Opinión

Frontex en Melilla

Veintiún guardias civiles de Melilla resultaron heridos de diversa consideración este martes, durante el intento de entrada ilegal de un centenar de migrantes por la zona de Dique Sur.

Un vídeo grabado por los propios efectivos muestra cómo los migrantes, en su desesperación por entrar en España, la emprendieron a pedradas contra los agentes que bloquearon la zona para evitar que accedieran a Melilla.

Los que llevamos años denunciando la violación del derecho al asilo en la frontera de Melilla sabemos que hoy por hoy, con la ley en la mano, no tenemos mucho que hacer, especialmente cuando los migrantes se enfrentan violentamente a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo echó para atrás en febrero de este año la condena contra España por dos devoluciones en caliente de 2013 porque antepuso el derecho de los estados a defender la seguridad de sus fronteras a la prohibición de las devoluciones colectivas; al derecho al asilo y a la identificación del migrante para que éste pueda reclamar la decisión administrativa que implica su expulsión de España a través de la valla de Melilla sin haber tenido acceso a un traductor o a un abogado.

Las duras imágenes que vimos este martes en los vídeos grabados por los agentes nos meten el miedo en el cuerpo a las familias de los guardias civiles. Los nuestros están afrontando los saltos a la valla con pocos recursos materiales, pero también jurídicos. Se equivoca quien crea que las devoluciones en caliente están legalizadas con la figura jurídica del rechazo en frontera.

Pero en todas las historias siempre hay dos versiones y en estos momentos desconocemos la de los migrantes. Lo que sí sabemos es que difícilmente cien personas pueden acercarse al Dique Sur sin que los guardias marroquíes se den cuenta.

Ya hemos asumido, desde esta columna, que este verano será caliente en Melilla. No sólo porque Marruecos mirará para otro lado sino también porque la tensa situación política del Sahel empujará a los jóvenes a intentar llegar a Europa.

Justo ayer, el grupo yihadista Estado Islámico en el Gran Sáhara hirió en una emboscada en una zona de Mali cercana a la frontera con Níger, a dos soldados franceses y mató a un militar nigeriano. Nadie quiere vivir rodeado de violencia y terrorismo. Eso empuja a la gente a marcharse de su país.

Vamos a volver a aquel año 2013, cuando el helicóptero nos despertaba de madrugada en Melilla con el ruido terrible que hacía mientras sobrevolaba la valla. Era una señal inequívoca de que había habido salto.

Pues bien, este verano habrá más. Por eso urge que lleguen refuerzos de Frontex, que hasta ahora no se habían solicitado para no incomodar a Marruecos y a los altos mandos de la Guardia Civil, a los que les hace poca o ninguna gracia la competencia europea.

Al vecino ya lo tenemos incómodo y a los altos cargos de la Benemérita sólo hay que recordarles que en estos momentos no podemos pensar en cuotas de poder dentro del Instituto Armado. Aquí estamos hablando de afianzar la soberanía española sobre las dos ciudades autónomas. Necesitamos patriotas.

Según recoge El País, ahora mismo tanto el Ministerio de Exteriores como la Moncloa, estarían por la labor de traer efectivos de Frontex a Melilla y Ceuta. Las pegas las pone Interior, que teme a eso que llaman “un monstruo difícil de controlar” y que no es otra cosa que la Agencia Europea de la Guardia Costera y de Costas.

Al parecer, la experiencia en Canarias, donde sí hay agentes de Frontex, no convence a los altos mandos de la Guardia Civil. Las tensiones habrían subido de tono hasta el punto que la policía europea de fronteras habría amenazado con marcharse de España debido a que la Benemérita le estaría frenando el acceso a información.

Para que se entienda, los mandos de la Guardia Civil sólo quieren a los agentes del Frontex, no a los jefes. Y en todo caso, creen que estas fuerzas europeas serían mucho más efectivas actuando en los lugares de origen de la inmigración.

En todo caso, se equivoca quien piense que con la llegada de efectivos de Frontex a Melilla se acabarán las devoluciones en caliente en la frontera sur. La institución europea está acusada de ser poco eficaz y de saltarse los derechos de los migrantes en el Mar Egeo. Digamos que necesitan interiorzar un poco más los valores de la Unión Europea. Eso, evidentemente, no es una buena noticia para Melilla.

Sin embargo, ese trago amargo hay que asumirlo. El impacto político del despliegue de Frontex en Beni Enzar es un paso más hacia europeización de nuestra ciudad. Sin dudas, da seguridad jurídica a quienes hoy temen por sus propiedades y sus empresas en Melilla.

También dará un respiro a los guardias civiles destinados en esta plaza que no tendrán que volver a asumir el estrés de afrontar entre cuatro gatos los saltos diarios a la valla. Las familias no podemos seguir asumiendo este sinvivir. Queremos que los nuestros regresen sanos y salvos a casa. Si somos europeos, que se note.

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