La imagen del cierre las fronteras terrestres de Melilla y Ceuta en la madrugada del 13 de marzo de 2020 fue una de las primeras que constató el cerrojazo que iba a suponer la pandemia del coronavirus en todo el mundo. Este miércoles se cumplen cuatro años de aquella medida que, si bien fue revertida parcialmente 795 días después, supuso un antes y un después en las relaciones fronterizas de España y Marruecos.
Las restricciones con las que ambos países decidieron reabrir sus pasos fronterizos el 17 de mayo de 2022 se mantienen para quienes viven a ambos lados de la valla, una medida que ha reducido drásticamente el tránsito y ha tenido un impacto en muchos ámbitos de la vida de las dos ciudades autónomas, especialmente en los servicios públicos y la economía.
En Melilla, además, el cierre se mantiene en tres de sus cuatro fronteras, Farhana, Barrio Chino y Mariguari, donde el tiempo se detuvo hace justo cuatro años. El bullicio y trasiego de miles de personas que había antes cada día en esos puentes entre España y Marruecos es hoy silencio y desierto provocado por los candados que aseguran sus verjas, cerradas a cal y canto sin fecha de reapertura.
En la agenda del Gobierno de España no está la reapertura de esos pasos fronterizos, tal y como han confirmado a EFE desde su Delegación en Melilla. La razón, apunta, es lógica: en estos momentos está volcado en la puesta en marcha del sistema de frontera inteligente en el paso de Beni-Enzar, el único de los cuatro que está abierto.
Ese mayor control, basado en sistemas biométricos y acorde a lo que exige la Unión Europea en sus fronteras exteriores, caería en saco roto si los otros pasos estuvieran abiertos.
De ahí que el cierre parcial se mantenga, por mucha nostalgia que algunos en Melilla sientan respecto a los tiempos en los que se podía cruzar a Marruecos por ellos, dado el alivio que suponía para el de Beni-Enzar. Sobre todo en los momentos de más tránsito, como los puentes, fines de semana y la Operación Paso del Estrecho.
Es entonces cuando se produce el famoso “embudo” para entrar y salir por la frontera que, como apunta en declaraciones a EFE el secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP), Jesús Ruiz Barranco, se debe a que en Marruecos tienen “un sistema de trabajo muy diferente” al que se aplica en el lado español, “aunque haya buena colaboración” y entendimiento entre los agentes de los dos países.
De todos modos, el SUP tampoco ve claro que las tres fronteras cerradas que hay entre España y Marruecos en Melilla vayan a reabrir a corto o medio plazo. Porque, aunque no han obtenido respuesta cuando han preguntado por ello, reconocen que las instalaciones están obsoletas, no tienen mantenimiento y se han vaciado de mobiliario.
Además, en el caso de Barrio Chino, el sindicato policial aboga por un cierre definitivo. “Es la frontera de la vergüenza”, apunta Ruiz Barranco en alusión al trágico intento de entrada masiva de migrantes del 24 de junio de 2022, en el que murieron, al menos, 23 personas.
Y no solo por eso. También porque aquel era el control por el que miles de porteadoras marroquíes cruzaban cada día con fardos de más de 50 kilos cargados a sus espaldas, como recuerda el responsable del SUP.
Aquella imagen, que “provocaba desazón en la opinión pública española” también pasó a la historia en Melilla hace cuatro años con el cierre fronterizo. Y eso, en opinión de Ruiz Barranco, es una de las cosas positivas que trajo consigo aquella medida. También desde el punto de vista de la seguridad, por el “quebradero de cabeza” que suponía el denominado comercio atípico en la frontera.
Pero eso también ha tenido un fuerte impacto en la economía melillense. El puerto mueve ahora la mitad de contenedores de mercancía, únicamente para consumo propio, y la recaudación de impuestos de importación ha pasado de 71 millones en 2019 a 56 después de la pandemia, según las cifras que maneja la Confederación Melillense de Empresarios (CEME-CEOE).
Su presidente, Enrique Alcoba, pone sobre la mesa otros datos que lo corroboran. Por ejemplo, gran parte de las naves industriales que servían de almacén para la venta al por mayor a Marruecos están cerradas. Y la mayoría de los empresarios que se dedicaban a ello desde Melilla se han marchado al país vecino, a Málaga o a Almería, empujados también por el cierre de la aduana comercial en agosto de 2018.
A ello se une otra de las consecuencias que trajo consigo el cierre de la frontera y su reapertura parcial en mayo de 2022: la desigual aplicación del régimen de viajeros, dado que Marruecos no permite pasar a su territorio con enseres personales o pequeñas compras realizadas en Melilla, pero sí en el sentido inverso.
Esta cuestión se ha convertido en uno de los principales caballos de batalla para la patronal melillense porque, como apunta Alcoba a EFE, el comercio melillense ha perdido entre un 20 y un 40 % de ventas. También la reapertura de la aduana comercial, que es “una porción pequeñita de la tarta” que representa el intercambio comercial entre España y Marruecos.
Aunque Alcoba admite que “la hoja de ruta” que tienen ambos países en torno a ello “la maneja Marruecos”, los empresarios melillenses mantienen la esperanza en que pueda reconducirse ambas cuestiones, especialmente en lo relativo al régimen de viajeros, porque defiende que la frontera melillense no debe ser distinta a la de cualquier lugar del mundo.
“Todo esto que Marruecos ha preparado va con el objetivo de intentar asfixiar a Melilla y Ceuta económicamente. Pero, lógicamente, no lo va a conseguir”, advierte el presidente de la patronal. Y es que, a su juicio, “a quien más se ha perjudicado” con los cambios que trajo el cierre fronterizo es a las poblaciones marroquíes vecinas, Nador y Tetuán.
Para corroborarlo, Alcoba recurre, nuevamente, a las cifras, esta vez de los servicios públicos españoles que se prestaban a los ciudadanos marroquíes que pasaban la frontera sin necesidad de pedir visado, como sucede desde la reapertura fronteriza en mayo de 2022.
En la Sanidad, por ejemplo, en 2019 fueron atendidos 2.476 partos en el hospital de Melilla, un poco por debajo del récord de 2015, cuando se llegó los 3.000. El año pasado, la cifra fue de 824, lo que indica que “una cantidad muy importante de partos eran de mujeres marroquíes que venían a Melilla”.
Lo mismo sucede con las intervenciones quirúrgicas, que han pasado de 5.116 en 2019 a 3.400 en 2022, señala la CEME-CEOE antes de recordar que, antes de que cerraran las fronteras, un millar de niños marroquíes cruzaban a Melilla para ir al colegio.
Ese “ahorro importante” en los servicios al que alude la patronal también se suma al de la seguridad que apunta el SUP, derivado de una caída drástica del tránsito fronterizo que ha pasado de unas 25.000 personas diarias a apenas una quinta parte.
Son, en definitiva, muestras de cómo el panorama ha cambiado “como de la noche al día” en Melilla a raíz de aquel cerrojazo motivado hace cuatro años por razones sanitarias, a las que después se sumaron otras de calado político cuyas consecuencias se mantienen con unas fronteras a medio gas.
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