles
Los atunes juveniles entran por la frontera
Guelaya considera que los controles fronterizos del pescado que entra a Melilla con destino a la venta en mercados están dejando pasar atún rojo juvenil o que no llega a la talla mínima.
Infracciones
Un delito que atenta contra la conservación
La entrada de atún rojo que no alcanza las tallas mínimas en Melilla es un delito que atenta contra la conservación de la especie.
Desde Guelaya ven con preocupación el hecho de que este año se hayan encontrado cuatro zorros muertos en Melilla. Los dos últimos, este mes, en la zona de Aguadú.
Según fuentes de la asociación ecologista local, cada vez se ven menos zorros en la ciudad y lo achacan a la existencia de la valla. “Hemos confirmado que en el Barranco del Nano pueden estar criando”, apuntan a El Faro.
Desde Guelaya están convencidos de que los zorros encontrados muertos este año en Melilla pueden haber sido víctimas del veneno. “Hay campañas de envenenamiento de perros y gatos en la ciudad y puede que los zorros estén comiendo cebos envenenados o alimentándose de los cadáveres de gatos y perros envenenados”. Este último caso sería preocupante a ojos de la asociación ecologista porque daría fe de que se están utilizando productos con estricnina, que han dejado de usarse porque una vez muerto el animal que los come, el veneno persiste y puede morir el que se coma el cadáver.
En principio, Guelaya quiere saber qué está provocando la muerte de los zorros, quién echa el veneno y qué tipo de veneno se está usando.
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