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Guelaya denuncia que la desaladora “estará coja” mientras no se haga el emisario de salmuera

La cascada de Aguadú suele ser un lugar que llama la atención a mucha gente, tanto lugareños como visitantes de Melilla. Sin embargo, esa pequeña cascada que se encuentra en los cortados de Aguadú, un área natural denominada Zona de Especial Conservación (ZEC) y que para muchos resulta atractivo porque embellece el paisaje, tiene un gran impacto ambiental en el ecosistema del litoral que el grupo local ecologista Guelaya lleva ya años denunciando.

Dicha cascada es en realidad el emisario de salmuera de la planta desalinizadora de la ciudad. Es por donde se expulsa el agua de rechazo una vez se ha procesado el agua del mar para convertirla en agua apta para el consumo humano.

Ese agua que se expulsa por la casada tiene “una salinidad mucho más alta que el agua normal”, explica Manuel Tapia, miembro de Guelaya. Señala que lo habitual en otras desaladoras que se encuentran en la península es que sus emisarios expulsen ese agua de rechazo a través de grandes tubos submarinos que recorren varios kilómetros bajo el mar con el fin de que diluya toda la salmuera posible con las corrientes marinas.

Impacto en el ecosistema

En el caso de Melilla, el emisario se encuentra en el mismo litoral de Aguadú. “Hay que recordar que nosotros tenemos un litoral con varias especies muy protegidas, como la Paella Ferruginea, que se encuentra con una protección máxima de conservación similar al del lobo o el lince ibérico”, explica Tapia, que indica además que la salmuera de la desaladora “cambia químicamente la estructura del agua”.

Según los buceadores que han hablado con el grupo ecologista en el fondo marino de esa zona donde se encuentra la cascada lo que se ve es un claro “con mucha menos vida que en el resto del entorno”.

Por ello, desde Guelaya sostienen que la propagación del agua de rechazo en esa lozalización “cambia la dinámica de la costa” y atrae a otro tipo de especies que no son las habituales de ese medio como las algas que tapizan la pared de la cascada. Según Tapia, estas algas son habituales de las zonas contaminadas donde el ecosistema es pobre. En este caso, con este agua de rechazo de la desaladora el ecosistema de este trocito del litoral está muy deteriorado y se ha producido un empobrecimiento de su biodiversidad.

Uno de los hechos de los que advierten los ecologistas es de la espuma que procede de esa cascada por su abundancia y su olor sintético. Se debe a algunos compuestos químicos, entre ellos el bentotriazol (BTA), una especie de detergente que se utiliza en las membranas de ósmosis. El ecologista señala que hace tiempo que no se ven grandes manchas blancas que recorren el agua grandes longitudes como ocurría antes, pero aún así asegura que la espuma que se produce en la cascada lleva más sustancias además de la sal, que es lo que produce de forma natural la espuma al romper el agua marina en la costa.

La reducción de BTA

Ante la pregunta de si la reducción del uso de bentotriazol (BTA) es a causa de las denuncias ecologistas, Manuel Tapia dice que desconoce la influencia que puede llegar a tener Guelaya ya que nunca han obtenido una contestación oficial. Pero reconoce que con el último plan hidrológico que se realizó hicieron algunas alegaciones acerca de la desaladora de la ciudad que sí se vieron aceptadas, como evitar las construcciones del cuarto módulo de la desaladora durante los periodos de reproducción de la Patella Ferruginea. La principal petición de Guelaya fue la construcción de un emisario de salmuera, algo que, como asevera el ecologista, “no se ha cumplido”.

“Cuando se hizo la desaladora, estamos hablando de hace 20 años o más, en todos los planes hidrológicos se pide desde el principio que se haga un emisario que saque esa salmuera; en Melilla parece ser que se quedaron sin dinero y desde entonces nadie se ha movido por ese dinero que faltaba para hacer ese emisario que falta. Está coja la desoladora mientras no tenga ese emisario”, expresa Tapia.

En Melilla el agua siempre ha sido un problema y siempre ha dado prioridad a que funcione bien la desaladora y de nuestros grifos pueda salir agua potable y apta para consumo humano, por ello, la idea de la construcción del emisario que expulse toda ese agua restante lejos de la costa ha pasado siempre a un segundo plano. De esta forma, la construcción de un nuevo emisario de salmuera continúa siendo una lucha del grupo ecologista local.

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