Sea desde donde fuere el foco inflamable, llámese desde Gaza a Irak, o el Líbano a la frontera irano-paquistaní, o desde Siria al Mar Rojo, la proyección de Oriente Medio evidencia por doquier, los efectos desencadenantes de una implosión difícil de frenar. A la crisis humana y el cataclismo geopolítico producido que irremisiblemente ha sacudido los cimientos de la efímera estabilidad de esta región, ha de añadirse los peores augurios que comienzan a ser una realidad compleja de aplacar.
Y es que la ascensión violenta en la que lleva sumergida Oriente Medio suma cada vez más puntos de fricción. Hoy, el mapa de la zona de arriba abajo empedrado de conflictos al rojo vivo, podría confundirnos en presuponer algo así como una conflagración a gran escala. No obstante, el sinfín de ataques cruzados en los que se han visto involucrados tanto Israel, como Irán, Pakistán, Irak, Siria, Yemen y Jordania, aglutinan un entresijo de fundamentos enfrentados. Toda vez, que la exhalación de los últimos acontecimientos han prendido la llama en una demarcación donde los bombardeos se han erigido en un automatismo macabro.
Dicho esto, el Ministro de Defensa y Comandante del Mando Sur de las Fuerzas de Defensa de Israel, Yoav Galant (1958-65 años), ha definido el conflicto como “una guerra con varios frentes abiertos”. Los contingentes hebreos combaten contra el grupo palestino Hamás en Gaza y se enfrentan regularmente al movimiento chií Hezbolá en la frontera Norte con Líbano. Otro conflicto de menor grado que reside especialmente en ataques aéreos, persiste con las fuerzas respaldadas por Irán en Siria. Además, desde Yemen, los rebeldes hutíes percuten contra Israel con aviones no tripulados.
Lo cierto es que las afirmaciones de Galant resultan elementales para encajar las piezas del puzle que se cierne sobre el Gobierno de Benjamín Netanyahu (1949-74 años). Sus palabras latentes las puso con tono recalcitrante el pasado 2/IV/2024, veinticuatro horas más tarde que Israel bombardeara el consulado iraní en Damasco, la capital de Siria. Y en seguida, dos semanas después, se incorporó otro frente a esta disyuntiva múltiple al que apostillaba, cuando Irán lanzó cientos de misiles y aviones no tripulados contra la superficie israelí en venganza por el ataque realizado el 1/IV/2024.
No es la primera vez que Israel se halla en este escenario fluctuante. Recuérdese al respecto, que en los años 1967 y 1973, respectivamente, hubo de enfrentarse a milicias árabes convencionales que, a su vez, azuzaban desde diversos trazados. Sin embargo, en este momento el conflicto o los conflictos enlazados, son otros.
El inicio de otra ignición mirando a Irán, suscita varias incógnitas y no sólo sobre si Israel posee la capacidad suficiente para luchar contra múltiples contendientes en lo que, al menos de momento, da la sensación de ser un conflicto de tiempo indeterminado. Pero la certeza es que aunque ha proyectado durante al menos una década, una guerra que podría librar a la par en Gaza y en su límite Norte, las hipótesis sobre cómo se materializaría esa campaña parecen haber sido inexactas.
A día de hoy, intervalo en el que doy cuerpo a esta disertación, Israel previene a su urbe ante la inmediata represalia iraní y sus aliados, por el doble crimen del número dos de la milicia libanesa Hezbolá, Fuad Shukr (1962-2024), en Beirut (30/VII/2024) y del líder de Hamás, Ismail Haniya (1962-2024), en pleno Teherán (31/VII/2024). De hecho, en los últimos años la desenvoltura de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ha estado asentada en el Plan Plurianual ‘Momentum’. Este procedimiento bifurcaba del imaginario de que era prácticamente inexistente que Israel tuviera que hacer frente a fuerzas terrestres convencionales, como sucedió en las guerras de los Seis Días (5-10/VI/1967) y de Yom Kippur (6-25/X/1973).
