Francisco Vizcaíno (PSOE) ha dimitido de su puesto de viceconsejero de Recursos Hídricos, Energías Renovables y Políticas Ambientales, que más que un cargo, en esta ciudad parece un título nobiliario. También deja su acta de diputado y el gesto le honra.
Con la ley en la mano, es cierto que no ha cometido una irregularidad, pero éticamente es impresentable aspirar a recibir una subvención que se reparte desde el departamento donde se ostenta un cargo político. Es un error garrafal y ha pagado por ello.
Siempre he pensado que Vizcaíno es de lo mejor que tiene el PSOE de Melilla. Desde su perfil bajo, lleva años luchando por hacer realidad un Gobierno progresista en esta ciudad y esta semana ha demostrado que es un político decente.
Podía perfectamente haber aguantado la presión, pero nunca más habría podido mirar a la cara a un PP que se le tiró a la yugular como si aquí no supiéramos que hay quien, estando en el Gobierno, aceptaba que sus hijos pidieran becas en la Universidad.
¿Es ilegal? No, pero es feo e insolidario que un niño o niña bien, de familia acomodada, estire la mano para pedir una ayuda pública como si no tuviera posibles para acceder a los estudios universitarios.
Eso es algo que en los países nórdicos los ciudadanos tienen muy asumido. La gente que se puede pagar algo, no pide ayudas para que los que de verdad no pueden tengan la oportunidad de acceder a esas subvenciones.
Yo tengo que reconocer que en esto tengo una contradicción. Por una parte, me niego a que por ley se impida acceder a ayudas públicas a las personas que más aportan con su IRPF a este país. Pero por otra, apelo a esas mismas personas a que no hagan uso de ese derecho; a que renuncien a ese beneficio en señal de solidaridad con los que menos tienen.
Decía Fernando Savater, que la ética se resume en tres virtudes: coraje para vivir, solidaridad para convivir y prudencia para sobrevivir. Escuché el miércoles la frase en la radio, adjudicada a otro filósofo y la verdad, me da igual quien la dijo. La suscribo al 100%.
Vizcaíno dio esta semana una lección a todos los consejeros del PP imputados en casos de corrupción que se agarraron al cargo bien porque sabían que nos los iban a destituir, bien porque no tienen otro oficio ni beneficio conocido. Fuera de la política son escoria social. No tienen talento más que para endulzar el oído del votante.
Pero la lección vale también para los de su propio partido que se han aferrado al cargo pese a haber hecho una gestión nefasta de la crisis del coronavirus o de la seguridad de esta ciudad. Se han atornillado al puesto porque han llegado a la política muy jóvenes y marcharse tan pronto, desde luego, un fracaso.
Pero todavía hay políticos como Vizcaíno que asumen sus errores y deciden hacerse el harakiri por ello. No me cabe en la cabeza cómo ha podido cometer la torpeza de pedir una subvención que concedía su propia consejería y sigo pensando que es un error creer que los cargos de asesores o de jefes de Gabinete y Prensa están para colocar al número 28 de la lista electoral o a gente sin experiencia a la que se pueda moldear con facilidad. No señor. Están para aconsejar, porque desde la barrera, los toros se ven de otra manera.
Pero también me pregunto por qué los técnicos o los directores generales de la Consejería no le advirtieron antes de que se publicara la lista de agraciados en el BOME. Todos pueden justificarse perfectamente en que su trabajo no es controlar el trabajo de los políticos o de los jefes, pero en una ciudad pequeña como esta, en la que presumimos de conocernos todos, apuesto lo que sea a que alguien se dio cuenta de la torpeza y no advirtió a tiempo de que el nombre de Vizcaíno en la lista olía a cadáver político, a dimisión.
No sé qué habría pasado si en lugar de ver el nombre de Vizcaíno publicado en el BOME hubiéramos sabido que el viceconsejero de Medio Ambiente tuvo la tentación de adjudicarse una ayuda por la compra de un coche eléctrico, pero en cualquier caso no habría sido tan grave como ver el nombre, negro sobre blanco, en el Boletín Oficial aunque nos hayan jurado que ese expediente ya estaba paralizado y que la ayuda nunca se cobró. Lo creo, pero hay errores y errores.
No me canso de repetirlo, todos nos equivocamos todos los días en nuestro trabajo. Pero hay fallos que no entorpecen la consecución del objetivo final. Otros en cambio, hacen mucho daño a la imagen de una formación política. Éste es uno de ellos. Repito, no es ilegal, pero es éticamente indefendible.
Creo que los partidos que llegan a la política con la promesa de regenerar tienen que demostrar con hechos que están aquí para cumplir su palabra. Para mí, Vizcaíno no ha defraudado. Como tampoco lo ha hecho Gloria Rojas, al dar la cara y plantarse junto a su compañero de partido para darle la despedida que merece. A otros en su lugar les habría faltado recoveco en el Palacio de la Asamblea para esconderse de las cámaras.
A ver si las anguilas que se les han colado en el PSOE toman nota. Los grandes, se hacen más grandes ante estas situaciones.
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