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Inicio » Cultura y Tradiciones

Gregorio Castillo: "No hay mayor satisfacción que tender la mano a quien más lo necesita"

Cada Jueves Santo, Melilla vive un momento único: la liberación del preso, un acto que une fe, justicia y compromiso social

por Tania Chocrón
16/04/2025 11:51 CEST
Gregorio Castillo: "No hay mayor satisfacción que tender la mano a quien más lo necesita"

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En la Semana Santa de Melilla, entre incienso, tambores y pasos majestuosos, existe un instante que trasciende lo puramente religioso: el acto de la liberación del preso. Este gesto simbólico, impulsado por la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli y María Santísima del Rocío, se ha convertido en una de las expresiones más profundas de fe y compromiso social de la ciudad.

Gregorio Castillo, hermano mayor de la Cofradía, rememora cómo nació esta costumbre en Melilla: "Todo comenzó con una plataforma llamada Proliberación del Preso en 1999. En el año 2000 no pudo llevarse a cabo por cuestiones técnicas, pero finalmente, en 2001, realizamos la primera celebración en Jueves Santo".

Desde entonces, la tradición ha perdurado y se ha consolidado como uno de los momentos más esperados y simbólicos de la Semana Santa melillense. Cada año, una persona privada de libertad recupera su condición de ciudadano libre gracias a la intervención de la hermandad y el respaldo de las autoridades judiciales.

Un símbolo de esperanza y reinserción

Más allá del impacto emocional y ceremonial, el acto del indulto encierra un mensaje poderoso: la posibilidad de una segunda oportunidad. "Para nosotros como comunidad cristiana, significa muchísimo. Es una parte esencial de nuestra obra social de El Cautivo". afirma Castillo. "Imaginar lo que representa tenderle la mano a una persona que ha estado privada de libertad y acompañarla durante un año para que pueda reinsertarse plenamente en la sociedad, es un acto de caridad en estado puro".

Este compromiso no se limita solo a la noche de la liberación. La Cofradía, junto con el voluntariado de cristiano de prisiones, realiza un seguimiento continuo de la persona indultada, ayudándole a superar obstáculos personales, familiares y laborales que dificultan su reintegración social.

¿Cómo se elige al preso indultado?

El proceso que culmina con la liberación del preso es riguroso y comienza con mucha antelación. "El 24 de septiembre, Día de la Merced - patrona de las instituciones penitenciarias -, la Hermandad presenta una solicitud para que se abra el expediente de la liberación del año siguiente", detalla Gregorio Castillo.

A partir de ese momento, la Junta de Tratamiento del centro penitenciario propone una terna de candidatos. Posteriormente, el Juez de Vigilancia Penitenciaria es quien decide, tras evaluar en cada caso, qué persona es más adecuada para recibir este indulto simbólico.

La Hermandad, por su parte, actúa como solicitante e intermediaria. "Solicitamos que, por intercesión de nuestro titular, el Cautivo de Medinaceli, se ponga en libertad a un interno del centro penitenciario”, añade Castillo.

"Una vez se dicta el auto, hacemos un seguimiento durante todo el año, en la medida de nuestras posibilidades, para que esa persona pueda superar sus necesidades y volver a empezar".

El momento más solemne: la lectura del auto

El instante más cargado de emoción durante la procesión del Jueves Santo ocurre cuando la Cofradía pasa por la tribuna de la Agrupación de Cofradías. Es allí donde se produce la lectura pública del auto judicial que restituye la libertad al interno.

"El juez de vigilancia penitenciaria lee el auto delante del pueblo, mientras pasa la imagen de El Cautivo. Es un momento solemne, de esos que ponen la piel de gallina", confiesa el hermano mayor.

La plaza, el paso, el sonido de la banda y la palabra "libertad" pronunciada ante todos, crean una atmósfera única que deja una huella imborrable en quienes lo presencian.

Una experiencia personal y espiritual

Para Gregorio Castillo, este acto tiene también un valor íntimo. "Me siento plenamente satisfecho como persona, porque me da la oportunidad de ayudar y de practicar la caridad. Y eso es esencial para nosotros los cofrades", reflexiona.

El acto de liberar a un ser humano y acompañarlo en su regreso a la sociedad se convierte en una vivencia transformadora, tanto para quien recupera su libertad como para los miembros de la Cofradía que lo hacen posible.

El año más atípico: la pandemia y la liberación en silencio

En 2020, la pandemia cambió la vida de todos y también alteró la tradición cofrade. La procesión no pudo realizarse debido al confinamiento, pero la hermandad no quiso que el acto simbólico se perdiera.

"Le pedimos permiso al juez de vigilancia penitenciaria para seguir adelante con la medida, aunque no hubiera procesión. Y con gran sensibilidad, nos dio el visto bueno", recuerda Castillo.

"El auto fue enviado al interno y se procedió a su liberación sin preámbulos ni actos formales, pero con todo el sentido intacto. Y nosotros, igualmente, le ofrecimos nuestro acompañamiento durante el año siguiente".

Un gesto que trasciende la fe

La liberación del preso en el Jueves Santo melillense no es solo un ritual litúrgico o una anécdota religiosa. Es un testimonio vivo del poder transformador de la fe, de compasión y de la voluntad de redención. En una sociedad que a menudo olvida a quienes caen al margen, este acto recuerda que nadie está completamente perdido mientras haya alguien dispuesto a tenderle la mano.

La Semana Santa no es solo procesiones y devoción, también es acción, justicia y amor al prójimo. Y es que esta tradición es la prueba más humana de ello.

 

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