Apoyándose en la experiencia de la Guerra del Líbano (12-VII-2006/14-VIII-2006), también denominada Guerra de Israel-Hezbolá y en ofensivas precedentes en Gaza, las FDI llegaron a la deducción de que sus principales adversarios serían, según su opinión, “ejércitos terroristas difusos y equipados con misiles”. Sospechaban que estos grupos armados dispondrían de una capacidad militar inferior, pero que no me estaría refiriendo a simples milicias o guerrillas, sino a enemigos evolucionados y con una incitación para maniobrar en redes confusas y ensambladas entre sí.
La conceptuación operativa de “victoria” por el que apostaron los especialistas de este marco, entreveía que Israel librara colisiones de pequeño nivel de manera ingeniosa, concluyente y resuelta. Transcurrido el tiempo desde la acometida sorpresiva del grupo militante palestino Hamás contra lugares del Sur de Israel (7/X/2023), la imagen de que Tel Aviv está salvando una guerra menor, determinante y expeditiva, ha quedado absolutamente en reprobación.
No más lejos de estar plenamente tumbado y abatido, como propusieron los representantes hebreos, Hamás en Gaza ha sostenido importantes pérdidas, pero sigue solícito a sus ideales. Y parte de sus cabecillas insisten en sus artimañas, mientras la ofensiva israelí está empantanada y carece de objetivos legibles. Desde entonces, las medidas militares de Israel han deteriorado y estrechado su apoyo internacional. La eminente cota de decadencia y pérdida de vidas civiles (39.650) también apunta que su táctica no ha sido para nada ingeniosa.
“El cúmulo de hostilidades sincrónicas que salva el Gobierno de Netanyahu, genera el paradigma de los galimatías que bullen: guerra psicológica, guerra proxy y desinformación”
En los límites fronterizos con Líbano, los intercambios de fuego con un grupo armado más vigoroso, ha forzado a Israel a desocupar a miles de residentes del Norte del país. Y al presente, los planificadores militares israelíes aceptan que Hezbolá podría ocasionar en toda regla importantes perjuicios en el conflicto. Sin inmiscuir, el desafío belicoso de Irán, convertido en el primer actor en atacar el territorio israelí desde aquel Irak de Saddam Hussein (1937-2006).
Curiosamente, en explicaciones tras la irrupción perpetrada por Hamás a la revista bimestral estadounidense sobre política internacional y temas globales, Foreign Policy, el Director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional y exjefe de la Dirección de Inteligencia de las FDI, Tamir Heyman (1968-56 años), anticipó algunos de los desafíos que encararía el Estado de Israel en un conflicto bélico dispuesto con varios frentes abiertos para la autodestrucción: “Podemos luchar en más de un frente. Podemos tener hasta tres frentes abiertos. La decisión militar, la victoria, no serán simultáneas, pero eso no supone ningún problema. Podemos abordar primero un frente y luego otro, tenemos la capacidad suficiente para hacerlo”, afirmó literalmente.
Heyman continuó apuntando: “El problema no son las FDI, el problema es el frente interno. El problema es el daño a la sociedad israelí y la resistencia de la sociedad israelí. Tener dos frentes abiertos a la vez no constituye un problema militar. Es un problema social, de resiliencia y de defensa del frente interno”.
La polémica sobre si Israel puede competir en los diversos frentes candentes está sobre la mesa y se ha ido extremando, porque la última irrupción iraní desde el espacio aéreo demostró que requiere del apoyo de una coalición internacional para contrarrestar determinadas amenazas. Sin la fulminante interposición de los Ejércitos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y algún otro aliado árabe, los resultados de la última arremetida iraní podría haber dejado un pésimo rastro. Amén, que los exiguos contratiempos del ataque se mostraron como un triunfo.
El inconveniente para Israel radica en que aunque enfocó positivamente con su anticipación la tendencia de los conflictos a los que tendría que enfrentarse, librarlos ha sido más inextricable y le ha hecho consumir más recursos de los deseables, tanto sociales como militares. Mientras sus socios se activaban para aliviarlo a protegerse de Irán, Europa y Estados Unidos coordinaban otras sanciones para infligir un duro castigo a los colonos extremistas.
En otras palabras: en un conflicto danzante y extendido que ya ha ocasionado metastatización y cuyas metas son cada vez menos inteligibles, los analistas ya no se interpelan si Israel posee la capacidad para luchar en numerosos frentes. En su lugar, se cuestionan: ¿con qué finalidad lo hace y que coste humano constituye?
En base a lo anterior, es sabido que el Estado de Israel no lo tuvo viable desde sus comienzos. Además, alegóricamente, Oriente medio no es un vecindario excesivamente atractivo a los ojos de muchos para que fondee una especie de democracia liberal. En la actualidad, es un cinturón cada día más chispeante e Israel continúa aparejando el lastre de hallarse ante varios frentes punzantes desde 1948, pero la amplia mayoría son distintos en su carácter y en el umbral de arranque.
Primero, Hamás-Gaza, hoy por hoy, es el frente más vivo en cuanto a su magnitud dramática. Ya en 2005, Israel dejó de manera íntegra y categórica la Franja de Gaza, y en forma unilateral le traspasó el control a la Autoridad Palestina (AP). Por aquel entonces, Hamas mantenía su protagonismo con cuantiosos integrantes y perpetraba atentados, pero en 2007 llevó a cabo un golde de Estado contra la AP y se hizo con el poder. Desde ese instante, Hamás convirtió a Gaza en un espacio con un único fin: desarrollar de la mejor forma potencial ataques terroristas contra la urbe civil hebrea. Todos sus recursos económicos y la población de Gaza fue arrastrada a este fin. El desenlace límite tuvo sus efectos desencadenantes el 7/X/2023, fecha fatídica en la Historia de Israel en la que se produjo la masacre consumada en el Sur de Israel.
Segundo, Hezbolá-Líbano, el bando chiita proiraní ha conseguido hacerse con el dominio del Líbano, esencialmente aplicando su influencia de pánico y su flanco duro militar que es superior que la milicia libanesa. Simultáneamente, ha logrado alterar el statu quo del Líbano, donde la mesura entre las etnias y religiones constituían los gobiernos alternativos. Su opresión sin límites ha abrumado al país en un trance económico, pero básicamente esa es la destreza concernida desde Teherán.
Al mismo tiempo, Hezbolá contabiliza miles de misiles y raquetas, algunos de éstos, misiles de alta precisión pilotados por GPS, que son más dificultosos de obstaculizar empleando los sistemas de defensa antimisiles de Israel. Igualmente, agrupa a sus espaldas una milicia más amplia que la de Hamás y mejor curtida, con habilidad sobrada en el campo de batalla, ya que intervinieron en la guerra civil de Siria como aliados de Bashar Háfez al-Ássad (1965-58 años).
En el 2006, tras un ataque a Israel que dejó varios fallecidos y numerosos heridos de consideración, Hezbolá retuvo a dos soldados israelíes y así se daría por iniciado lo que en Israel denominan la Segunda Guerra del Líbano. La misma culminaría con la Resolución 1701 de las Naciones Unidas, que exige a Hezbolá apartarse del Sur del Líbano y conceder a las fuerzas libanesas el control de la zona Sur del río Litani. Posteriormente, Hezbolá no solo no respetó su deber, sino que acrecentó su estampa militar a los ojos de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL), que en muchas ocasiones ha exhibido su complot con el grupo terrorista.
Como es conocido, desde el 7 de octubre Hezbolá ha hostigado el Norte de Israel, pero de una manera condicionada. Si acaso, para demostrar determinación con el ataque de Hamás e importunar a las FDI. De manera, que este contexto no mueva a una beligerancia sistémica que no es del interés en los esquemas en Irán.
Tercero, Cisjordania-Hamás-Yihad Islámica y grupos terroristas afines. En los últimos trechos el meollo de la intensidad contra Israel se concentró en este sector. Y en Gaza hubo un traslado incesante de misiles junto a tentativas de incursión por el Sur, la mayoría de los golpes fueron establecidos y efectuados por elementos aleatorios desde Nablus, Hebrón y Yenín, donde los grupos terroristas se aprestan de libertad de acción de parte de la AP. Mientras tanto, Hamás supuso que paralelamente a su acometida en el Sur, tanto Hezbolá desde el Líbano como los círculos más cercanos de Cisjordania, se adentrarían en una lucha que aminoraría el castigo hebreo en Gaza.
Con todo, el ejército israelí ha cosechado mediante una eficiente movilización, atajar casi cualquier conato de cometer atentados en la zona. Sin ir más lejos, decenas de terroristas de las franjas de Nablus y Yenín han sido contrarrestados.
Cuarto, Siria-proxies iraníes. Como efecto dominó de la guerra civil en Siria y el respaldo facilitado por Rusia e Irán para prolongar en la dirección a al-Ássad, el estado se ha vuelto un territorio perfecto para el establecimiento de organizaciones cercanas a Irán. Hezbolá salvaguarda reductos en el Sur de Siria, así como componentes iraníes de la Fuerza Quds, una división de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica especializada en guerra asimétrica y operaciones de inteligencia militar, llevando a cabo operaciones extraterritoriales, quienes a su vez, coordinan proxies en Siria y muy en particular en el Sur de los límites fronterizos con Israel.
Estas avanzadillas han disparado diversos misiles contra Israel que finalmente fueron contenidos y se han valido de un dron que voló hasta la localidad de Eilat y estalló en un centro de enseñanza. Además, otros combatientes proxies iraníes basados en chiítas iraquíes, se han agregado a los grupos en Siria. Y en el caso concreto de Irán, ha destinado importantes riquezas con tal de afianzar este frente, ya que es la vía para introducir armamentos sofisticados vía terrestre a Hezbolá en el Líbano y apuntala la media luna chiíta que engloba Irán, Siria, Líbano y parte de Irak.
Quinto, hutíes en Yemen. La facción chiita Huty ha acabado imponiéndose en la guerra por hacerse con el control de Yemen, mientras acometió posiciones en Arabia Saudí. Asimismo, ha resistido el choque directo contra los saudíes y hoy es el nuevo proxi destacado de Irán en la comarca. Desde las primeras jornadas del conflicto, ha despachado misiles y drones de ataques contra Israel, aunque estos fueron truncados por los sistemas combinados hebreos y por la armada de Estados Unidos en el Mar Rojo. El alcance estratégico de este frente estriba en que someten la travesía marítima aludida, reteniendo barcos comerciales e incluso abordando buques estadounidenses.
Sexto, árabes israelíes. Durante el conflicto previo en Gaza, grupos árabes israelíes radicalizados islámicos, encabezaron una cadena de atropellos a sus vecinos hebreos en las localidades de Jaffa, Lod, Ramle, Haifa y Akko. Igualmente, en circunscripciones beduinas del Sur se advirtieron manifestaciones idénticas con unos cuantos fallecidos y decenas de heridos judíos.
Y séptimo, la argucia de los israelíes secuestrados por Hamás. Ni que decir tiene que este es un laberinto peliagudo en la cruzada particular contra Hamás. El ingrediente de la ‘guerra psicológica’ está siendo aprovechado drásticamente. Hasta la fecha, los puestos en libertad del lado de Israel han quedado a cambio de un precio militar significativo y que a ciencia cierta le otorga a la organización política y paramilitar palestina reestablecerse, como hacerse cargo de diversas armas, etc. Sin tantear el coste de Israel al soltar terroristas, intuyendo que éstos vuelvan a incurrir en atentados.
La premisa de Hamás con la liberación caprichosa de las personas retenidas es forjar una fisura interna en Israel, entre los que secundan una libertad irrestricta de todos los rehenes a cualquier precio, y quienes entienden que deberían apurar la labor de extirpar la dirección de este grupo terrorista y apartar al resto del límite Sur de Israel.
“Israel se halla ‘ad portas’, que en latín significa ‘en la puerta’, en este caso, ‘a las puertas’, combatiendo al mismo tiempo tanto en la Franja de Gaza, como en la frontera con Líbano, Cisjordania y últimamente reta a Irán”
Llegados a este punto, en los años retrospectivos desde la Revolución Islámica o Revolución de 1979 (7-I-1978/11-II-1979), Irán ha constituido y alentado una cifra cada vez superior de fuerzas combinadas en Oriente Medio, refiriendo el sostén de múltiples milicias pertrechadas en estados de la región. La Fuerza Quds de Irán citada anteriormente y que forma parte del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), se presta como punta de lanza con estos grupos a los que facilita adiestramiento, armamento y todo tipo de fondos para empujar los objetivos territoriales iraníes. La actual escalada de tensión ha impulsado que cualquier resarcimiento disputado por Irán sea transitoriamente perentorio, pero es su proyección geográfica la que lo transformaría en un embate impredecible.
Además, desde la década de los ochenta Irán ha apoyado el encaje de milicias iraquíes reforzadas tras la invasión americana de Irak (20-III-2003/1-IV-2003). Inmediatamente, cuando el autodenominado Estado Islámico (ISIS) tomó Irak, los bandos influidos por Irán se convirtieron en la fuerza paramilitar distinguida como las Fuerzas de Movilización Popular (FMP). Y tras el descalabro del ISIS en 2017, estas guerrillas pasaron a ser una fuerza representativa, obteniendo financiación del Gobierno y quedando fusionada al Ministerio del Interior iraquí.
Las FMP es una organización que articula poco más o menos, setenta facciones armadas islamistas, aunque algunas de éstas son calificadas por algunos países como terroristas. A este amasijo beligerante le sigue la sombra de la intensidad yihadista. No cabe duda, que Estado Islámico se está reestableciendo en Irak y Siria, la tierra que la vio emerger y está reconquistando la capacidad que dilapidó tras el desvanecimiento del califato implantado en estos dos estados y desde el que diseminó la inquietud a nivel internacional, fundamentalmente, entre los años 2014 y 2017.
El posicionamiento de Irak en la guerra de Gaza es de inquebrantable aval a Palestina y absoluta repulsa al Estado hebreo. Un aura enrarecida que se notó entre la población en 2023, cuando miles de asistentes se volcaron a las calles con manifestaciones para sentenciar las insensateces de Israel en la Franja. Casi un año más tarde, los últimos episodios podrían hacer dinamitar el conflicto: Bagdad exige a los actores europeos que “asuman responsabilidades” para detener lo que contemplan un quebrantamiento a la soberanía territorial de Israel. Aparte de la conjunción bilateral de Irán con los estados árabes y las facciones armadas, ha de subrayarse las enormes aportaciones de Defensa que dosifica de Estados Unidos, su aliado más pujante. Washington entrega a Tel Aviv unos 3.800 millones de dólares en ayuda militar al año. A esta cuantía hay que añadirle el complemento que el Congreso amplificó con otros 17.000 millones en armas y sistemas de defensa.
Dicho de otro modo: Israel es plenamente el mayor destinatario del mundo de asistencia destructora norteamericana.
En consecuencia, Israel se halla ‘ad portas’, que en latín significa ‘en la puerta’, en este caso, ‘a las puertas’, combatiendo al mismo tiempo tanto en la Franja de Gaza, como en la frontera con Líbano, Cisjordania y últimamente reta a Irán. Los expertos evalúan que estos frentes incisivos socavarán la crisis humanitaria. Si bien, el cúmulo de hostilidades sincrónicas que salva el Gobierno de Netanyahu, genera el paradigma de los galimatías que bullen: guerra psicológica, guerra proxy y desinformación.
Con lo cual, Oriente Medio experimenta otra vez una situación caótica, una más de las otras tantas en su Historia, siempre acompañada de incertidumbres. Las arremetidas de Hamás a Israel y la réplica de Tel Aviv contra Gaza, han rememorado antiguos fantasmas, esos que se señalan con poco rigor. Pero que ni mucho menos aparecen de la imprevisión, porque estando enquistados y con furor más o menos enterrado, vuelven a sobrevolar. En tanto, el Gobierno de Netanyahu declara que existen varios frentes inflamables en su contra, pero en vez de admitir un alto el fuego o, quizás, levantar el pie del acelerador, como le ha requerido taxativamente la Corte Internacional de Justicia, nutre para mal con su argumentación las flamas en otros actores regionales enzarzados en esta maraña: socios de Hamás que izan la bandera de la causa palestina y refieren verse apremiados a responder y no quedarse de brazos cruzados.
Y cómo no, Irán, el paladín y copartícipe de los principales partidos, grupos y milicias que caldean la región, no puede no cuadricularse con el Movimiento de Resistencia Islámico, a quien reviste. Ni tampoco permanecer estático ante el rearme estadounidense en Oriente Medio. Lo que perdura enclaustrado es una turbulencia en la que los que llevan la voz cantante se urden en sus motivaciones domésticas, locales y mundiales, luciendo sus armaduras cuando a ninguno le interesa encaramarse e internacionalizar un conflicto de derivaciones desmedidas.
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